Columna

La ruina temática

Cualquier empresario sensato ya hubiese desguazado Terra Mítica debido a su fracaso económico. Parece claro que después de tres ejercicios deficitarios, con aumentos y encogimientos del capital, está claro que el invento no ha respondido a las expectativas que suscitó entre sus promotores y más próximos beneficiarios. Los financieros institucionales y privados que lo sostienen se han hartado de quemar recursos y los hay que se resignarían a pechar con las pérdidas acumuladas si son eximidos de ulteriores desembolsos. Que se sepa, ninguno de ellos se ha mostrado entusiasmado en prolongar el sac...

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Cualquier empresario sensato ya hubiese desguazado Terra Mítica debido a su fracaso económico. Parece claro que después de tres ejercicios deficitarios, con aumentos y encogimientos del capital, está claro que el invento no ha respondido a las expectativas que suscitó entre sus promotores y más próximos beneficiarios. Los financieros institucionales y privados que lo sostienen se han hartado de quemar recursos y los hay que se resignarían a pechar con las pérdidas acumuladas si son eximidos de ulteriores desembolsos. Que se sepa, ninguno de ellos se ha mostrado entusiasmado en prolongar el sacrificio que, tal como evoluciona la coyuntura de este sector ocioso, podría ser indefinido.

Faltos de cualificación y experiencia en este negocio temático nos abstenemos de diagnosticar su futuro, que quisiéramos brillante y rentable. Pero con una condición: que no nos cueste colectivamente un ojo de la cara y encima hayamos de creer que es una bendición. Por lo pronto, dejemos claro que no todos los estamentos y ciudadanos valencianos participamos con el mismo interés. A unos les conviene más que a otros, y a la inmensa mayoría le trae al fresco la cuenta de explotación de ese mal negocio. Una puntualización necesaria a la vista de la cruzada misional que promueven varios prohombres del PP indígena para persuadirnos de que nuestra bonanza comunitaria está vinculada a la de Tierra Mítica y de que es un ignorante o ceporro quien opina otra cosa. Bonita manera de invocar la solidaridad.

A unos les conviene más que a otros, decíamos, y resulta obvio que el partido que gobierna la autonomía, patrocinador de este tinglado lúdico, es el más interesado en no echar su cierre siendo así que Tierra Mítica se ha constituido en el mascarón de proa de la política zaplanista. En segundo plano habría citar a la industria turística de Benidorm, aunque está por cuantificar cómo incide el parque en la economía de la villa. Por último, si alguien habría de contribuir a la salvación del invento son los inversores que han percibido plusvalías del entorno temático. Todos estos, y los financieros que libremente quieran, son los llamados a sacarle las castañas el fuego al PP. No los dineros públicos de la Generalitat ni los cautivos en las cajas de ahorro aunque estén políticamente cautivas.

Se comprende que los empresarios proclives al partido que gobierna y los mismos gobernantes nos exhorten a salvar Tierra Mítica y pongan como ejemplo la contribución de La Caixa catalana a la flotación de Port Aventura. Se comprende, pero no deja de ser un alarde de cinismo cuando tan renuentes son estos caballeros acerca de cuanto procede de nuestros primos del norte. Ahora, sin embargo, ensalzan un ejemplo que, posiblemente y a pesar de la vitola no nos vale en esta ocasión. Entre otras razones, porque los recursos de dicha entidad no son homologables a los de las cajas valencianas. Pero es, por lo que se adivina, el único argumento que tienen a mano, si no mencionamos, por perversa, la invocación al patriotismo provincial de Alicante. Razones de más fuste habrán de exhumar los populares para justificar las inversiones que hoy reclaman así como las megalomanías cometidas y que pronto les saldrán a la cara: Teatro de la Ópera, Ciudad de la Luz y Ciudad del Teatro. ¿Cómo habrá de pagarse y sostenerse esta ruina mítica que será la estela del PP?

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