La ley antitabaco permite clausurar los bares que vendan cigarrillos a menores

Las 120.000 máquinas expendedoras tendrán que incorporar mecanismos de control de uso

Evitar y dificultar que los menores empiecen a fumar es el primer objetivo de la ley contra el tabaco que ha preparado el Ministerio de Sanidad. La venta a menores de 18 años está considerada una falta muy grave, y podrá ser castigada con multas de hasta un millón de euros y el cierre del establecimiento. Para que los más jóvenes no sorteen esta prohibición usando máquinas expendedoras, las 120.000 "deberán incorporar los mecanismos técnicos adecuados que permitan impedir el acceso a los menores de edad". Por ejemplo, haciendo que sólo se puedan usar con fichas dadas en el local.

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Evitar y dificultar que los menores empiecen a fumar es el primer objetivo de la ley contra el tabaco que ha preparado el Ministerio de Sanidad. La venta a menores de 18 años está considerada una falta muy grave, y podrá ser castigada con multas de hasta un millón de euros y el cierre del establecimiento. Para que los más jóvenes no sorteen esta prohibición usando máquinas expendedoras, las 120.000 "deberán incorporar los mecanismos técnicos adecuados que permitan impedir el acceso a los menores de edad". Por ejemplo, haciendo que sólo se puedan usar con fichas dadas en el local.

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A partir de 2006 sólo se podrá conseguir tabaco de dos maneras: en estancos o máquinas expendedoras. "Queda expresamente prohibido en cualquier otro lugar o medio", dice la ley que el Gobierno ha enviado a los consejos de Estado y Económico y Social para su evaluación. Saltarse esta prohibición será considerado una infracción grave, sancionada con multa de entre 601 y 10.000 euros.

Los fabricantes de máquinas expendedoras ya han desarrollado mecanismos para que los menores no puedan acceder a ellas. Uno de ellos consiste en que la máquina esté desactivada hasta que una ficha la ponga en marcha. El dueño del local tiene un paquete de fichas y le da una al fumador tras comprobar que es mayor de edad. Al sacar el tabaco, la máquina se desconecta.

El director de mercadotecnia de Azkoyen, José María López, explica que desde hace año y medio las máquinas de su empresa tienen el sistema de la ficha incorporado: "Tenemos las fichas listas para distribuirlas".

Hay otra opción: que la máquina la active el camarero mediante un mando a distancia desde la barra tras comprobar la edad del comprador, según explica Salvador Font, director de mercadotecnia de Jofemar.

En España hay 120.000 máquinas de tabaco, según el Ministerio de Sanidad. Fuentes del sector elevan la cifra a 160.000. Es imposible saber cuánto tabaco se vende en máquina, porque los hosteleros tienen que comprarlo a los estancos. Las empresas calculan que un 40% del tabaco (unos 3.500 millones de euros) se vende en estas máquinas. Una expendedora cuesta alrededor de 3.000 euros.

López afirma que el Gobierno conoce las opciones elegidas por los fabricantes, que antes descartaron un prototipo que pedía la huella dactilar. También estudiaron máquinas que leen el DNI o piden la tarjeta de crédito. Aplicar estas medidas sería sencillo. "Cambiar el sistema no es más complicado de lo que fue adaptarlas al euro. Con un plazo razonable se puede hacer sin que le cueste mucho a los dueños", según el director de I+D de la empresa GM Vending, Pedro Lacasta. Jofemar, Azkoyen y GM Vending tienen más del 95% del mercado. A los fabricantes de máquinas les gusta el proyecto de ley porque el tabaco sólo se podrá vender en estanco o en máquinas. Actualmente, muchos bares, quioscos y gasolineras venden tabaco.

Esta venta supuso unos ingresos para el Estado en 2000 de casi 6.000 millones de euros. La mayor parte (el 75%) corresponde al impuesto especial sobre labores de tabaco, según la memoria económica del anteproyecto de ley antitabaco elaborada por el Ministerio de Sanidad. El resto se reparte entre un 21% de IVA y un 4% del IRPF de los trabajadores del sector.

Pero este ingreso no compensa el gasto sanitario producido por el tabaco: casi 4.000 millones por las seis patologías más prevalentes, y una cantidad sin determinar por el resto. "Es razonable pensar que el gasto sea superior a los ingresos", ha dicho la ministra de Sanidad, Elena Salgado. De todas formas, Sanidad no quiere enfocar la medida desde el punto de vista económico. "La ley, como todas las políticas de prevención, supone una inversión en salud que dará sus frutos en el futuro", concluye la memoria económica del proyecto. En España viven 10 millones de fumadores; y más de 50.000 mueren al año por el tabaco.

Este texto también tiene en cuenta el perjuicio en el sector, que ocupa, directa o indirectamente, a unas 90.000 personas. "La disminución del consumo de tabaco no implica una pérdida de riqueza ni de empleos, dado que el dinero que antes se gastaba no desaparece de la economía sino que se invierte en otro tipo de bienes", señala. También la publicidad puede ser "sustituida por otros productos".

La Asociación Empresarial del Tabaco ha manifestado su acuerdo con algunas medidas del proyecto, como prohibir la venta a menores, pero pidió más diálogo a Sanidad y que tenga en cuenta "las diferentes realidades económicas, sociales y culturales existentes sobre el tabaco en nuestra sociedad".

Rótulos como esquelas

Cada vez que un fumador vaya a comprar tabaco, sea en un estanco o una máquina expendedora, un letrero con un borde negro le recordará que "Fumar mata", según la ley antitabaco preparada por el Ministerio de Sanidad. Este diseño, parecido al de las esquelas, ya se utiliza para enmarcar los mensajes sanitarios de las cajetillas. Su rechazo provocó que rápidamente aparecieran otras tarjetas con mensajes humorísticos para tapar esos anuncios. El mensaje se endurecerá: la Comisión Europea ya ha autorizado fotos de enfermos terminales o con tumores de garganta para los envases, entre otras.

Es voluntad de Sanidad que esta imagen de luto impregne toda la información referente al tabaco. También los carteles donde se advierta que "se prohíbe la venta de tabaco a los menores de 18 años" en estancos y máquinas, e incluso los mensajes meramente informativos, como los que señalen si en un bar se puede fumar o los que indiquen las zonas para fumadores. Estas advertencias deberán figurar, "al menos, en castellano", aunque las comunidades pueden añadir otros.

El anteproyecto mantiene la prohibición de habilitar zonas para fumadores en la mayoría de los lugares, trabajo incluido (salvo los que se realicen al aire libre). La excepción son bares y restaurantes de más de cien metros cuadrados, "centros de atención social, hoteles, hostales y centros análogos, salas de fiesta en las que no se permita la entrada a menores de 18 años, salas de teatro, cine y otros espectáculos que se realizan en espacios cerrados" y aeropuertos.

En estos lugares podrán establecerse espacios para fumadores debidamente señalizados con la correspondiente esquela que diga "zona habilitada para fumar". Estas zonas deberán estar "separadas físicamente del resto de las dependencias". Para evitar la exposición involuntaria al humo, no podrán ser "de paso obligado".

Con el fin de que los sistemas de extracción de aire no devuelvan el humo al resto de las instalaciones, "deberán disponer de sistemas de ventilación independiente u otros dispositivos que permitan garantizar la eliminación de humos".

El anteproyecto no dice nada de su superficie.

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