Editorial:

Acelerón

Conviene felicitarse de que el Instituto Nacional de Estadística (INE) haya aplicado los cambios recomendados por la oficina europea de estadísticas (Eurostat) para medir la ocupación y el desempleo en España. Con esta nueva medición, la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al primer trimestre de 2005 ha aflorado 132.000 empleos no contabilizados anteriormente y perfecciona la cuantificación del mercado de trabajo en todo el país. Si atendemos a las cuentas de la primera EPA trimestral del año, resulta que la economía española sigue creando empleo a tasas muy elevadas -204.600 en...

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Conviene felicitarse de que el Instituto Nacional de Estadística (INE) haya aplicado los cambios recomendados por la oficina europea de estadísticas (Eurostat) para medir la ocupación y el desempleo en España. Con esta nueva medición, la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al primer trimestre de 2005 ha aflorado 132.000 empleos no contabilizados anteriormente y perfecciona la cuantificación del mercado de trabajo en todo el país. Si atendemos a las cuentas de la primera EPA trimestral del año, resulta que la economía española sigue creando empleo a tasas muy elevadas -204.600 entre enero y marzo, y 892.300 en los últimos 12 meses-, al tiempo que reduce el número de parados: en 59.700 personas en el trimestre y en 187.700 durante el último año. De la comparación de datos homogéneos, es decir, excluyendo el efecto estadístico, se concluye que la ocupación está creciendo a una tasa interanual del 4,3%, un ritmo lo suficientemente elevado como para entender que en estos tres primeros meses de 2005 se aceleró la creación de empleo.

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Tan fulgurante creación de puestos de trabajo obliga a preguntarse por la coherencia entre el aumento de la ocupación y el crecimiento económico. Es más que probable que convenga revisar las mediciones del crecimiento del PIB a la vista de la afluencia de trabajadores -inmigrantes y nacionales- al mercado de trabajo para ajustar las posibles incoherencias que se manifiestan en el descenso de la productividad. De la misma manera que existía una parte de "empleo no registrado", que ahora se contabiliza gracias a las nuevas categorías estadísticas, parece existir un volumen impreciso de PIB no registrado, que debería anotarse con la mayor celeridad posible en las cuentas de la riqueza nacional.

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Como es preceptivo en aquellos casos en los que media una modificación de criterios estadísticos, el acelerón trimestral del empleo debe confirmarse en trimestres sucesivos, aunque sólo sea para descartar las acusaciones de propaganda interesada que probablemente caerán sobre el INE y el área económica del Gobierno.

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