Reportaje:

Más que Fito y Fitipaldis

La producción discográfica de Euskadi en 2004 ofreció obras de interés, a pesar de la crisis y la falta de recambio generacional

El año 2004 se ha cerrado con la sensación de crisis instalada en la industria musical. Las tiendas de discos cada vez tienen más dificultades para colocar el producto (los últimos informes de la SGAE revelan que el 61,1% de las tiendas ha visto disminuir más de un 10% su facturación), las discográficas han reducido el volumen de lanzamientos y ha aflorado en los emprendedores una mayor aversión al riesgo. Pero, aun así, la maquinaria sigue produciendo discos de interés. La música vas ca no sólo vive de Fito & Fitipaldis, de sus 150.000 discos vendidos y sus más de un centenar de conciertos a ...

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El año 2004 se ha cerrado con la sensación de crisis instalada en la industria musical. Las tiendas de discos cada vez tienen más dificultades para colocar el producto (los últimos informes de la SGAE revelan que el 61,1% de las tiendas ha visto disminuir más de un 10% su facturación), las discográficas han reducido el volumen de lanzamientos y ha aflorado en los emprendedores una mayor aversión al riesgo. Pero, aun así, la maquinaria sigue produciendo discos de interés. La música vas ca no sólo vive de Fito & Fitipaldis, de sus 150.000 discos vendidos y sus más de un centenar de conciertos a rebosar.

Bien lo sabe Carlos Arco, director de 40 Principales en Bilbao, quien destaca dos elepés que habrían marcado la diferencia en pleno "año del flamenco pop en España": la producción en euskera Esan bare (Gaztelupeko Hotsak), quinto álbum de Bide Ertzean, quinteto de Tolosa acostumbrado a fundir pop y poesía, y en castellano apuesta por la proyección de Rubia, conjunto encabezado por Sara Iñiguez, cantante getxotarra enamorada de los sonidos californianos que ha debutado con Nº1 ya a la venta (Factoría Autor).

Los expertos dicen que ha descendido la cantidad y la calidad de los discos

Ramón Arrieta, director de Cadena 100, sólo se atreve a resaltar la persistencia del cantautor vizcaíno Gontzal Mendibil, que el pasado año publicó dos discos con su propia productora, Keinu (Lágrimas al viento, junto a la Orquesta Sinfónica de Radio Bratislava y el Orfeón Donostiarra, y Zuri so, con acompañamiento más modesto) y el bombazo protagonizado por Fito & Fitipaldis. El grupo bilbaíno publicó en noviembre Vivo... para contarlo (Dro East West), testimonio del concierto más multitudinario celebrado en Euskadi.

Ignacio Casado, delegado general de la Sociedad General de Autores en el País Vasco, opina que la reducción de las ventas limita las ediciones. Aún así apunta al trabajo de Kepa Junkera para el Athletic, Athletic bihotzez, como "una nueva forma bastante exitosa de comercializar discos". También señala la importancia de los discos de jazz editados por Gaztelupeko Hotsak bajo el subsello Errabal (Jon Urrutia, Teresa Zabalza Quintet) y la conmtinuidad de Elkar.

El crítico bilbaíno Oscar Cubillo cree que entre lo mejor de 2004 está Home made (Errabal), de Jon Urrutia, "una demostración magistral de latin jazz de un joven pianista". Su selección continúa con Golpe de calor (Animal Records), "un disco de rock and roll fresco y tequilero", que sirve a los getxotarras Zodiacs de tarjeta de presentación en Madrid, donde se han instalado en busca de mayor fortuna. Y la lista la cierra Txuma Murugarren, ex Sasoi Ilunak, cuyo cuarto disco en solitario Nire anaiaren kotxeko argiak (Gaztelupeko Hotsak), "significaría un intento por romper las fronteras formales, tan rígidas y conservadoras, de los cantautores vascos".

