Columna

El saqueo

El informe del Tribunal de Cuentas sobre la gestión del Ayuntamiento de Marbella durante los años 2000-2001 es un manual detallado de cómo dilapidar las arcas municipales. El gobierno del GIL estructuró una organización administrativa para la consecución de un propósito delictivo, la apropiación indebida de los fondos públicos. La corrupción se introdujo por un entramado de entidades dependientes del Ayuntamiento y que estaba formada por dos organismos autónomos y 32 sociedades mercantiles. Sobre ellas no existió control financiero alguno, a pesar de que gestionaron 120 millones de euros en tr...

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El informe del Tribunal de Cuentas sobre la gestión del Ayuntamiento de Marbella durante los años 2000-2001 es un manual detallado de cómo dilapidar las arcas municipales. El gobierno del GIL estructuró una organización administrativa para la consecución de un propósito delictivo, la apropiación indebida de los fondos públicos. La corrupción se introdujo por un entramado de entidades dependientes del Ayuntamiento y que estaba formada por dos organismos autónomos y 32 sociedades mercantiles. Sobre ellas no existió control financiero alguno, a pesar de que gestionaron 120 millones de euros en transferencias, en los dos años fiscalizados, que nunca se justificaron. Las obras en Marbella se adjudicaban de forma directa. Sin que constaran estudios ni ofertas de otras empresas para garantizar la objetividad de la selección. Se firmaron múltiples convenios urbanísticos. Con ellos se recalificaban terrenos, supeditando su eficacia a la aprobación definitiva de una revisión del Plan General que nunca fue legal. Pese a ello, se dieron las licencias de obras y se cobraron los aprovechamientos medios.

Un arquitecto, Carlos Monteverde, a quién Jesús Gil debió tener el gusto de conocer, cobró 42 millones de euros por 73 proyectos de obras falsas o inexistentes. Ideó el inmueble de la Escuela de Música y Danza, con tanto acierto que había uno idéntico en Las Rozas (Madrid). Luego proyectó el centro Turístico de la Imagen, copia exacta de una obra similar que ya se había levantado en Elche. Sólo las conclusiones del informe harían necesarios 30 artículos como éste, para poder contarlo todo. Porque en Marbella se instauró el trapicheo. Se empezó haciendo equilibrismo con la legalidad y se terminó prescindiendo de ella. Estas son sólo algunas de las pinceladas de un saqueo. El segundo que investigó el Tribunal de Cuentas.

La alcaldesa de Marbella, Marisol Yagüe, era miembro del equipo de gobierno del GIL en los años fiscalizados. Isabel García Marcos y Carlos Fernández llevaron, en su día, algunas de estas irregularidades a la Fiscalía Anticorrupción. Ahora los tres gobiernan conjuntamente e hicieron causa común contra este informe. Hoy concluye el año que conmemoraba los 25 años de los ayuntamientos democráticos. Incluso de los casi nada democráticos. Y en Marbella, no hay nadie en la cárcel.

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