Reportaje:

El celo y la pasión del trío de las Azores

El periodista Bob Woodward relata en un libro la devoción entre Aznar y Bush y sus conversaciones previas a la invasión de Irak

Era el viernes 21 de marzo de 2003. Tras el bombardeo norteamericano para decapitar a Sadam Husein, la noche del 19 al 20 de marzo, las tropas de la 1ª División de la Marina de EE UU entraron en Irak por la frontera de Kuwait. Según cuenta en su nuevo libro Plan de ataque el periodista Bob Woodward, el presidente Bush llamó por teléfono al presidente del Gobierno español, José María Aznar, y le narró en detalle cómo había dado la orden de ir a la guerra por videoconferencia al comandante de las tropas, dos días antes. "Nunca te sientas solo en momentos como éste", dijo Aznar. "Tú...

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Era el viernes 21 de marzo de 2003. Tras el bombardeo norteamericano para decapitar a Sadam Husein, la noche del 19 al 20 de marzo, las tropas de la 1ª División de la Marina de EE UU entraron en Irak por la frontera de Kuwait. Según cuenta en su nuevo libro Plan de ataque el periodista Bob Woodward, el presidente Bush llamó por teléfono al presidente del Gobierno español, José María Aznar, y le narró en detalle cómo había dado la orden de ir a la guerra por videoconferencia al comandante de las tropas, dos días antes. "Nunca te sientas solo en momentos como éste", dijo Aznar. "Tú sabes que muchos de nosotros estamos contigo", añadió.

- "Lo sé totalmente", dijo Bush.

- "Cada vez que tomes asiento en tu despacho recuerda que estamos contigo. Siempre tendrás un bigote cerca de ti", apuntó, según Woodward, "el bigotudo líder español".

"La ONU", dijo Bush, "puede ayudar en muchas cosas, pero no debe dirigir el país"
Aznar le pidió a Bush que hablara con el Rey. "Me ayudaría mucho si llamaras a Juan Carlos"

En su relato, el periodista nombra a Aznar en 17 ocasiones. Al recapitular la historia de su decisión de ir a la guerra, Bush explica que "la libertad no es un regalo de EE UU al mundo. La libertad es el regalo de Dios a todos. Yo creo en esto".

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"¿No puede sonar esta convicción transformada en política concreta peligrosamente paternalista a los pueblos de otras naciones?", inquirió Woodward.

"A menos que seas la persona que va a ser liberada", respondió Bush, y añadió su deseo de trabajar con los líderes del Reino Unido, España y Australia en esa estrategia de liberación.

"Tony Blair, José María Aznar, John Howard, todos ellos comparten el mismo celo por la libertad. Es probable que parezca paternalista a algunas élites, pero ciertamente no lo es para aquellos a quienes vamos a liberar. Éstos aprecian el celo. Y la pasión", dijo Bush.

Woodward cuenta que Bush pidió un plan de ataque a Irak en noviembre de 2001 al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y narra los engranajes de la maquinaria bélica. El 12 de septiembre de 2002, Bush debía pronunciar un discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas. En su Administración, el secretario de Estado, Colin Powell, que ya estaba al corriente de los planes de guerra, insistía en que era necesaria una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. "Elegí la opción de una resolución", recuerda Bush. "Blair tuvo mucho que ver con ello". Y añade que antes de ir a la Asamblea General habló con el primer ministro australiano, John Howard, quien le expresó su apoyo al tiempo que le sugirió la necesidad de una resolución de la ONU. "Bush recuerda que recibió la misma recomendación del presidente [sic] español José María Aznar".

En diciembre de 2002, España estaba a punto de ingresar, a partir del 1 de enero de 2003, en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro electo, no permanente. Hacía más de un mes que se había aprobado la resolución 1441 sobre Irak. Bush interpretaba que era una patente de corso para ir a la guerra. Esa resolución exigía a Sadam Husein una declaración en la cual debía explicar la situación de las armas de destrucción masiva cuya eliminación el régimen iraquí sólo había acreditado parcialmente ante los inspectores de la ONU. Sadam contestó con un documento de 12.000 páginas.

