52º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

John Sayles presentó 'Silver City', un estupendo 'thriller' repleto de ironía

'Sumas y restas', del colombiano Víctor Gaviria, muestra el vértigo de la cocaína en Medellín

Tom DiCillo, jurado de la sección oficial del certamen, lo tiene claro: "Ya no hay diferencia entre el cine independiente y el de Hollywood. La clave está en que el concepto de éxito sea el mismo para ambos. Si un largometraje independiente de bajo presupuesto se estrena en Nueva York y a los tres días no ha tenido el suficiente éxito en la taquilla, se acabó. No tiene futuro. Los cineastas deben reaccionar, por supuesto, pero el público debe aprender a apreciar películas donde no explote una bomba cada 20 segundos. Debe disociar los conceptos entretenimiento y lobotomía".

A ello cabe a...

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Tom DiCillo, jurado de la sección oficial del certamen, lo tiene claro: "Ya no hay diferencia entre el cine independiente y el de Hollywood. La clave está en que el concepto de éxito sea el mismo para ambos. Si un largometraje independiente de bajo presupuesto se estrena en Nueva York y a los tres días no ha tenido el suficiente éxito en la taquilla, se acabó. No tiene futuro. Los cineastas deben reaccionar, por supuesto, pero el público debe aprender a apreciar películas donde no explote una bomba cada 20 segundos. Debe disociar los conceptos entretenimiento y lobotomía".

A ello cabe añadir que desde hace tiempo las grandes productoras de Hollywood tienen empresas subsidiarias o colaterales dedicadas a un tipo de producción cinematográfica que se asemeja al llamado cine independiente, producciones de bajo coste y en las que el realizador tiene un control mayor sobre el producto final. Éxitos de taquilla tan importantes como los que obtuvieron El graduado o Easy Rider, producciones realizadas al margen del poder cinematográfico establecido, removieron el ambiente y las butacas de los ejecutivos, y con el pragmatismo que caracteriza a la industria estadounidense decidieron asimilar sus enseñanzas en lugar de declarar la guerra abierta.

"El que narcotrafica es un fantasma para sus hijos, para su esposa, para el prójimo"
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Silver City es el último filme de John Sayles, uno de los representantes más cualificados del llamado cine independiente. Ayer se proyectó a concurso en el festival y todo parece indicar que puede optar a uno de los premios y, lo que es más importante siguiendo a DiCillo, a un apreciable éxito en la taquilla.

Sayles ha realizado un buen filme en el que la sátira política se integra en un ortodoxo relato de novela negra. Un thriller en el que la ironía predomina sobre la sangre y en el que respetan escrupulosamente todos los ingredientes del género: detectives privados, políticos corruptos, financieros codiciosos y sin escrúpulos, un cadáver, asesores de campaña, rubias peligrosas, inmigrantes sin papeles y un candidato a las elecciones para gobernador de Colorado magistralmente interpretado por Chris Cooper y del que hasta el propio George Bush, si viera la película, se daría cuenta de que es él mismo, es decir, un candidato torpe, inculto y fácilmente manejable por las pirañas financieras. La aparición del cadáver de un trabajador mexicano ilegal es el punto de partida para que un investigador privado (Danny Huston) vaya desvelando paulatinamente la corrupción político-económica del Estado, la manipulación y control de los medios de comunicación, el submundo de los cabecillas mafiosos que trafican con los espaldas mojadas, la decadencia sin paracaídas de las hijas de los poderosos y la relativa eficacia de las webs marginales y alternativas. Y todo narrado con un estilo cinematográfico que recuerda al de los buenos artesanos del cine de los años cuarenta y cincuenta, capaces de filmar un buen melodrama o un espléndido thriller sin más pretensiones que demostrar el dominio del oficio. Silver City no tiene la brillante realización de Chinatown o Muerte entre las flores, por ejemplo, pero es un excelente relato cinematográfico basado en un similar guión y con un reparto colectivo de altura. Nombres como los de Richard Dreyfus, Daryl Hannah, Miguel Ferrer, Tim Roth o Kris Kristofferson comparten con los citados Cooper y Huston un rutilante casting que difumina aún más la ya de por sí borrosa frontera entre lo independiente y Hollywood.

Un último dato para el posible esclarecimiento de la cuestión industrial: Silver City, con el apoyo legítimo de ese espléndido reparto y el no menos legítimo derecho que le otorga su calidad, tiene asegurada una distribución internacional potente. Omagh, el extraordinario filme británico-irlandés de Peter Travis, no había sido comprada, al menos hasta el pasado martes, por ninguna distribuidora española.

El segundo largometraje presentado ayer a concurso, Sumas y restas, del colombiano Víctor Gaviria y coproducción colombiano-española, es un correcto y duro filme sobre la vida y la muerte de quienes trafican con la cocaína en Medellín, sobre las relaciones de los llamados traquetos (nombre que proviene del ruido que producen las ametralladoras al disparar) y la ciudadanía antioqueña, una conexión entre quienes manejan millones de dólares en metálico y quienes son incapaces de resistir la inmediata facilidad de los beneficios. Un mundo intenso, arrollador, en el que la vida humana no vale nada. "El narcotráfico nos ha convertido en fantasmas en un país donde tenemos que estar escondidos", explica Víctor Gaviria. "Una persona que narcotrafique es un fantasma para sus hijos, para su esposa, para el prójimo. No es posible hacer democracia sobre la base de un negocio clandestino. No podemos hacer un país en la clandestinidad".

John Sayles (a la izquierda) y el actor Danny Huston, en San Sebastián.JESÚS URIARTE
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