La UE da por hecho que este año no levantará el embargo de armas a China

Solana viajará a Washington para coordinar con EE UU la política en la zona Asia-Pacífico

Los ministros de Exteriores de la UE constataron ayer que no hay consenso en un plazo previsible para el levantamiento del embargo de armas a China. De forma oficiosa se apuntó que en 2005 no habrá acuerdo. Los Veinticinco hicieron un duro recordatorio a Pekín de sus exigencias y diferencias y acordaron enviar a Javier Solana, alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, a Washington para explicar la posición europea, a la que ahora se incorpora la voluntad de acordar con EE UU una estrategia conjunta para el Pacífico.

China fue la estrella de la reunión i...

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Los ministros de Exteriores de la UE constataron ayer que no hay consenso en un plazo previsible para el levantamiento del embargo de armas a China. De forma oficiosa se apuntó que en 2005 no habrá acuerdo. Los Veinticinco hicieron un duro recordatorio a Pekín de sus exigencias y diferencias y acordaron enviar a Javier Solana, alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, a Washington para explicar la posición europea, a la que ahora se incorpora la voluntad de acordar con EE UU una estrategia conjunta para el Pacífico.

China fue la estrella de la reunión informal de ayer en Luxemburgo de los ministros europeos, que llegaron a la cita muy decepcionados por la evolución de los acontecimientos en las últimas semanas. La reunión no estaba convocada para decidir sobre el levantamiento del embargo de armas, que países como Francia y Alemania defienden con el argumento de que no se puede pretender una relación de privilegio con un socio tan importante mientras se mantienen sanciones que corresponden a otra época. Es la misma tesis que mantiene Pekín.

Los reunidos reconocieron las incuestionables dimensiones del gigante, que tiene a la UE como su primer socio comercial, mientras que es el segundo socio de Europa tras EE UU. China está abocada a ser una potencia global en 2050, según las estimaciones de la UE. "Pero no sabemos qué tipo de potencia será", decía el guión de la discusión habida ayer, que también reconocía que "la cuestión del embargo de armas arroja sombras sobre las relaciones bilaterales UE-China".

Los europeos están apesadumbrados por las decisiones y políticas de Pekín, aunque reiteran su voluntad de reforzar los compromisos con China, como recordó Jean Asselborn, el ministro luxemburgués de Exteriores y presidente del Consejo. Asselborn se agarró a la cuestión formal de que se sigue trabajando para ver si en junio se puede decidir sobre el levantamiento del embargo. Lo que se va a decidir es que no se puede decidir. "Derechos humanos, estabilidad, seguridad regional y seguridad de países amigos y aliados" son criterios que la UE va a considerar,según el ministro luxemburgués.

China ha dado a entender que no ratificará hasta 2006 el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, una ratificación que, según Asselborn, ayudaría. El ministro desgranó una larga lista de diferencias con China: ley antisecesión de Taiwan, ataques a Japón, pena de muerte, derechos humanos o disidentes aún presos por las protestas de Tiananmen en 1989.

Al complejo cóctel se suman las prevenciones de EE UU, que se niega a aceptar cualquier medida que ayude a una potencia que ve como rival estratégico. "Los europeos no están solos en el mundo, hay amigos al otro lado del Atlántico y en el Pacífico", dijo Asselborn, quien subrayó la voluntad de "seguir reforzando el diálogo transatlántico en este frente". A primeros de mayo, Solana viajará a EE UU para explicar la posición europea y el deseo de entablar un diálogo que cristalice en una estrategia coordinada en el Pacífico.

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La ocasión de ayer le sirvió al ministro francés, Michel Barnier, para comprobar la inquietud que sienten sus colegas ante el referéndum francés sobre la Constitución europea. "No me planteo la hipótesis de fracaso", dijo Barnier, que eludió responder a la pregunta de si creía que la intervención de Jacques Chirac había reforzado la posición del sí, como se pretendía. "Un país que vota no es un país débil y que se debilita", indicó.

El luxemburgués Jean Asselborn (izquierda) saluda al alemán Joschka Fischer, ayer en Luxemburgo.EFE

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