Los sanitarios advierten de que un tercio de los presos andaluces padece hepatitis C

El trastorno hepático es la primera causa de muerte entre los reclusos

El 33% de las personas que están internadas en las cárceles andaluzas padece hepatitis C, según los datos facilitados en las Jornadas de Sanidad Penitenciaria, cuya novena edición se inauguró ayer en Córdoba. De los aproximadamente 12.000 reclusos de la comunidad, unos 4.000 están infectados por esta enfermedad. La mitad de ellos son también portadores del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el desencadenante del sida.

El trastorno hepático es la primera causa de fallecimiento en este grupo de pacientes, superando a la mortalidad producida directamente por el VIH. "Se estima que...

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El 33% de las personas que están internadas en las cárceles andaluzas padece hepatitis C, según los datos facilitados en las Jornadas de Sanidad Penitenciaria, cuya novena edición se inauguró ayer en Córdoba. De los aproximadamente 12.000 reclusos de la comunidad, unos 4.000 están infectados por esta enfermedad. La mitad de ellos son también portadores del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el desencadenante del sida.

El trastorno hepático es la primera causa de fallecimiento en este grupo de pacientes, superando a la mortalidad producida directamente por el VIH. "Se estima que un paciente coinfectado y con cirrosis hepática avanzada tiene una esperanza de vida de un año", según un comunicado difundido por la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, que organiza este encuentro que ha reunido a unos 350 profesionales que trabajan en las cárceles españolas. Los datos andaluces coinciden con la media nacional, tal y como indicó Julio García, presidente de la sociedad organizadora de las jornadas.

Respecto al sida, García afirmó que la incidencia en las prisiones ha disminuido de manera "importante" ya que los reclusos están mejor informados de cuáles son las formas de contagio. De hecho, en su opinión, las cárceles son un reflejo de la evolución de la salud pública en el resto de la sociedad, salvo que en las prisiones la incidencia de este tipo de enfermedades es mucho mayor que en el exterior. "El porcentaje de infectados disminuye en la misma proporción que lo hace en la sociedad en general", dijo este especialista.

Respecto a los tratamientos que reciben los enfermos en las cárceles, Máximo González, presidente del Consejo General de la Organización Colegial de Enfermeros de Madrid, denunció que la hepatitis C no se trata por hepatólogos, sino por médicos facultativos del sistema penitenciario. Según González, en el sistema sanitario extramuros los especialistas son los que se encargan de este tipo de casos. En su opinión, se está "incumpliendo la Constitución" ya que los reclusos no tienen las mismas prestaciones que el resto de la población. González, al igual que García, reclamó que los facultativos que trabajan en las cárceles se integren definitivamente en el régimen único sanitario.

Además de las enfermedades citadas, los reclusos que ingresan en prisión padecen trastornos mentales en porcentajes elevados. García sostuvo que "el peor sitio de los posibles" para este tipo de personas es la prisión. José de Juan Ramírez, presidente del comité organizador de las jornadas, afirmó que es "frustrante" que las cárceles acojan enfermos mentales.

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