Tribuna:CATÁSTROFE EN ASIA

Se podía haber evitado

Los desastres naturales no son inevitables; todo lo contrario, pueden gestionarse y reducirse tomando las decisiones políticas y técnicas apropiadas en materia de desarrollo. A nivel mundial existen buenas prácticas que podían haberse aplicado en el Sureste Asiático, con lo que se hubieran evitado miles de muertes y cuantiosas pérdidas en las poblaciones afectadas por el desastre humanitario.

Tradicionalmente, los desastres se han visto como sucesos excepcionales, impredecibles, fruto de la mala suerte, ante los que no queda más solución que atender sus consecuencias, una vez que...

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Los desastres naturales no son inevitables; todo lo contrario, pueden gestionarse y reducirse tomando las decisiones políticas y técnicas apropiadas en materia de desarrollo. A nivel mundial existen buenas prácticas que podían haberse aplicado en el Sureste Asiático, con lo que se hubieran evitado miles de muertes y cuantiosas pérdidas en las poblaciones afectadas por el desastre humanitario.

Tradicionalmente, los desastres se han visto como sucesos excepcionales, impredecibles, fruto de la mala suerte, ante los que no queda más solución que atender sus consecuencias, una vez que se han desencadenado. Sin embargo, no es así. Los desastres son predecibles y no son tan naturales como frecuentemente se señala. Efectivamente se producen por la incidencia de procesos ambientales como son los terremotos y los tsunamis, los huracanes o las sequías; pero es a consecuencia de su interacción con determinadas intervenciones humanas (como la urbanización, la deforestación, la falta de políticas preventivas y de preparación ante los desastres), lo que determina que finalmente se desencadene un desastre como el que ha ocurrido en los países del Sureste Asiático.

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Nuestra relación con el entorno no tiene por qué terminar en desastre humanitario. La definición de políticas eficaces y su aplicación es fundamental, por cuanto tiene el potencial de disminuir estos riesgos, evitando el desastre. Es fundamental poner la atención en las causas que definen de antemano la vulnerabilidad, para prevenir y evitar el desastre. Existen buenas prácticas que demuestran que es posible.

Un ejemplo de ello es la Red de Sistemas de Alerta Temprana en el Océano Pacífico, que a través de la recogida, análisis y procesamiento de datos relativos a tsunamis, alertan a los organismos políticos para que a tiempo adopten medidas que eviten las consecuencias de un desastre. Las comunidades costeras del Pacífico son conscientes de las medidas inmediatas que hay que tomar si el mar retrocede después de un terremoto y alertan a su población de los riesgos de tsunamis. No así los países del Índico, como hemos podido ver. El Sistema de Alerta Temprana no hubiera evitado el maremoto y los tsunamis consiguientes, pero sí hubiera alertado a la población para evacuar la costa, y salvar miles de vidas.

Existe una estrecha relación entre el desarrollo de los países y el riesgo de desastres. Naciones Unidas previene de las dificultades de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) como consecuencia de las pérdidas en materia de desarrollo y el gran sufrimiento humano que conllevan estos desastres humanitarios. Según Naciones Unidas, los desastres causan al día 184 muertes, como promedio. Más de 1,5 millones de personas perdieron la vida entre 1980 y 2000. Por cada persona fallecida se calcula que unas 3.000 personas se encuentran expuestas a estas amenazas naturales. El 53% de las víctimas mortales que se registran como consecuencia de los desastres se produce en los países menos desarrollados. Esta cifra evidencia la estrecha relación existente entre desastres y nivel de desarrollo si tenemos en cuenta que sólo un 1,8% del total de muertes se produce en los países desarrollados.

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En los últimos años se ha incrementado el compromiso de los Gobiernos y de los organismos internacionales al adoptar medidas específicas encaminadas a reducir los riesgos de desastres; sin embargo, su materialización continúa siendo un lento proceso.

El desastre humanitario en el Sureste Asiático va a ser la desoladora antesala a la próxima Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres de la ONU, que del 18 al 22 de enero de 2005 reunirá en Kobe (Japón), a representantes de los Gobiernos, organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil, para definir políticas y un plan de acción que integre la reducción del riesgo en la planificación del desarrollo en el próximo decenio (2005-2015).

Ojalá que las desoladoras noticias que hoy nos llegan de Asia no queden en el olvido dentro de unas semanas, cuando en la Conferencia Mundial se requiera el compromiso político de los Gobiernos y organismos internacionales, así como de las organizaciones de la sociedad civil, para prestar mayor atención a la prevención y preparación de desastres, de manera que podamos evitar, lo que hoy tenemos que lamentar en Asia.

María Jesús Izquierdo Carballo es responsable de Gestión de Riesgos de Desastres de Ayuda en Acción.

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