Expertos en arte y arquitectura censuran la actuación en las cubiertas de la catedral de Jaén

Las nuevas buhardillas alteran los trazados góticos y renacentistas del templo

La catedral de Jaén, una de las obras más emblemáticas del Renacimiento andaluz que impulsó el arquitecto Andrés de Vandelvira, ha sido objeto en los últimos meses de una actuación en sus cubiertas que ha provocado fuertes críticas de expertos. La alteración que las nuevas buhardillas producen en los elementos góticos y renacentistas del templo y la utilización de tejas en su frontón superior centran las mayores objeciones a una intervención que, según afirman, choca con la aspiración municipal de lograr la declaración de la catedral como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco.
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La catedral de Jaén, una de las obras más emblemáticas del Renacimiento andaluz que impulsó el arquitecto Andrés de Vandelvira, ha sido objeto en los últimos meses de una actuación en sus cubiertas que ha provocado fuertes críticas de expertos. La alteración que las nuevas buhardillas producen en los elementos góticos y renacentistas del templo y la utilización de tejas en su frontón superior centran las mayores objeciones a una intervención que, según afirman, choca con la aspiración municipal de lograr la declaración de la catedral como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco.

Las obras en la cubierta de la catedral, que se recepcionaron a finales de marzo, han tenido un coste de 600.000 euros y han sido financiadas por el Gobierno central, aunque fue el Ayuntamiento de Jaén el que encargó el proyecto a un equipo de arquitectos dirigidos por Manuel Toro. La actuación, considerada de urgencia por la amenaza que las goteras y las humedades estaba produciendo en la estructura del edificio, no ha abarcado más de un tercio de las necesidades de conservación del templo. Ayer mismo, el deán de la catedral, Rafael Higueras, advirtió del "grave estado de deterioro" del resto de los tejados, y pidió la máxima celeridad a las Administraciones.

El arquitecto Santiago Quesada, profesor de la Escuela de Arquitectura de Sevilla, y el catedrático de Historia del Arte Rafael Casuso son dos de las voces más autorizadas que cuestionan la actuación llevada a cabo en las cubiertas de la catedral jiennense. Otros expertos consultados también refrendan sus críticas, aunque prefieren ocultar su nombre para "no interferir" en la plataforma creada en la ciudad para solicitar a la Unesco la declaración de la catedral como Patrimonio de la Humanidad.

"Un mal chalé"

Santiago Quesada, arquitecto jiennense que dirige también los talleres internacionales de arquitectura en la Universidad Internacional de Andalucía, considera que "las extrañas ménsulas y molduras de las nuevas buhardillas parecen extraídas de un mal chalé". A su juicio, tanto sus vigas de madera, "tan barnizadas como poco disimuladas", o el cristal que cierra el hueco y que produce reflejos donde antes no los había, son elementos que "compiten con agresividad con los trazados góticos y renacentistas por su desproporción y por los materiales empleados, alterando la configuración de la catedral".

Las buhardillas de las cubiertas de la catedral cumplen básicamente tres funciones: ventilación de las cámaras de los tejados, entrada de luz y el acceso para el mantenimiento de los mismos. Según el arquitecto Santiago Quesada, las que había hasta ahora "eran elementos modestos, construidas con simples rollizos de madera, y en su simplicidad estaba su funcionalidad, pues no tenían ninguna pretensión, pasaban desapercibidas y no competían con la fisonomía del edificio". Todo lo contrario que ahora. "La catedral merece un mayor rigor, cuidado y respeto en sus intervenciones", advierte Quesada, que añade que "si para valorar, conservar, mantener y promover la catedral se necesita el sello de la calidad como Patrimonio Mundial y paralelamente se realizan actuaciones como ésta, es que algo no funciona".

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En los mismos términos se pronuncia el historiador del arte Rafael Casuso, doctor por la Universidad de Jaén. En su opinión, hasta ahora las buhardillas "pasaban desapercibidas porque no eran un elemento distintivo, sino funcional", pero ahora, añade, "el material empleado es tan agresivo que impacta con la traza original de la catedral". Casuso cuestiona también la utilización de tejas en el frontón superior de la cabecera del templo. "Es algo desacertado desde el punto de vista arquitectónico", subraya, tras indicar que lo ideal hubiera sido recurrir a un aislante no visible desde el exterior. Además, los expertos consultados critican la utilización de barandillas de acero inoxidable o las reposiciones utilizadas en los pavimentos de las lonjas.

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