Columna

La monserga

Ahora en que uno ha decidido volver donde debía, es decir, a la tierra que le vio nacer, y convertirse en súbdito del molt honorable Francisco Camps y de la excelentísima alcaldesa Rita Barberá, resulta que se encuentra con la misma monserga con que se trataba de acaparar la atención de mis conciudadanos cuando abandoné, por tercera y última vez, esta bendita tierra hace 22 años. Pensaba que la monserga a que me refiero -País Valenciano, sí, País Valenciano, no; catalán, no, valenciano, sí- había pasado a la historia, y algunos políticos de la derecha y lletraferits de no se sabe...

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Ahora en que uno ha decidido volver donde debía, es decir, a la tierra que le vio nacer, y convertirse en súbdito del molt honorable Francisco Camps y de la excelentísima alcaldesa Rita Barberá, resulta que se encuentra con la misma monserga con que se trataba de acaparar la atención de mis conciudadanos cuando abandoné, por tercera y última vez, esta bendita tierra hace 22 años. Pensaba que la monserga a que me refiero -País Valenciano, sí, País Valenciano, no; catalán, no, valenciano, sí- había pasado a la historia, y algunos políticos de la derecha y lletraferits de no se sabe dónde, habían decidido, asimismo, abandonar su complejo de inferioridad. Pero no es así. Parece ser que algunos pretenden que en Valencia "vuelva a amanecer". A "su" amanecer. El de ellos. Un amanecer poblado de nubarrones tormentosos que vienen a ocultar el magnífico y esplendoroso sol nuestro. No me refiero al sol meteorológico, sino al sol de nuestra identidad, de nuestra cultura, de nuestra historia. ¡Qué le vamos a hacer! Paciencia y volver a barajar. Somos, ya lo decía en estas páginas el viernes pasado, un País Mítico. J. V. Marqués lo denominó "país perplex". La derecha que nos gobierna olvida -o tal vez ignora, que es peor- la nómina de ilustres valencianos pertenecientes a su sector que, viendo la actuación de sus actuales representantes organizando esta monserga, se mondarían de risa o se morirían de pena. Hablo, por ejemplo, de un Ferrandis Luna, de un González Martí, presidente que fue de Lo Rat Penat, o de un Martí Domínguez, por poner unos ejemplos. Que a estas alturas estén todavía con si "valenciano o catalán", resulta patético. Lo mismo se podría decir de los lletraferits ubicados en la marginalidad. Pero éste es el país que tenemos. El analfabetismo funcional conduce a estos desatinos. A esta pérdida de tiempo, a este vergonzoso ridículo.

Pero no hay más cera que la que arde. Menos mal que todavía hay quienes, andando, andando, van haciendo camino. Las universidades valencianas, por ejemplo, a pesar de los esfuerzos baldíos que políticos de nuestra derecha han llevado a cabo por controlarlas. País Mítico, País Perplex, País Inmisericordiable como dijo Fuster.

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