OPINIÓN DEL LECTOR

Soluciones imaginativas

¿Cómo se puede pretender justificar la introducción de transgénicos para aumentar la producción en el actual contexto de una Política Agraria Comunitaria (PAC), que se está reformando con vistas a desvincular las subvenciones de la producción, garantizando las rentas de los agricultores no tanto en cuánto se produce sino a cómo se produce?

La argumentación no se sostiene y evidencia una estrategia de confusión, aprovechando el temor de los agricultores a las dificultades que supone adaptarse a esta nueva situación, seguro más compleja pero no por eso necesariamente negativa.

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¿Cómo se puede pretender justificar la introducción de transgénicos para aumentar la producción en el actual contexto de una Política Agraria Comunitaria (PAC), que se está reformando con vistas a desvincular las subvenciones de la producción, garantizando las rentas de los agricultores no tanto en cuánto se produce sino a cómo se produce?

La argumentación no se sostiene y evidencia una estrategia de confusión, aprovechando el temor de los agricultores a las dificultades que supone adaptarse a esta nueva situación, seguro más compleja pero no por eso necesariamente negativa.

Mientras, los partidarios de la introducción de transgénicos se alían con los intereses de las multinacionales que los controlan, a sabiendas de que en ese modelo de agricultura industrial sólo unos pocos ganan, y que supondrá no sólo el fin de lo que conocemos como agricultura ecológica sino también de la convencional.

Lo inadmisible es que en su campaña propagandística pro-transgénicos digan defender los intereses generales de los agricultores.

No es cierto, lo importante para el agricultor es que se adopten soluciones imaginativas que hagan compatible la agricultura en Andalucía con objetivos que no deben entenderse como impuestos por Europa sino compartidos.

Porque, de qué se duda, de que sea malo no tener que condicionar las subvenciones a la producción, sea ésta del tipo que sea, o por el contrario la ayuda deba tener una clara finalidad social y ambiental, garantizando las rentas de los agricultores que viven de la tierra, no de los grandes propietarios que la tienen garantizada para siempre, con un mayor apoyo a los que desarrollen prácticas agrícolas no contaminantes y que ayuden a conservar la biodiversidad asociada a la práctica agrícola, sin que eso suponga subvencionar productos que permitan ponerlos en el mercado internacional a precios por debajo del coste de producción, con la consecuente ruina de los campesinos de los países empobrecidos.

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Pero, además, ni siquiera es cierto que se aumentará la producción. La campaña pro-transgénicos ha comenzado con el algodón que, como cultivo industrial, provocará menos rechazo.

Sin embargo, la ineficacia de los transgénicos ofertados es patente , así, el salvador algodón transgénico BT, al incorporar la toxina en la propia planta y exponerla de forma continua al parásito, garantiza la generación de variedades resistentes, inutilizando la aportación de un importante aliado, el bacillus thuringuensis que actualmente puede emplearse incluso en agricultura ecológica.

Una vez abierta la veda sólo quedará inundar nuestros campos y cestas de la compra de productos manipulados genéticamente, y todo no para satisfacer necesidades humanas sino para monopolizar la alimentación mundial en pocas manos y hacer negocio, dejando de lado los mínimos exigibles de seguridad y soberanía alimentarias.

Atención por tanto a los otros agricultores para que no se dejen arrastrar a un callejón sin salida que sólo beneficia a los de siempre.

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