Juan Pablo II: "Tienen un primer ministro joven y eso es bueno"

"Tienen un primer ministro joven, y eso es bueno", dijo Juan Pablo II. "Sí, es bueno", asintió José Luis Rodríguez Zapatero. La entrevista del presidente del Gobierno con el Papa terminó con estas palabras audibles, porque a continuación el Pontífice, más lleno de energía y con una dicción más clara que en otras ocasiones recientes, siguió diciendo algo en voz baja mientras tomaba los brazos de su huésped y los agitaba con un gesto que parecía apremiante.

El acto había comenzado con todo el ceremonial vaticano de rigor, a partir del habitual recorrido por las salas Clementina, la de San...

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"Tienen un primer ministro joven, y eso es bueno", dijo Juan Pablo II. "Sí, es bueno", asintió José Luis Rodríguez Zapatero. La entrevista del presidente del Gobierno con el Papa terminó con estas palabras audibles, porque a continuación el Pontífice, más lleno de energía y con una dicción más clara que en otras ocasiones recientes, siguió diciendo algo en voz baja mientras tomaba los brazos de su huésped y los agitaba con un gesto que parecía apremiante.

El acto había comenzado con todo el ceremonial vaticano de rigor, a partir del habitual recorrido por las salas Clementina, la de San Ambrosio, la del Ángulo, la de los Papas, la de la Capilla de Urbano VIII, y al menos otra media docena más que se suceden hasta la entrada de la biblioteca privada.

Ente tapices de Rafael, cuadros de Durero, Van der Weyden o el Greco y cerámicas de Luca della Robbia, avanzó con paso solemne la delegación española, flanqueada por gentilhombres y mayordomos en frac. La integraban, además del presidente del Gobierno, el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos; el embajador de España ante la Santa Sede, Jorge Dezcallar; el consejero de política internacional del presidente, Carlos Casajuana, y la directora de Asuntos Religiosos, Mercedes Rico, entre otras personas. Todas recibieron al final el rosario, que el Papa entrega a las mujeres, o la medalla del Pontificado, para los hombres.

Juan Pablo II y el presidente del Gobierno intercambiaron, además, regalos, como es habitual en estas audiencias. El del Papa fue el mismo que recibió hace seis meses el entonces jefe del Ejecutivo José María Aznar, un juego de 20 medallas de plata sobre las que van grabadas los 20 misterios del rosario.

Cuestiones internacionales

El regalo de Zapatero fue una obra de Rafael Canogar, una composición de dos piezas, una roja y otra negra, enmarcadas en una caja con tapa cuadrada de cristal de 62 centímetros de lado. Lo normal es que estas obras pasen a los museos vaticanos.

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Tras la entrevista con el Papa, la delegación española se reunió con el cardenal secretario, Angelo Sodano, durante cerca de una hora. Las cuestiones internacionales, especialmente América Latina y Europa, centraron la entrevista. Sodano, como el Pontífice, lamentó que no se haya incluido la referencia a las raíces cristianas en la Constitución europea.

En una breve declaración hecha a pie de coche, a la salida de la plaza de San Pedro, Rodríguez Zapatero destacó su "voluntad de mantener una relación abierta, de diálogo con el Vaticano, con la Conferencia Episcopal española y con la Iglesia en general".

Por un fallo de la organización, los periodistas que seguían la visita fueron literalmente expulsados de la plaza de San Pedro, a fin de garantizar que las declaraciones de Zapatero se produjeran fuera de territorio vaticano. Toda una muestra de la firmeza que puede desplegar la Iglesia. Decenas de turistas españoles saludaron efusivamente al presidente.

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