CUMBRE DEL G-8

Bush y Chirac sellan su reconciliación

"No espero más tropas de la OTAN en Irak. No sería realista", asegura el presidente de Estados Unidos

"Cumbre exitosa", la sonrisa a flor de labios, fueron las dos primeras palabras con las que el presidente norteamericano, George W. Bush, resumió el resultado de la reunión anual de los siete países más industrializados del mundo (EE UU, Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Italia, y Canadá) más Rusia, clausurada ayer en Savannah (Georgia). Bush aclaró que no está pidiendo el envío de tropas de la OTAN a Irak sino otro tipo de apoyo logístico, como el entrenamiento de fuerzas militares y de seguridad iraquíes. EE UU sacó adelante su plan para Oriente Próximo (un nuevo envoltorio de la invasi...

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"Cumbre exitosa", la sonrisa a flor de labios, fueron las dos primeras palabras con las que el presidente norteamericano, George W. Bush, resumió el resultado de la reunión anual de los siete países más industrializados del mundo (EE UU, Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Italia, y Canadá) más Rusia, clausurada ayer en Savannah (Georgia). Bush aclaró que no está pidiendo el envío de tropas de la OTAN a Irak sino otro tipo de apoyo logístico, como el entrenamiento de fuerzas militares y de seguridad iraquíes. EE UU sacó adelante su plan para Oriente Próximo (un nuevo envoltorio de la invasión de Irak) y restañó las heridas con los aliados de la otrora Vieja Europa (Francia y Alemania) tanto en la ONU como en el G-8.

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La imagen más representativa de la nueva relación personal y política entre Bush y los líderes europeos fue la que se difundió ayer por la mañana (tarde en España) en las televisiones de todo el mundo. Bush y Chirac, cada uno en chaqueta y camisa, sin corbata, sonriendo, mientras se susurraban secretos bajo los flashes.

"Es bueno haber tenido un nuevo intercambio de ideas con Jacques Chirac. Hemos hecho una maravillosa visita a París. Y, de nuevo, quiero agradecerte tu hospitalidad. La comida fue soberbia, la hospitalidad afectuosa", dijo Bush en alusión a su reciente visita a Francia para conmemorar el 60º aniversario del desembarco de Normandía. Chirac no se quedó atrás. Forofo de la popular cerveza norteamericana Bud y del cheeseburger, hamburguesa con queso, Chirac, aunque algo forzado, le echó flores. "Le quiero agradecer una vez más su hospitalidad. El presidente ha sido amable al mencionar la cocina francesa, pero puedo decirle de que en estos días pasados, esta cocina, aquí en América, no tiene nada que envidiar a la francesa. Y le he pedido al presidente que le dé mi enhorabuena al chef".

Al presentar su visión del G-8, Bush apareció relajado, más maestro de ceremonias que presidente, y su discurso puso mayor énfasis en las bromas -muy celebradas con risas de los periodistas en Sea Island y, por conexión, en Savannah- y la simpatía que en los contenidos.

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Bush aclaró, sin ambages, que nadie debe esperar en la próxima cumbre de la OTAN, en Turquía, a finales de junio, una propuesta de Washington para que la organización envíe tropas a Irak. Bush, preguntado por las objeciones de su nuevo amigo Chirac, sonrió antes de contestar: "Hemos sugerido en el G-8 que se escuche lo que tiene que decir Irak sobre sus necesidades de seguridad. Si ellos piden, por ejemplo, entrenamiento de policías o agentes de seguridad, puede ser la OTAN quien asuma el trabajo". Y aclaró, en línea con lo que antes ya había precisado su asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice: "No espero más tropas de la OTAN en Irak [refiriéndose a los países miembros que han enviado soldados]. No sería realista. Si el nuevo Gobierno pide entrenamiento, la OTAN, pensamos, podría tener un papel en ello", subrayó Bush.

El mandatario estadounidense presentó todas las propuestas aprobadas en el G-8 (ver acuerdos en esta página) como resultado de la iniciativa de EE UU. Hizo especial hincapié en el lanzamiento del llamado Amplio Oriente Próximo, en la que dijo algo que Francia y Alemania, especialmente, querían escuchar. A saber, que las reformas democráticas y económicas sólo podrán prosperar si nacen desde las propias sociedades civiles.

El presidente norteamericano tuvo una rueda de prensa espectáculo. Como es su costumbre, llamó a los periodistas por su nombre de pila y por sus cariñosos diminutivos. Un ambiente familiar, hilarante. Incluso las preguntas incómodas, las torturas en Abu Ghraib, que Bush orilló sin resistencias, o las inexistentes armas de destrucción masiva en Irak, no empañaron la jornada. Sobre esas armas, Bush vaciló: "Ehh... No hay conclusión final todavía... Sé que Sadam Husein tenía capacidad para fabricarlas... y las usó... Esperemos que Charlie [Charles Duelfer, responsable del grupo de EE UU nombrado por la CIA para buscar armas en Irak] termine sus conclusiones finales". Bush, al finalizar, pidió a Dios que bendiga a todos los presentes. Y la sala de Sea Island rompió en aplausos, lo que tampoco es una novedad.

El primer ministro británico, Tony Blair, explicó que tampoco él solicitaba el envío de tropas de la OTAN a Irak y que el problema es la formación de las fuerzas militares iraquíes. Chirac, según Blair, no ha cerrado las puertas a ello. El presidente francés, que ha sido en todo momento la referencia, explicó que si la OTAN asume un papel activo en Irak ello reforzaría el prejuicio del llamado "choque de civilizaciones entre Occidente y el Oriente musulmán". Dijo, empero, que estudiará "en detalle" lo que pida el nuevo Gobierno iraquí en relación con el adiestramiento de las fuerzas de seguridad.

El presidente de Francia, Jacques Chirac (izquierda), ayer en Sea Island junto a George W. Bush.REUTERS

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