El 18 de diciembre, Bush tuvo una reunión privada con "el presidente [sic] español, quien apoyaba una confrontación militar con Irak", señala el libro. "Con Aznar, Bush bramó contra el documento enviado por Irak sobre las armas", apunta el relato. "La declaración es nada, está vacía, es una tomadura de pelo y nosotros seremos juzgados por nuestra respuesta", dijo Bush a Aznar. Woodward añade: "El presidente explicó su posición personal en la que incluyó sin ambigüedad lo que pensaba hacer con Sadam". "En cierto momento, llegaremos a la conclusión de que basta ya y le tumbaremos. Es un mentiroso y no tiene intención de desarmarse".

El relato, basado en las notas del propio Bush sobre sus conversaciones con Aznar, señala que el presidente norteamericano creía que la resolución 1441 no podía ser "objeto de interpretación". Bush explicó a Aznar: "Si se toma la decisión de ir a la guerra, volveremos al Consejo de Seguridad. No vamos a solicitar permiso, pediremos el respaldo. Éste fue el acuerdo con los miembros del Consejo de Seguridad [en noviembre de 2002]. El Consejo de Seguridad no tendrá veto, pero cuantos más países respalden, más fácil será alcanzar un objetivo diplomático". Y agregó: "La guerra es mi última opción. Sadam Husein está usando su dinero para entrenar y ofrecer equipos a Al Qaeda con [armas] químicas, está dando acogida a terroristas".

A continuación, según el relato, ambos hablaron de la situación de Oriente Próximo. [Jacques] "Chirac dice que [Ariel] Sharon me está nublando la vista", dijo Bush. Y subrayó: "¡Toro!". Algunas veces, explica Woodward, "el presidente norteamericano llamaba a Sharon El Toro".

En ese momento, el intérprete interrumpió el diálogo. "Señor presidente, en inglés hay dos definiciones de la palabra toro". E indicó que podía ser un animal o basura.

"Aznar pareció coger el matiz", señala el relato.

"Traducir la palabra toro es uno de los grandes momentos de la diplomacia", dijo Bush a Aznar y al intérprete.

Después de las multitudinarias manifestaciones contra la guerra en toda España y en el mundo, el 15 de febrero de 2003, Bush recibió, el 22, a Aznar en su rancho de Crawford, Texas.

"Tuvieron una conversación telefónica a cuatro con Blair y [Silvio] Berlusconi. Todos estuvieron de acuerdo en proponer una segunda resolución de la ONU en la cual constaría que Sadam había 'incumplido' la previa resolución 1441", relata el libro. El 7 de marzo de 2003, Estados Unidos, Reino Unido y España copatrocinaron un borrador de esa segunda resolución.

A las 10 de la mañana del 14 de marzo de 2003, relata Plan de ataque, Bush anunció en el jardín de la Casa Blanca su acuerdo con una Hoja de Ruta para la paz en Oriente Próximo. "Fue otra concesión a Blair, quien le presionó para que no retrasara el plan de paz hasta la resolución del asunto de Irak", señala el libro. Poco después, el portavoz de Bush anunció una cumbre con Blair y Aznar en las islas Azores "para revisar esta diplomacia que ha llegado a su final".

El libro narra que el 16 de marzo, en las Azores, Bush comenzó por hacer un resumen de la situación. "Quizá finalmente un rayo ilumine las cosas y Chirac exprese su acuerdo con nuestra copatrocinada resolución, pero no habrá ninguna negociación", dijo Bush, porque ello supondría un retraso de "una semana, dos semanas o tres semanas". El relato señala que Bush "dejó en claro su posición de que la guerra empezaría en cuestión de días, no semanas. Si hubiera un retraso, la opinión pública no irá a mejor y en algunos países como EE UU estará peor".

Blair informó a sus colegas de que Chirac pedía que se les diera a los inspectores de la ONU otros 30 días más en Irak. "Olvídalo", dijo Bush. "Es una maniobra dilatoria". Bush explicó que Francia estiraría al máximo la cuerda para posponer la guerra. Los otros líderes parecían estar de acuerdo".

La diplomacia, concluyeron, había acabado. "Hubo algún intercambio sobre si tenían autorización legal para ir a la guerra. Vieron punto por punto la resolución 1441 y concluyeron que las serias consecuencias sobre las que allí se advertía a Sadam, caso de incumplir las exigencias de desarme, les proporcionaba autorización para la guerra".

