Cartas al director

Comida, medio ambiente y salud

La carta escrita por Jesús López Tapia que apareció el domingo 18 de julio me ha hecho pensar un poco sobre las conexiones que existen entre nuestras costumbres alimentarias, la industria alimentaria, el medio ambiente y nuestra salud. Para entender esta problemática hay que observar qué relación tenemos con los alimentos. La mayoría de nosotros no nos preocupamos de lo que comemos. Ignoramos su origen y los métodos de producción. Desconocemos los costes tanto humanos (explotación de niños en plantaciones de café, cacao, té...) como medioambientales (tala indiscriminada de la selva amazónica p...

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La carta escrita por Jesús López Tapia que apareció el domingo 18 de julio me ha hecho pensar un poco sobre las conexiones que existen entre nuestras costumbres alimentarias, la industria alimentaria, el medio ambiente y nuestra salud. Para entender esta problemática hay que observar qué relación tenemos con los alimentos. La mayoría de nosotros no nos preocupamos de lo que comemos. Ignoramos su origen y los métodos de producción. Desconocemos los costes tanto humanos (explotación de niños en plantaciones de café, cacao, té...) como medioambientales (tala indiscriminada de la selva amazónica para la producción barata de carne para las hamburguesas, utilización abusiva de pesticidas, modificación genética de plantas y animales...). Y todo esto sin hablar de cómo se trata a los animales destinados a la producción de carne y sus consecuencias para nuestra salud (todavía tengo fresco en la memoria lo de las vacas locas).

Por si fuera poco, nuestros alimentos están llenos de edulcorantes, aromatizantes, conservantes, estabilizantes y otros "visitantes", que en algunos casos están justificados, pero no siempre, ya que lo que la industria alimentaria realmente pretende es criar a una legión de fieles consumidores adictos a determinados productos y sabores. Además, la mayoría de estos productos, si no nos intoxican (porque hay que ver la cantidad de personas que sufren de tener algún tipo de alergia), nos ponen obesos, con lo que nos gastamos miles de millones en cremas, pastillas y demás para tener la línea ideal. Es obvio que el sistema en el que vivimos falla, pues mientras nosotros luchamos con problemas de sobrepeso hay países donde la gente pasa hambre.

Tenemos que darnos cuenta de que la comida tiene un precio y hay que pagarlo; de lo contrario, ese precio lo pagará nuestra salud, el medio ambiente y otros pueblos. Es mejor ahorrar un poco más en la factura del móvil, en tabaco, alcohol y en modas tontas que cuestan tanto. Quizás así tendríamos un poco más de dinero para disfrutar de la comida, cocinando y comiendo en compañía de nuestra familia y amigos. Esto es una fuente de salud, de cultura y del buen vivir.

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