OPINIÓN DEL LECTOR

17-M, tibieza general

Esperaba encontrarme en prensa con un comunicado oficial de la UPV-EHU declarando que sus facultades del campus de Vitoria-Gasteiz no cerraron el pasado jueves por adhesión a la convocatoria de huelga contra el Pacto de Bolonia firmada por Ikasle Abertzaleak, sino por miedo a posibles altercados o destrozos en las instalaciones, tal y como rezaba la nota informativa en la puerta principal de la Facultad de Filología y Geografía e Historia firmada por el decano y que a continuación transcribo: "El centro permanecerá cerrado hoy día 17 de noviembre ante las acciones de salvajismo perpetradas en ...

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Esperaba encontrarme en prensa con un comunicado oficial de la UPV-EHU declarando que sus facultades del campus de Vitoria-Gasteiz no cerraron el pasado jueves por adhesión a la convocatoria de huelga contra el Pacto de Bolonia firmada por Ikasle Abertzaleak, sino por miedo a posibles altercados o destrozos en las instalaciones, tal y como rezaba la nota informativa en la puerta principal de la Facultad de Filología y Geografía e Historia firmada por el decano y que a continuación transcribo: "El centro permanecerá cerrado hoy día 17 de noviembre ante las acciones de salvajismo perpetradas en el campus".

Quiero expresar mi preocupación e indignación por el poder que otorgamos a una minoría que no representa al conjunto de los estudiantes y que parece tener acogotada tanto a la comunidad estudiantil -en realidad no existe tal comunidad, pues los estudiantes nos comportamos únicamente como un agregado desestructurado de individuos- como al profesorado, PAS y cuerpos de seguridad, tanto privados como públicos.

De la nota informativa de la universidad se infiere que la razón del cierre de las facultades fue la precaución, es decir, el miedo. Quizás sea la decisión más prudente pero, desde luego, no la más comprometida políticamente ni, moralmente, la más digna. Creo que, por miedo, la Universidad está cayendo en la tibieza y está sacrificando la justicia y la libertad en pro de la seguridad.

Desde luego, la exigua presencia ese día de alumnado en las aulas no ayudó a que la Universidad tomara una decisión valiente.

Estoy convencida de que la gran mayoría de los estudiantes del campus no acudió a clase no por adhesión a la convocatoria, sino por comodidad o conveniencia. Si las aulas hubieran estado llenas, los 100, o pocos más, huelguistas no habrían podido obligarnos -o "invitarnos", como cínicamente dijeron- a abandonarlas.

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