Reportaje:ELECCIONES GALLEGAS | Galicia de esquina a esquina

Siete emigrantes por hora

65.000 gallegos abandonaron su tierra en 2003 para buscar trabajo en otra comunidad

Algunas estadísticas pueden explicar la emigración gallega como si se tratara de un fenómeno termodinámico, donde coexisten corrientes de entrada y de salida. Cada hora, siete gallegos abandonan su comunidad para trabajar en el exterior según datos del mercado laboral del año 2003. La cifra representa un balance migratorio que no acaba de estar bien explicado y que se confunde con el retorno de emigrantes que fueron protagonistas de otros flujos. Y es ahí donde le sigue doliendo a Galicia, que no acaba de repartir gallegos por el mundo.

La Xunta no reconoce ciertas cifras como emigració...

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Algunas estadísticas pueden explicar la emigración gallega como si se tratara de un fenómeno termodinámico, donde coexisten corrientes de entrada y de salida. Cada hora, siete gallegos abandonan su comunidad para trabajar en el exterior según datos del mercado laboral del año 2003. La cifra representa un balance migratorio que no acaba de estar bien explicado y que se confunde con el retorno de emigrantes que fueron protagonistas de otros flujos. Y es ahí donde le sigue doliendo a Galicia, que no acaba de repartir gallegos por el mundo.

La Xunta no reconoce ciertas cifras como emigración, sino como "movilidad geográfica por razones laborales". Es decir, el gallego que sale de España es un emigrante, pero no el que se desplaza a otra comunidad autónoma o cambia de provincia. Surgen entonces las discrepancias en la interpretación de las cifras: en el 2003, 65.000 gallegos se desplazaron a otra localidad en busca de empleo, pero sólo 2.251 lo hicieron fuera de España. Para unos, eso es emigración. Para otros, movilidad. En cualquier caso, nadie parece mejor dispuesto que el gallego para preparar la maleta.

La nueva emigración gallega tiene un estilo: es amable, silenciosa e implacable
Muchos de los médicos y enfermeras españoles que trabajan en el norte de Portugal son gallegos

Y nadie mejor que el gallego para seguir protagonizando fenómenos migratorios de reciente cuño. Así, son gallegos buena parte de los médicos y enfermeras españoles que trabajan en el norte de Portugal. Son gallegos casi el 30% de los habitantes censados en la isla de Fuerteventura, dedicados preferentemente a la construcción y la hostelería. Y son gallegos buena parte de los españoles que trabajan en ambos sectores en Andorra. Todos estos han sido fenómenos recientes, migraciones de última hora, que explican cómo Galicia sigue experimentando un déficit para mantener en casa a una parte de la población en edad de trabajar.

Ese fue el caso de José Manuel Redondo un año después de acabar su carrera de Medicina en Santiago y sufrir los rigores de los exámenes para obtener plaza como MIR (médico interno residente). A José Manuel, como a tantos otros, le esperaba un camino de espinas y un horizonte borroso: se veía como uno de tantos médicos que no pueden ejercer. Pero José Manuel tenía un primo trabajando en Oporto. En esa ciudad, como en otras de Portugal, necesitaban médicos y enfermeros. Así que hizo los trámites oportunos, convalidó su título, pasó una prueba de comunicación oral y aprobó un examen teórico. Pudo acceder a una plaza y elegir especialidad. José Manuel Redondo tiene ahora 32 años y trabaja desde hace un lustro en el hospital Sao João de Oporto como reumatólogo. Vive con Beatriz Mosquera Díaz, de 31 años, natural de Ferrol, cardióloga. Ambos se conocieron en Oporto, en el hospital donde trabajan. El suyo no es un caso que deba mover a extrañeza. Según Redondo, hay unos 1.000 médicos españoles inscritos en el colegio de la zona norte de Portugal. "Y casi todos somos gallegos", dice.

