Entrevista:JÉRÔME SOBEL | Presidente de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente de Suiza

"No hubiéramos ayudado de inmediato a Ramón Sampedro"

Jérôme Sobel es el presidente de Exit (Asociación por el Derecho a Morir Dignamente de la Suiza francesa), desde 1982. Esta formación lucha por que sea reconocido "el derecho de todo ser humano a elegir la forma de vivir las últimas etapas de su vida y a una muerte digna y humana". Hoy, Exit agrupa a más de un millón de miembros distribuidos en 34 países. En 2004, Sobel ha ayudado al suicidio de 320 enfermos en Suiza.

Otorrinolaringólogo y especialista en cirugía cervical y facial, Sobel, de 52 años, recibe a EL PAÍS en su espaciosa consulta de Lausana, a pocos minutos de la Estación Ce...

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Jérôme Sobel es el presidente de Exit (Asociación por el Derecho a Morir Dignamente de la Suiza francesa), desde 1982. Esta formación lucha por que sea reconocido "el derecho de todo ser humano a elegir la forma de vivir las últimas etapas de su vida y a una muerte digna y humana". Hoy, Exit agrupa a más de un millón de miembros distribuidos en 34 países. En 2004, Sobel ha ayudado al suicidio de 320 enfermos en Suiza.

Otorrinolaringólogo y especialista en cirugía cervical y facial, Sobel, de 52 años, recibe a EL PAÍS en su espaciosa consulta de Lausana, a pocos minutos de la Estación Central de la ciudad suiza. Es un hombre afable y gran conversador, apasionado por su lucha y con evidente interés en que su causa sea comprendida. En el congreso mundial de asociaciones por una muerte digna realizado en Tokio en septiembre de 2004, Sobel fue el portavoz y representante de Suiza.

"Sólo el enfermo sabe lo que es tolerable y lo que no. Si el paciente estima que su calidad de vida es insoportable, hay que ayudarle"
"Sólo uno de cada tres pacientes llega hasta el final. Pero nunca me ha ocurrido que uno cambie de parecer en el último momento"
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Pregunta. ¿Cómo llega usted a Exit?

Respuesta. Siendo aún estudiante de medicina murió mi abuela, a quien amaba mucho. Murió de una lenta enfermedad degenerativa, pero, en sus momentos de lucidez, me pidió repetidas veces que la ayudara "a encontrarse con el buen Dios y a reunirse con su marido". En esa época yo no pude auxiliarla, pero aquello me llevó a reflexionar sobre el tema. Posteriormente, en la facultad, he trabajado en neurocirugía, viendo las consecuencias de accidentes de moto; y en reanimación y en radioterapia como testigo de numerosos casos de cáncer terminal. Dado que no pude ayudar a la persona que tanto amé, quise auxiliar a otros en su misma situación.

P. ¿Cuál es el estado actual de la muerte asistida en Suiza?

R. El 11 de diciembre de 2001 se decide finalmente despenalizar "la asistencia al suicidio", y el Código Penal permite el suicidio asistido, salvo en el caso de "intereses personales". O sea, no podemos ser herederos del paciente, por ejemplo. En Europa, Holanda y Bélgica han despenalizado la eutanasia activa, siempre en manos de médicos.

P. ¿Cree que en la UE se impondrá este derecho?

R. Sí. Se avecinan grandes cambios encabezados por el Reino Unido, donde la Cámara de los Lores acaba de elaborar un proyecto de ley para despenalizarlo. Hasta ahora, los ingleses venían a morir a Zúrich, pero el Parlamento británico quiere acabar con el turismo de la muerte.

P. ¿Cuántos pacientes han sido diagnosticados como depresivos en el momento de solicitar el suicidio asistido?

R. Hay un requisito fundamental para acceder a nuestros servicios, y es la capacidad de discernimiento. No se puede discernir en un estado depresivo. Las demandas de suicidio asistido son racionales. El paciente puede estar profundamente triste, pero la tristeza no te hace depresivo.

P. ¿Qué más criterios hay?

R. Otros cuatro: que la demanda sea seria y repetida a lo largo del tiempo; que haya una enfermedad física incurable. Que esa dolencia provoque en el paciente sufrimientos físicos y psíquicos que hagan su existencia insoportable y, por último, que el desenlace fatal sea previsible.

P. ¿Hay que diferenciar entre los enfermos terminales y aquellos que hubieran podido convivir con la enfermedad, como fue el caso de Ramón Sampedro?

R. Sólo el enfermo sabe lo que es tolerable y lo que no. Si el paciente estima que su calidad de vida es insoportable hay que ayudarle. Nadie puede ni debe decidir por uno. Dicho esto, lo cierto es que no hubiéramos ayudado de inmediato a Ramón Sampedro, aunque sí tras un tiempo prudencial en el que hubiera demostrado coherencia en sus deseos como, de hecho, ha ocurrido. Es importante señalar que sólo uno de cada tres pacientes que demandan nuestra ayuda llega hasta el final. A menudo, el mero hecho de saber que existe esta salida cumple una función terapéutica mejor que mil medicamentos juntos. Muchos mueren de muerte natural antes de llegar a necesitar nuestra colaboración.

P. ¿Alguno cambia de parecer en el último momento?

R. Jamás me ha pasado.

P. ¿Hay un perfil definido?

R. Sin duda. Más del 50% son cánceres terminales. Luego vienen las enfermedades neurodegenerativas y, por último, lo que yo llamo náufragos de la vida. Son gente muy mayor, con numerosas patologías que no implican la muerte pero que convierten su existencia en insoportable. Suelen decir que sufren una "indigestión de la vida".

Jérôme Sobel, en su consulta de Lausana.R. C.

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