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Joseba Martín, conductor desde 1989 del programa La jungla sonora, de Radio Euskadi, recalca qu,e "con excepciones, el listón está un poco por debajo de lo que ha estado en años anteriores". Valorando el riesgo, él se queda con el rock bailable de Atom Rhumba (Backbone ritmo, Munster Records) y Split 77 (Mentura, Noizpop), el reggae de Akatz (12 años de éxitos, Brixton) y el debú de la cantante Afrika (Entzun, Metak). También destaca el pop de Bide Ertzean (Esan bare), el divertido funk jazz de Santi Ibarretxe (Primital, Nuevos Medios), la apuesta por los sonidos digitales del introspectivo Txuma Murugarren y el segundo álbum del albokari Ibon Koteron (Airea, Elkar).

El crítico Iñaki Zarata también subraya que han bajado las ediciones de jazz y similares, que suele estar más abierto a la sorpresa. Del "ámbito de raíces" recomienda el cuarto disco de Alboka (Lau anaiak, Elkar), la reaparición de Hiru Truku (Nafarroako kantu zaharrak, Metak), y los debús de Xabi San Sebastian (Orai, No-CD) y del cantaor El Chipi (Suena del Norte, Karonte World). "Del marasmo de discos rock", Zarata apunta a Akauzazte (Azalberritan, Compañía de Sueños Ilimitada), Atom Rhumba (Backbone Ritmo), Inoren Ero Ni (Metak), MunLet (Ep2, autoedición), Materia (Forget the music, Oihuka), Txuma Murugarren, Joseba Irazoki (Irri eta solas, Berak Ekoztua) y la vuelta de Gari con 0-tik (Elkar). También propone Geratzen zaigun denbora, de Bide Ertzean, como canción pop.

Entre las diferentes recomendaciones aparece la apreciación de un descenso no sólo en la cantidad, sino también en la calidad de las grabaciones puestas en circulación. "Da la impresión de que estamos en época de transición. Entra un recambio generacional y la gente más joven sí que tiene algunas ideas, pero no siempre quedan bien plasmadas. Y muchos de los que están ya arriba y llevan años, no renuevan, siguen un poco repitiendo esquemas porque, más o menos, les funcionan", indica Joseba Martín.

Carlos Arco insiste en la cuestión generacional. "El cambio generacional, los nuevos grupos vascos, creo que no han enganchado tanto como igual cinco años atrás. Quizá porque están más diversificados los jóvenes ahora, que lo mismo están con Eminem como con Rammstein, como la secuela que queda del último Fermin Muguruza. Ahí ha habido una diversificación que ha afectado muchísimo a que ya no se creen esos pequeños ídolos que había en cada lanzamiento, o esas expectativas de ilusión y difusión en la producción vasca", sentencia Arco.

La guinda de Zorrozaurre

Fito & Fitipaldis alcanzaron el cielo con su recital en la explanada de Zorrozaurre, en Bilbao, ante más de 65.000 espectadores en agosto de 2004. Una hermosa guinda para una extensa agenda de conciertos, que cobra importancia tanto por iniciativa de programadores privados como de los grandes festivales institucionales.

Mereció la pena pagar una entrada por contemplar, al menos, a Rammstein, Rickie Lee Jones y Atomic en San Sebastián; a Jayhawks, Femi Kuti, New York Dolls y Fun Lovin' Criminals en Vitoria; a Eric Sardinas y McCoy Tyner en Getxo; y a Ian Hunter, Terry Callier, Royal Crown Revue, Magnetic Fields y Woody Allen en Bilbao. En el otro lado de la balanza el crítico Iñaki Zarata sitúa "las propuestas españolas de más arrastre, como Melendi, Estopa y Bebe, que parecieron bastante flojas en lo musical, frente a proyectos de menor tirón público, pero más riesgo creativo, como Pastora y Marlango". Joseba Martín destaca la importancia de Musiketan, que programa recitales de pequeño formato, con la presencia de Gary Lucas, John Spiers con Jon Boden, Bruce Cockburn y Mary Black. Y no hay que pasar por alto los festivales veraniegos de jazz, ni el vitoriano Azkena Rock Festival, ni el voluntarioso Bilbao Acción Rock, ni el Getxo & Blues, ni el concurso Villa de Bilbao.

En cuanto a grupos vascos, asoman los nombres de Ruper Ordorika, Atom Rhumba, Gari, , Maddi Oihenart con Josetxo Goia-Aribe y Ater Kings.

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