Columna

Educación

A sus 89 años no ha faltado a su cita con Sevilla. Cada primavera y cada otoño, aprovechando la fecha de alguna cita relacionada con su actividad literaria, vuela desde Nueva York a Madrid, en donde su primera satisfacción es ver a su hijo, su nuera y su nieto; después habla con los editores, busca información, presenta un libro o da una conferencia en no importa qué lugar del país porque su ambición es el trabajo y ni el tiempo ni el espacio son para ella impedimentos. Y ese viaje que se toma con tanta naturalidad termina siempre con una visita a Sevilla, decisión que nos dignifica, pues Carm...

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A sus 89 años no ha faltado a su cita con Sevilla. Cada primavera y cada otoño, aprovechando la fecha de alguna cita relacionada con su actividad literaria, vuela desde Nueva York a Madrid, en donde su primera satisfacción es ver a su hijo, su nuera y su nieto; después habla con los editores, busca información, presenta un libro o da una conferencia en no importa qué lugar del país porque su ambición es el trabajo y ni el tiempo ni el espacio son para ella impedimentos. Y ese viaje que se toma con tanta naturalidad termina siempre con una visita a Sevilla, decisión que nos dignifica, pues Carmen de Zulueta nació en Madrid y desde el 36 ha vivido en París, Londres, Bogotá y Brasil hasta aterrizar en Nueva York, donde enseñó lengua y literatura española durante 20 años en el City College, la joya de la escuela pública neoyorquina. Creo que está justificado que me maraville de verla y disfrutarla cada seis meses.

Es un producto puro de la Institución Libre de Enseñanza (de cuya primera junta fue presidente Ramón y Cajal, y los vicepresidentes Gumersindo Azcárate y Torres Quevedo): generosa -a cuántos amigos y amigos de amigos nos ha ofrecido hospitalidad y ayuda-, leal, culta, delicada, respetuosa, natural, austera, con el interés y la curiosidad encendidos a cualquier estímulo, tan honrada que cuando le alaban su recuerdo tan vivo explica que la buena memoria inventa mucho también. En definitiva, y según mi criterio, es una mujer perfectamente educada.

Y porque quizá sea consciente de ello y para defender un pasado y una educación que tuvo lugar durante la República, ha escrito mucho sobre ello con estilo claro, sensible e impecable. Entre sus libros: 100 años de educación de la mujer española. Historia del Instituto Internacional. Una recopilación de cartas de su tío Julián Besteiro desde la prisión. La España que pudo ser. Unas cartas que conservaba entre Unamuno y su padre, Luis de Zulueta, periodista, catedrático y ministro de Estado con la República, de quien también ha editado un conjunto de artículos. Compañeros de paseo, en donde recuerda a personas como Américo Castro, Victoria Kent o Jorge Guillén. A veces se nos olvidan las ventajas de una buena educación porque ahora gana quien más grita. ¿O al revés?

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