El Gobierno iraquí estudia aplazar las elecciones por la falta de apoyo de los suníes

Los partidos respaldados por EE UU fracasan en su intento de formar una lista única

La batalla de Faluya -que ha costado la vida a 51 marines y 1.600 supuestos insurgentes- puede tener el resultado contrario al esperado e impedir la celebración de las elecciones en enero: desde el Gobierno iraquí se admite que su aplazamiento es más probable que su celebración; el Partido Islámico, principal formación suní, promete el boicoteo de su comunidad, y los partidos llegados del exilio, aliados de Washington y sobre los que se asienta la actual estructura de poder, fracasaron ayer en consensuar una lista única; kurdos y chiíes concurrirán por separado.

"Hemos decidido a...

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La batalla de Faluya -que ha costado la vida a 51 marines y 1.600 supuestos insurgentes- puede tener el resultado contrario al esperado e impedir la celebración de las elecciones en enero: desde el Gobierno iraquí se admite que su aplazamiento es más probable que su celebración; el Partido Islámico, principal formación suní, promete el boicoteo de su comunidad, y los partidos llegados del exilio, aliados de Washington y sobre los que se asienta la actual estructura de poder, fracasaron ayer en consensuar una lista única; kurdos y chiíes concurrirán por separado.

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"Hemos decidido acudir a las elecciones en listas separadas; no en una conjunta", aseguró ayer Nashirwan Mustafá, dirigente de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) tras dos días de negociaciones en Dukan, localidad kurda en el norte del país. "Los movimientos suníes quieren que las elecciones se aplacen y los chiíes exigen lo contrario. No hemos alcanzado acuerdo alguno", dijo.

La lista única -que debía incluir los partidos kurdos (UPK y Partido Democrático de Kurdistán), los chiíes (Dawa y Consejo Supremo de la Revolución Islámica Iraquí) y los del primer ministro interino, Ayad Alaui, y el ex favorito del Pentágono, Ahmed Chalabi, ambos chiíes laicos- era parte esencial del plan de EE UU para asegurarse la continuidad del actual sistema de poder entre los seis partidos aliados y mantener a Alaui al frente del Ejecutivo.

Tanto Dawa como el Consejo han negociado con el gran ayatolá Alí al Sistani (máxima autoridad religiosa de esa comunidad) la creación de una lista única chií, a la que pretenden incorporar al clérigo Múqtada al Sáder, con gran predicamento entre los más pobres. Sin el paraguas de una lista única, Alaui tiene, según los analistas, escasas posibilidades de ganar. Esa es, a su juicio, una razón para aplazar los comicios, cuya fecha tentativa es el 27 de enero: Washington no se arriesgará a convocar unas elecciones que podrían alumbrar un Gobierno fuera de su control.

Pero hay más: el boicoteo suní está garantizado tras la salida de las instituciones apadrinadas por EE UU del Partido Islámico y el enfrentamiento de los norteamericanos con el Consejo de los Ulemas (algunos de sus dirigentes han sido detenidos en los últimos días). Sin el concurso de los árabes suníes (20% de la población), los kurdos (otro 20%) apoyan el aplazamiento para no entregar a los chiíes el control de los 275 escaños del Parlamento que elegirá Gobierno y redactará la Constitución.

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En la reunión de Dukan, los kurdos exigieron el aplazamiento de las elecciones municipales en Kirkurk hasta que se resuelva la situación de los desplazados por Sadam. Kirkurk es la ciudad petrolera del norte, disputada por kurdos, árabes y turcomanos, y que los primeros pretenden convertir en la fuente de financiación de su región autónoma y, llegado el caso, de la independencia.

Sin el concurso de los 4,5 millones de árabes suníes en el proceso político -efecto de la ofensiva de Faluya- está garantizada la continuidad de la rebelión armada en el triángulo que une Ramadi, Bagdad y Tikrit, sobre todo después de que se supiera hace un mes que tras la invasión desaparecieron 250.000 toneladas de explosivos de los depósitos del antiguo régimen.

Aunque se logren los objetivos militares, el fracaso político es absoluto, y sin incluir un factor difícil de medir todavía: el efecto en la población iraquí de las imágenes de una ciudad destruida y de los excesos de los marines. El síndrome de Abu Ghraib está vivo.

Ibrahim al Yanabi, considerado la mano derecha del primer ministro Alaui es claro: "No creo que en un periodo corto de tiempo podamos establecer las condiciones de seguridad necesarias y resolver los problemas técnicos de la comisión electoral (...) Creo que el aplazamiento de las elecciones es más probable que su celebración en la fecha prevista".

Pero posponer dos meses, como insinúa Al Janabi, o seis, como aseguran otros, provocaría el enfrentamiento con el gran ayatolá Al Sistani, que cedió hace un año al aceptar el actual Gobierno a cambio de los comicios en enero. El peligro de coches armados (guerra civil) entre comunidades religiosas es una posibilidad que contemplan los mandos estadounidenses. El jueves se supo que chiíes de Basora han formado la Brigada de la Furia, cuyo objetivo es recuperar los territorios, que ellos consideran arrebatados en la época de Sadam Husein, en Latifiya y Mamudiya, al sur de Bagdad, donde se entremezclan suníes y chiíes.

El diario árabe Al Hayat informó el jueves de que el grupo Ansar al Suna, uno de los más sanguinarios de la insurgencia junto con el de Abu Musab al Zarqaui, amenaza con atentar contra los candidatos y los centros electorales. Y en Mosul, donde los insurgentes se mueven con libertad desde hace ocho días, han destruido los listados del censo y quemado cualquier herramienta que tenga que ver con los comicios. Ése es, su objetivo: descarrilar el proceso.

Un marine estadounidense vigila a dos presos iraquíes, maniatados y con los ojos vendados, capturados en Faluya.REUTERS

Apagón informativo

Sigue el apagón informativo en torno a la situación humanitaria en Faluya. Tras 11 días de combates, los equipos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y de la Media Luna Roja iraquí todavía no han podido acceder a la ciudad. Rana Sidani, la responsable del CICR para Oriente Próximo, explica que antes de entrar deben asegurarse de que todas las partes en conflicto aceptan su presencia y, de momento, no han podido establecer el contacto con los "combatientes iraquíes".

A falta de poder acceder a la ciudad, el CICR recuerda a las partes que deben atender a los heridos, aunque sean del bando contrario, y no pueden atacar a los civiles, dos principios básicos del derecho humanitario que, según los relatos de familias que han permanecido en la ciudad, no han sido respetados en Faluya, dice Sidani.

Por ahora, la Cruz Roja y la Media Luna Roja sólo pueden atender a los habitantes que han huido. Son miles de familias, explica Sidani, muchas de ellas refugiadas en campos de tiendas.

Ante el aumento de la violencia, World Vision, una de las últimas ONG internacionales presentes en Irak, anunció ayer su retirada. El director de operaciones de la organización fue asesinado el pasado septiembre.

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