LA CONFERENCIA DE PRESIDENTES

Maragall considera un hito histórico la creación de la conferencia y ofrece Barcelona para acoger la segunda

Pasqual Maragall echó mano ayer de los calificativos de las grandes ocasiones y calificó de "histórica" la Conferencia de Presidentes de comunidades autónomas instaurada en el Senado. Tan positiva fue su valoración, que el presidente de la Generalitat de Cataluña ofreció la ciudad de Barcelona como sede para la segunda edición de la conferencia, que se celebrará en la primavera de 2005. "Fue la única propuesta, que nadie rechazó", explicó en su comparecencia tras la reunión.

Además de los grandes calificativos, Maragall buscó los mejores paralelismos y comparó la reunión recién terminad...

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Pasqual Maragall echó mano ayer de los calificativos de las grandes ocasiones y calificó de "histórica" la Conferencia de Presidentes de comunidades autónomas instaurada en el Senado. Tan positiva fue su valoración, que el presidente de la Generalitat de Cataluña ofreció la ciudad de Barcelona como sede para la segunda edición de la conferencia, que se celebrará en la primavera de 2005. "Fue la única propuesta, que nadie rechazó", explicó en su comparecencia tras la reunión.

Además de los grandes calificativos, Maragall buscó los mejores paralelismos y comparó la reunión recién terminada con las celebradas por los constituyentes, hace ya más de 25 años. "El presidente [José Luis] Rodríguez Zapatero ha tenido el coraje de Adolfo Suárez al abrir entonces las grandes expectativas que nos han llevado hasta este momento", dijo.

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El entusiasmo de Maragall tenía su lógica. La Conferencia de Presidentes es uno de los mecanismos para el desarrollo federal del Estado autonómico propugnado desde siempre por los socialistas catalanes y, en este sentido, la creación y puesta en marcha de este organismo es también un éxito político para el PSC y para Maragall.

El segundo gran instrumento para el desarrollo federal defendido por los socialistas catalanes ya desde el periodo constituyente es el Senado "según el modelo alemán" y ayer Maragall quiso destacar que también este "tema fundamental" había sido puesto sobre la mesa.

Otra cosa son los frutos concretos obtenidos en esta primera reunión. El Gobierno catalán perseguía debatir el déficit de la financiación de la sanidad pública, la participación de las comunidades autónomas en la Unión Europea (UE) y el reconocimiento oficial del catalán en la Unión.

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Sobre estos asuntos todo queda remitido a posteriores concreciones, aunque en la línea perseguida por el Gobierno catalán.La financiación de la sanidad se abordará en primavera de 2005, y los remedios que se le busquen se aplicarán en 2006. La Generalitat quería que ya para 2005 hubiera, por lo menos, medidas para evitar que el déficit continúe creciendo, lo que queda como posibilidad también abierta.

La elaboración antes de fin de año de un proyecto de ley sobre la participación de las comunidades ante las instituciones de la UE es también un avance. Pero queda a expensas de su contenido. La Generalitat considera insuficiente la ya conocida pretensión del Gobierno de reducir la participación de las comunidades a sólo cuatro Consejos de Ministros de la UE.

Acerca del reconocimiento del catalán en la Unión Europea, Maragall manifestó en la conferencia que el Gobierno de la Generalitat "está de acuerdo con el memorándum elevado por el Gobierno español a la UE sobre esta cuestión".

La contrapartida a los avances fue que Maragall aceptó "explicar" en la segunda cumbre autonómica el proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía que está elaborando el Parlamento catalán. Está por ver cómo encajan esto los aliados de Maragall en su Gobierno. El portavoz de Esquerra Republicana (ERC) en el Parlamento catalán, Joan Ridao, advirtió el martes de que su grupo parlamentario "no aceptará una Conferencia de Presidentes pensada para discutir la reforma del Estatuto catalán".

Maragall aventuró además que para la primavera del próximo año ya "estará listo" el proyecto de reforma del Estatuto catalán, lo que coincide con los deseos de su Gobierno, pero no con el ritmo de trabajo de la ponencia parlamentaria que lo elabora.

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