Reportaje:VIOLENCIA EN IRAK

Un deseo inconfesable

La Casa Blanca necesitaba elementos para dar una nueva explicación, máxime durante la campaña electoral

La Administración de Bush ha preparado cuidadosamente la recepción del informe que el Irak Survey Group (IGS), la división de 1.200 expertos militares norteamericanos enviados en junio de 2003 a Bagdad, dará a conocer en las próximas semanas. El ex inspector de la ONU, David Kay, se trasladó a la capital iraquí por decisión del presidente Bush, quien le puso al frente del IGS con el objetivo de encontrar las armas químicas, nucleares y biológicas, cuya presunta existencia dio lugar a la invasión el 19 de marzo de 2003.

Kay se reunió con Bush en la Casa Blanca y le explicó que ins...

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La Administración de Bush ha preparado cuidadosamente la recepción del informe que el Irak Survey Group (IGS), la división de 1.200 expertos militares norteamericanos enviados en junio de 2003 a Bagdad, dará a conocer en las próximas semanas. El ex inspector de la ONU, David Kay, se trasladó a la capital iraquí por decisión del presidente Bush, quien le puso al frente del IGS con el objetivo de encontrar las armas químicas, nucleares y biológicas, cuya presunta existencia dio lugar a la invasión el 19 de marzo de 2003.

Kay se reunió con Bush en la Casa Blanca y le explicó que insistir en el asunto de los arsenales no conduciría a nada. Sus inspectores habían revisado la mayor parte del territorio de Irak y no habían aparecido. Le dijo que sí se habían encontrado indicios de que Sadam quería fabricar armas de destrucción masiva y que existía algún programa en ese sentido. Kay dimitió en enero de 2004, y en los meses siguientes aseguró que los arsenales nunca habían sido reconstituidos por Sadam después de su destrucción, a mediados de los años noventa. Bush nombró a Charles Duelfer, otro ex inspector de la ONU, para continuar la infructuosa búsqueda. Es él quien ha elaborado el informe que se dará a conocer en las próximas semanas.

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El pasado 28 de julio, Kay ofreció un informe a la Conferencia de Seguridad Nacional en el que insistió: la existencia de armas de destrucción masiva en Irak es una quimera. "A menos que el presidente Bush admita que las armas no están allí, carecerá de autoridad para abordar las necesarias reformas de los organismos de inteligencia para enfrentar los problemas de seguridad nacional de la próxima generación. La esperanza de que esas armas puedan ser encontradas en Irak es una ilusión", señaló.

Era evidente, pues, que la Casa Blanca necesitaba elementos para dar una nueva explicación, máxime durante la campaña electoral. Se trataba de poner, ahora, el énfasis en la intención de fabricar las armas por parte del régimen iraquí. Era la misión de Duelfer.

A partir de mediados de agosto, Bush comenzó, en sus discursos de campaña, a hablar de la "creciente amenaza" que representaba Sadam, es decir, de una amenaza potencial, no inminente. El 13 de agosto, en Beaverton (Oregón), Bush dijo: "Yo pensaba, como todos, que íbamos a encontrar esos depósitos. No los hemos encontrado, lo admito. Pero sí sabemos que Sadam tenía capacidad para fabricar armas. Y después del 11 de septiembre, ¿cómo podíamos correr el riesgo de que entregara esa capacidad al enemigo?". Días más tarde Bush volvió al asunto en idénticos términos.

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Todo el escenario, pues, está preparado. La nueva versión es: Sadam no tenía depósitos de armas de destrucción masiva, pero poseía intención de fabricarlas. Duelfer, según ha trascendido, aportará muchos datos para ilustrar la nueva versión de Bush.

El Comité de Inteligencia del Senado calificó, en su informe sobre las armas de destrucción masiva, que la CIA se basó en datos parciales e interesados. Todo esto será sepultado, en las próximas semanas, por el informe Duelfer, que Bush utilizará para justificar la invasión: Sadam no tenía armas, es cierto, pero deseaba conseguirlas. Una escandalosa versión de su guerra preventiva.

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