"Voy a tener que pronunciar un discurso", dijo Bush. "Voy a tener que dar un ultimátum a Sadam Husein", y anunció que le daría 48 horas para salir de Irak.

Los tres analizaron después la posibilidad de que Francia, Rusia y algún otro país del Consejo quisiera introducir una propuesta de contrarresolución para dilatar la situación y forzar su votación. Blair, según el libro, advirtió: "Si otro país intenta introducir una nueva resolución con el único objetivo de provocar un retraso, tendríamos que verlo como un acto de hostilidad diplomática". Bush remachó: "Yo sería feliz si pudiera vetar algo que vayan a proponer". Al declarar terminada la fase diplomática, Bush les explicó: "Volveremos a la ONU para obtener otra resolución después de la guerra. La ONU puede ayudar en muchas cosas, pero no debe dirigir el país".

En la mañana del 17 de marzo, Bush llamó a Aznar para pedirle que se pusiera en contacto con el presidente de Chile, Ricardo Lagos. "¿Puedes hablarle y urgirle a que no intente una maniobra de último minuto?", preguntó Bush. Aznar dijo que así lo haría, y le pidió, a su vez, algo que necesitaba. "Mira, me ayudaría enormemente si pudieses llamar a [sic] Juan Carlos. Sólo como acto de presencia". Woodward señala que el Rey es el jefe del Estado español y si bien su figura es decorativa "es popular y toma juramento al presidente [sic] del país". Aznar quería, según el relato, "satisfacer al Rey".

"Buena idea", dijo Bush.

Una vez que se aseguró de que no habría una contrapropuesta en la ONU, Bush instruyó a su portavoz para que hablara con la prensa. Anunció que se retiraba la resolución, copatrocinada por EE UU, Reino Unido y España, y confirmó que esa noche Bush hablaría a la nación.

"Poco después, Bush pagó su deuda con Aznar", relata el libro, "y habló con el Rey durante cuatro minutos". Bush dijo: "Su Majestad, esto es lo que está pasando. Vamos a retirar la resolución y voy a hablar al pueblo norteamericano". Según el libro, el Rey agradeció cordialmente la llamada.

A la una de la tarde del 19 de marzo, 31 equipos de las Fuerzas de Operaciones Especiales norteamericanas ingresaron por el norte y oeste de Irak. Cuarenta y cinco horas más tarde, Bush habló con Aznar. Tuvieron una conversación de 20 minutos a través de la línea segura. "Tenemos que tratar de hablar en código", dijo Bush. "Las cosas están cambiando. Puede que tú no veas mucho lo que ocurre, pero el ritmo ha cambiado". Aún no había filtraciones sobre el avance de las tropas en Irak. Más tarde, le llegó información a Bush, a través de la CIA, de que era posible matar a Sadam con un bombardeo quirúrgico contra una granja donde estaría con sus hijos. Bush tomaría esa decisión la noche del 19 al 20 de marzo.

El 2 de abril, la semana en que caería Bagdad, Bush llamó por teléfono a Aznar. "Estamos perdiendo una parte de la guerra, la de la propaganda", explicó Bush.

El día en que los norteamericanos, con un puñado de iraquíes, tumbaron la estatua de Sadam en Bagdad, el 9 de abril, Bush habló a las 11.27, hora de Washington, con Aznar. "La estrategia está dando resultados, pero no nos verás haciendo bailes de la victoria ni nada porque en la parte norte del país las ciudades de Mosul, Kirkuk y Tikrit están en manos enemigas", añadió. Según Woodward, dos días antes se había bombardeado un restaurante donde se aseguraba que estaban Sadam y su hijos, sin que hubiera pruebas sobre el resultado. "Personalmente pienso que le hemos matado dos veces. Creo que matamos al auténtico Sadam el primer día y ayer matamos a su doble", señaló. Y respecto a las armas de destrucción masiva, explicó a Aznar: "Hay gran cantidad de túneles y cuevas allí. Tenemos que controlar las expectativas sobre eso. Va a llevar un rato remover los escombros y encontrar dónde se escondía la cosa".

George W. Bush y José María Aznar, en los jardines de La Moncloa en junio de 2001.GORKA LEJARCEGI

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