Crítica:

Las luces se apagan en 1914

La documentada y fascinante narración de Barbara W. Tuchman sobre los orígenes, los preparativos y los primeros 31 días de la Gran Guerra fue ya traducida al castellano -la publicación original en inglés se remonta a 1962- a finales de la década de los setenta por la desaparecida Argos Vergara; la versión revisada -enriquecida con un breve prólogo de Robert K. Massie- que ahora vuelve a los escaparates de las librerías con el sello de Ediciones Península merece, sin embargo, algo más que el recuerdo de ese precedente.

En comparación con la abundancia de relatos y monografías sobre la Se...

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La documentada y fascinante narración de Barbara W. Tuchman sobre los orígenes, los preparativos y los primeros 31 días de la Gran Guerra fue ya traducida al castellano -la publicación original en inglés se remonta a 1962- a finales de la década de los setenta por la desaparecida Argos Vergara; la versión revisada -enriquecida con un breve prólogo de Robert K. Massie- que ahora vuelve a los escaparates de las librerías con el sello de Ediciones Península merece, sin embargo, algo más que el recuerdo de ese precedente.

En comparación con la abundancia de relatos y monografías sobre la Segunda Guerra Mundial publicados con ocasión del 60º aniversario de su terminación, la bibliografía disponible en nuestra área idiomática acerca del devastador conflicto iniciado en 1914 es más bien escasa; la reciente traducción de la obra de Hew Strachan sobre La Primera Guerra Mundial (Crítica, 2004) contribuye a colmar en parte ese hueco. En cualquier caso, los nexos internos existentes entre ambos episodios bélicos explican que algunos historiadores los consideren parte -la analogía remite a la época cerrada por la paz de Westfalia- de una nueva guerra de los treinta años: la secuencia temporalmente suspendida por el Tratado de Versalles habría sido reanudada en 1939 con la invasión de Polonia.

LOS CAÑONES DE AGOSTO

Barbara W. Tuchman

Traducción de Victor Scholz

Península. Barcelona, 2004

591 páginas. 22 euros

La carnicería que ensangrentó Europa entre 1914 y 1918 cambió el rumbo de la historia mundial. Sus repercusiones inmediatas fueron la Revolución de Octubre, la emergencia de Estados Unidos como gran potencia y la caída de los imperios alemán, austrohúngaro, ruso y otomano; pero el ascenso del fascismo y la llegada al poder de Hitler formaron también parte de esa ominosa cosecha.

Los cañones de agosto se abre con un capítulo dedicado a los esplendorosos funerales de Eduardo VII; los reyes, príncipes y jefes de Estado de todo el mundo que acudieron a Londres a rendir ese póstumo homenaje al heredero de la reina Victoria difícilmente podían sospechar las consecuencias del asesinato cuatro años después en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando. En vísperas de la declaración formal de la guerra contra Alemania, Edward Grey, secretario del Foreign Office, murmuró a un amigo mientras contemplaban desde una ventana de Whitehall cómo se encendía el alumbrado público de Londres: "Las luces van a apagarse en toda Europa y ya no las volveremos a ver brillar en nuestras vidas".

Aunque el Kaiser Guillermo II arengó en agosto de 1914 a los soldados que marchaban al frente con la promesa de que estarían de regreso en sus hogares "antes de que caigan las hojas de los árboles" en el siguiente otoño, la agotadora guerra de trincheras se prolongaría en el frente occidental hasta noviembre de 1918.

El talento narrativo que des-

pliega Tuchman a la hora de contar las interioridades palaciegas o ministeriales en Alemania, Rusia, Austria-Hungría, Francia y el Reino Unido previas a la guerra, describir las primeras grandes batallas de las fronteras belgas, francesas y de Prusia oriental a lo largo de agosto de 1914 y bosquejar los retratos de los actores principales del drama consigue atrapar al lector de la obra, apasionante hasta el punto de que resulta difícil de abandonar una vez comenzada.

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