Columna

Tregua mendigada

El último comunicado de ETA brindó a los dirigentes del PP una nueva oportunidad para manipular las cuestiones relacionadas con la lucha antiterrorista que el Pacto por las Libertades -firmado por populares y socialistas el año 2000- excluyó del "ámbito de la legítima confrontación política o electoral". Entre otras pomposas declaraciones programáticas, el documento concede el rango de "contradicción principal" a la resolución del "futuro de Euskadi y Catalunya y el reconocimiento de los derechos colectivos de esas dos naciones". Los dirigentes populares no sólo han utilizado el comunicado de ...

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El último comunicado de ETA brindó a los dirigentes del PP una nueva oportunidad para manipular las cuestiones relacionadas con la lucha antiterrorista que el Pacto por las Libertades -firmado por populares y socialistas el año 2000- excluyó del "ámbito de la legítima confrontación política o electoral". Entre otras pomposas declaraciones programáticas, el documento concede el rango de "contradicción principal" a la resolución del "futuro de Euskadi y Catalunya y el reconocimiento de los derechos colectivos de esas dos naciones". Los dirigentes populares no sólo han utilizado el comunicado de manera partidista sino que además -como suelen hacer los polemistas de mala fe- han falseado algunas citas para favorecer sus tesis.

El secretario general del PP -cada vez más parecido a su propia caricatura- saltó de inmediato sobre la presa para subrayar que lo más significativo del comunicado de la organización terrorista era "su apoyo al Estatuto catalán"; el documento de ETA, sin embargo, no incluye mención alguna a la propuesta estatutaria votada por el Parlamento autónomo. La superchería no es consecuencia de un atolondramiento sino que obedece a las necesidades del guión de la campaña de agitación y propaganda desplegada desde hace semanas contra el Gobierno. A la luz de esa inventada cita, Ángel Acebes reinterpreta la entrevista clandestina mantenida en enero de 2004 entre una delegación de ETA y el presidente de ERC, un turbio asunto que le costaría a Carod-Rovira la salida del Gobierno tripartito como conseller en cap. El secretario general del PP se pregunta retóricamente ahora "qué sabían [entonces] de este apoyo al Estatuto de Cataluña los [dirigentes de ERC] que se reunieron con ETA y que en este momento son socios del PSOE". Los datos siempre cuadran para las explicaciones paranoicas: la banda terrorista sería "tutora" del proceso estatutario catalán y ERC (acompañada por sus aliados parlamentarios) aceptaría la protección mafiosa de ETA. El presidente de honor del PP, Aznar, también comulga con esa doctrina; Pique, presidente de los populares catalanes, reconoce en cambio que "el proceso estatutario en Cataluña tiene una dinámica propia completamente separada e independiente del proceso vasco".

El presidente nominativo del PP extrae del comunicado de la banda terrorista una conclusión igualmente demoledora: el Gobierno socialista "derrocha indignidad al suplicar y mendigar a ETA que declare una tregua". Si el término tregua tampoco aparece esta vez en el documento, las imputaciones de servilismo pedigüeño lanzadas contra el Ejecutivo son el mero desahogo bilioso de un Maestro Ciruela que se atreve a impartir lecciones de virtud política. Rajoy acusa a Zapatero de alentar el renacimiento con "fuerza y arrogancia" de ETA, supuestamente liquidada bajo el mandato del PP pese a que los portavoces populares le atribuyesen el 11-M -y sigan haciéndolo hoy- capacidad operativa suficiente para perpetrar aquel audaz atentado. Por el momento, sin embargo, los datos disponibles no avalan la tesis pesimista -o el deseo inconsciente- del presidente del PP: la policía española y francesa ha detenido a dos centenares de presuntos terroristas en el último año y medio, los jueces continúan procesando (y los tribunales condenando) a miembros y colaboradores de la banda, más de 700 presos cumplen sus penas y no se ha producido un atentado mortal desde hace dos años y medio.

Sin duda, ETA puede reiniciar en cualquier momento el sanguinario camino del asesinato: la banda ni siquiera ha declarado esa supuesta tregua mendigada cuya eventualidad denuncian los dirigentes del PP que la aceptaron -sin embargo- con alivio cuando ocupaban el poder en 1998. También es cierto que la estrategia de acelerar la desaparición del terrorismo sin pagar precio político a cambio se le puede escapar a Zapatero de las manos, al igual que les sucedió a Felipe González en Argel y a José María Aznar en Zúrich; los dos anteriores presidentes del Gobierno, sin embargo, tuvieron al menos la fortuna de emprender ese incierto y peligroso recorrido sin verse obligados a soportar el feroz acoso parlamentario y el ensordecedor ruido mediático de una oposición desleal, tramposa y ventajista capaz incluso de utilizar, manipular y falsear un comunicado de ETA para reconquistar el poder.

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