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Redondo explica cómo en la autopista que une Oporto con Galicia fluye una verdadera riada de gallegos cada fin de semana. "Cuanto más nos acercamos a la frontera mayor es el número de gallegos trabajando en centros médicos. Lo cierto es que la cercanía de nuestra tierra nos ha permitido no sentirnos emigrantes en el sentido estricto de la palabra. Para muchos de nosotros, Oporto es un lugar de trabajo. Nada más. Aquí no hemos creado centros gallegos, ni asociaciones, ni organizamos cenas ni cosas por el estilo. Lo único que sí organizaremos es una asociación de médicos españoles para defender nuestros intereses a la vista de la incompetencia del consulado español, que nos ha dejado indefensos en algunas ocasiones". Redondo pone como ejemplo una disputa con las autoridades portuguesas porque éstas comenzaron a requisar los coches de los españoles por unos problemas de documentación. "Y durante la gran redada, el pasado febrero", explica Redondo, "el consulado nos dejó tirados".

Redondo ha podido formarse como médico y especialista en Portugal. Su idea es poder trabajar en Santiago, pero escasean las ofertas de trabajo y Portugal sigue ofreciendo algunos incentivos a los médicos: "En Portugal, los pacientes tratan mucho mejor a los médicos. En general, son muy educados con nosotros, lo que no sucede en España. Y, comparativamente, nuestro oficio está bien pagado, porque aquí los médicos del sistema público pueden tener pluriempleo. Además, en Portugal están pagando mucho mejor a todos aquellos médicos que aceptan irse a la periferia". En tanto en cuanto la periferia se acerca a Galicia, son los gallegos los que toman posiciones.

Y es que la emigración gallega tiene un estilo: es silenciosa, amable, pero implacable.

Ahora dicen que en cualquier obra de la isla de Fuerteventura es frecuente oír hablar en gallego. Es cierto. Entre Fuerteventura y Santiago no hay una autopista, pero sí un vuelo semanal directo. A Fuerteventura entran y de allí salen turistas y gallegos cada día, como bien explica Xurxo Rodríguez, presidente de la asociación Alexandre Bóveda, y responsable del programa Troula que se emite en Radio Archipiélago, el primer programa de radio dirigido a la comunidad gallega en Fuerteventura. Por ese programa desfilan gallegos de todo tipo y casi todos los alcaldes de la Costa da Morte, de donde proceden mayoritariamente los emigrados a la isla.

Xurxo difunde el gallego por Fuerteventura, como pretende hacerlo Victoriano Oxea, propietario de un camión en Andorra, adonde emigró hace 15 años. Él formó parte de una comisión de gallegos que solicitó al consejero de Educación andorrano que los hijos de los gallegos pudieran recibir clases de gallego en la escuela. La iniciativa va por buen camino y esperan una respuesta afirmativa en breve tiempo.

José Manuel, Xurxo y Victoriano son emigrantes de la última hornada, representantes del gallego moderno que emigra tanto si es un trabajador cualificado como si no lo es. La emigración es implacable con Galicia como si se tratara de un mal endémico: siete gallegos hacen la maleta cada hora.

José Manuel Redondo, reumatólogo, y Beatriz Mosquera, cardióloga, delante del hospital São João de Oporto.

Universitarios sin trabajo

Una de las tragedias del mercado laboral gallego, según concluyen numerosos estudios, es la dificultad que tiene para ofertar puestos de trabajo cualificados. Esta circunstancia es especialmente grave: los jóvenes con estudios se ven obligados a emigrar y los puestos de trabajo no cualificados pueden terminar en manos de inmigrantes, dispuestos a trabajar a un precio más bajo. La resultante es doble: terminan buscando trabajo fuera de Galicia, tanto los jóvenes con formación como los que no tienen cualificación.

Esta realidad queda constatada en algunos datos muy recientes. Galicia es una de las comunidades con mayor tasa de universitarios. Además de disponer de tres universidades, 31 gallegos de cada mil cursan estudios superiores, un porcentaje más alto que en Cataluña (24 por cada 1.000 habitantes) y muy próximo al de la Comunidad de Madrid (35 por 1.000), si bien hay que considerar que en Madrid el 25% de los titulados procede de otras comunidades. La diferencia está en que las ofertas de empleo que reciben los universitarios madrileños son nueve veces superiores a las de sus colegas gallegos.

Un reciente estudio de la Agencia para la calidad del Sistema Universitario de Galicia (Acsug) señala que, entre 1996 y 2001, el 35% de los titulados no tiene trabajo y el 47% de los que sí tienen empleo trabajan en actividades que no están relacionadas con sus estudios.

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