Editorial:

Presidente kurdo

Si no fuera por la inseguridad, las rivalidades entre las tres principales comunidades y las competencias limitadas del cargo, habría que calificar de revolucionaria la elección, ayer, como presidente de Irak del líder secesionista kurdo Yalal Talabani por una amplia mayoría de la Asamblea Nacional. Es la primera vez que un representante de esa minoría llega a la jefatura del Estado iraquí. Sobre Talabani pesaban varias condenas de muerte de los tribunales de Sadam Husein, que, ironías de la historia, siguió por televisión desde su celda la sesión parlamentaria en la que fueron nombrados tambi...

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Si no fuera por la inseguridad, las rivalidades entre las tres principales comunidades y las competencias limitadas del cargo, habría que calificar de revolucionaria la elección, ayer, como presidente de Irak del líder secesionista kurdo Yalal Talabani por una amplia mayoría de la Asamblea Nacional. Es la primera vez que un representante de esa minoría llega a la jefatura del Estado iraquí. Sobre Talabani pesaban varias condenas de muerte de los tribunales de Sadam Husein, que, ironías de la historia, siguió por televisión desde su celda la sesión parlamentaria en la que fueron nombrados también un vicepresidente chií y uno suní. Todo ello facilitará la designación como primer ministro de Ibrahim al Yafari, un médico chií, respaldado por el ayatolá Al Sistani y que es proclive a la aplicación de la sharía, la ley islámica. Al Yafari es miembro de la Alianza Unida Iraquí, ganadora de las elecciones de enero.

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Más de nueve semanas han transcurrido tras los históricos comicios, ampliamente boicoteados por la población suní, que representa aproximadamante la quinta parte del país. Los chiíes se cifran en un 60%, y los kurdos, en un 20%. Las fuertes discrepancias para la formación de Gobierno habían provocado una parálisis, que se logró romper a duras penas a principios de semana con la designación pactada del nuevo presidente del Parlamento. De ser elegido, Al Yafari tendrá que resolver la difícil tarea de repartir carteras, lo que no se presenta nada fácil ante las exigencias kurdas de tener la de Petróleo, clave en un país que cuenta con las mayores reservas mundiales de crudo después de Arabia Saudí. Además, habrá que ver si finalmente algún representante suní acepta entrar a formar parte de la coalición y en qué condiciones. Dejar al margen a esta minoría, que gobernó el país durante el régimen de Sadam y que ahora a su vez está muy dividida, sería un auténtico suicidio y abocaría al fracaso la redacción de la futura Constitución, que debe estar elaborada antes de fin de año para ser sometida luego a referéndum.

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Talabani ha pedido "a todos los países", en una alusión clara a Siria e Irán, que dejen de apoyar al terrorismo islámico que azota Irak y ha instado también a la resistencia interna a poner fin a la violencia para construir una nación democrática, que desea tener buenas relaciones con los países árabes e islámicos. La sesión parlamentaria de ayer abre un portillo a la esperanza en un país martirizado por una violencia que se traduce a diario en asesinatos y secuestros. El último secuestrado es el general responsable de la lucha antiterrorista. En medio de este panorama, nadie se atreve a especular sobre la retirada de las tropas estadounidenses, ni siquiera a fijar un calendario.

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