Crítica:

A vuelo de pájaro

En los años cincuenta ser ecólogo era un lujo intelectual al alcance de muy pocos. Y ser ecologista, una excentricidad. José Antonio Valverde decidió, a los 19 años y con tuberculosis ósea, que quería "hacer algo de provecho", y como de lo que sabía era "de pájaros", pidió a sus amigos que los recolectaran para él, que se dedicaba a clasificarlos en la cama. Y es que "era furaño y enclenque, por lo que diose a criar gallinas y observar bichos, de que sacó gran provecho", según cuenta él mismo. Tanto provecho sacó, y tanta fuerza de su enclenque cuerpo, que fue capaz de crear una obra científic...

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En los años cincuenta ser ecólogo era un lujo intelectual al alcance de muy pocos. Y ser ecologista, una excentricidad. José Antonio Valverde decidió, a los 19 años y con tuberculosis ósea, que quería "hacer algo de provecho", y como de lo que sabía era "de pájaros", pidió a sus amigos que los recolectaran para él, que se dedicaba a clasificarlos en la cama. Y es que "era furaño y enclenque, por lo que diose a criar gallinas y observar bichos, de que sacó gran provecho", según cuenta él mismo. Tanto provecho sacó, y tanta fuerza de su enclenque cuerpo, que fue capaz de crear una obra científica de primera categoría, además de sacar adelante proyectos de conservación tan importantes como el actual Parque Nacional de Doñana.

Los siete tomos de las memorias de Valverde (1926-2003) son un apasionado viaje interior y exterior, un honrado repaso de una vida dedicada a conocer el mundo que nos rodea y deducir, mediante el conocimiento de otras especies, rasgos fundamentales de la nuestra. Gracias a sus trabajos en etología y evolución humana, por ejemplo, se puso de manifiesto la importancia de la alimentación con semillas de leguminosas y gramíneas para nuestra evolución, aunque, tal y como narra el editor, Benigno Varillas, esto fue "una espina en su vida", puesto que quien lo publicó en inglés fue un investigador estadounidense, al que se le reconocen los méritos de este hallazgo.

Hasta la fecha han apareci-

do Orígenes castellanos, En el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Sáhara, Guinea, Marruecos, los tres primeros volúmenes de una obra que estará completa a final de este año. En los primeros, Valverde establece las bases de lo que será su vida intelectual y profesional. El primer aprendizaje de la naturaleza, el posterior afinamiento, autodidacta primero y reglado después -se licenció y doctoró en biológicas a los 33 años y en muy poco tiempo- y su particular Beagle, sus viajes africanos. Una muestra de su capacidad para alcanzar los objetivos previstos se encuentra en su viaje al Sáhara, que fue posible gracias a una carta que envió a Franco "al fin y al cabo un africanista", en la que insistía en la importancia de estudiar "el único trozo ornitológicamente en blanco de África; que eso era una vergüenza nacional".

Con un estilo directo y divertido, la obra resulta extraordinariamente amena. En ella se mezclan las investigaciones que dan lugar a sus numerosos libros, algunos clásicos en su especialidad, con las anécdotas de la vida cotidiana, de manera que la peripecia vital, incluido el tiempo en que le tocó vivirla, puede comprenderse perfectamente. Y también su participación en el nacimiento de dos de las organizaciones científicas y conservacionistas de más raigambre, la Sociedad Española de Ornitología (SEO), hace 50 años, y la Asociación para la Defensa de la Naturaleza (Adena), en 1968.

De la ya venerable SEO, precisamente, acaba de aparecer una extensa historia redactada por el periodista Joaquín Fernández. Se trata de un pormenorizado estudio que hunde sus raíces más allá de 1954 para tratar de entender cómo surgió esta asociación, de qué fuentes bebió. No en vano el autor ha buceado en la historia del ecologismo en anteriores trabajos, de manera que se remonta hasta el siglo XIX y las primeras publicaciones pedagógicas para recorrer el camino que lleva del elogio y la caza al conocimiento y la protección. Son, quizá, las dos facetas que han hecho importante a la SEO, cada una de ellas representada, aunque sea con trazo grueso, en dos de sus padres fundadores, ambos fallecidos el año pasado: Francisco Bernis, el gran ornitólogo, la ciencia pura, y José Antonio Valverde, el gran movilizador, la conciencia ambiental.

El detalle de estos 50 años en defensa de las aves permite adentrarse por la intrahistoria de la conservación en este medio siglo y comprobar, entre escandalizado y admirado, cómo hemos llegado hasta aquí. Desde la creación de Doñana, gracias a que Valverde logró comprar fincas con dineros ingleses antes de interesar a la Administración española, hasta la defensa de la última ZEPA (zona de especial protección de aves) para que no sea atravesada por una autopista. Eso sí, en un libro que se utilizará, y mucho, como consulta, se echa en falta un índice onomástico que, esperemos, sí tendrá el último tomo de las memorias de Valverde, quien, como él mismo dice en lo que podría ser su epitafio, "fuese homo alegre de haber vivido, más non pesaroso de dexallo".

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