Cartas al director

Fungairiño

Ni por mi edad ni por ser profesor de historia política soy ya fácilmente escandalizable. Pero el que el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, ose reírse descaradamente, contando evidentes mentiras, no sólo de una Comisión del Parlamento nacional, sino también de los casi 200 muertos del 11-M, víctimas de esa tragedia, de sus familiares y de todos los españoles de bien, supera lo que mi estómago puede soportar.

Y a ello se añade encima el que ese mismo día la jueza Palacios se haya visto por fin obligada a aceptar, tras negarse dos veces, el investigar el accidente d...

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Ni por mi edad ni por ser profesor de historia política soy ya fácilmente escandalizable. Pero el que el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, ose reírse descaradamente, contando evidentes mentiras, no sólo de una Comisión del Parlamento nacional, sino también de los casi 200 muertos del 11-M, víctimas de esa tragedia, de sus familiares y de todos los españoles de bien, supera lo que mi estómago puede soportar.

Y a ello se añade encima el que ese mismo día la jueza Palacios se haya visto por fin obligada a aceptar, tras negarse dos veces, el investigar el accidente de los 62 militares muertos del Yak-42. Hechos estos que, como muchos otros, ponen cruelmente al desnudo hasta qué punto hasta la administración de la justicia fue pervertida por el Gobierno del PP, que menospreciaba y quería ocultar debajo de la alfombra incluso los cadáveres de las personas muertas por su, digamos, para limitarnos a lo ya reconocido por escrito por el mismo Aznar, su "negligencia".

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