Las víctimas no perdonan al pederasta belga Dutroux

El fiscal defiende la tesis de la existencia de tráfico de niñas

El pederasta belga Marc Dutroux se levantó ayer del banquillo de los acusados para manifestar que lamenta el daño que infligió a sus víctimas. "Quiero decirle algo vulgar, váyase al infierno con sus excusas", respondió airada la joven Sabine Dardenne. "Es demasiado tarde", contestó a la ex mujer del pederasta la otra víctima viva, Laetitia Delhez, que ayer relató al tribunal su terrible experiencia.

Es un testimonio clave porque relaciona a Dutroux con una supuesta red de tráfico de niñas. Delhez ratificó que horas después de ser raptada le oyó a Dutroux decir por teléfono al que supues...

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El pederasta belga Marc Dutroux se levantó ayer del banquillo de los acusados para manifestar que lamenta el daño que infligió a sus víctimas. "Quiero decirle algo vulgar, váyase al infierno con sus excusas", respondió airada la joven Sabine Dardenne. "Es demasiado tarde", contestó a la ex mujer del pederasta la otra víctima viva, Laetitia Delhez, que ayer relató al tribunal su terrible experiencia.

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Es un testimonio clave porque relaciona a Dutroux con una supuesta red de tráfico de niñas. Delhez ratificó que horas después de ser raptada le oyó a Dutroux decir por teléfono al que supuestamente encargaba los secuestros: "Ha ido bien". Laetitia, que tenía 14 años cuando fue secuestrada y violada en agosto de 1996, oyó la frase clave del pederasta al hablar con un tal Jean-Michel, que es el nombre de pila de Nihoul, el hombre de negocios y confidente policial que entregó 1.000 píldoras de éxtasis a Dutroux y su cómplice Michel Lelièvre poco antes de secuestrar ambos a la joven, y es el mismo Jean-Michel al que la ex mujer del pederasta apunta como el que encargaba niñas para traficar con ellas.

El fiscal, Michel Bourlet, recordó todas estas circunstancias tras una jornada que fue seguida por la prensa local con constantes exclamaciones de escándalo ante el desarrollo de un proceso poco clarificador en el que, de nuevo, un investigador exponía durante horas, con irritante detalle, datos que no aportaban nada al caso, para terminar asegurando que las conversaciones telefónicas detectadas (no escuchadas) entre Nihoul y Dutroux durante los cuatro días siguientes al secuestro de Laetitia nada tenían que ver con ella, sino con la reparación de un coche de Nihoul, que es la versión de los acusados. "Que tengan que ver o no es algo que debe determinar el jurado", protestó el fiscal.

Testimonios técnicos

El jurado manifestó su frustración por el exceso de testimonios técnicos que repiten los mismos hechos, mientras se les niega exposiciones más amplias de testigos que considera cruciales para comprender el caso. La respuesta del presidente de la sala, el magistrado Stéphane Goux, fue que quizá ya no se dispone de tiempo para repetir testimonios, lo que sonó a promesa de seguir sembrando la frustración general en un proceso que, como repite la defensa de Dutroux, se ha iniciado en falso, sin analizar todas las trazas de ADN halladas en el zulo, con supuestos vídeos de las violaciones desaparecidos y numerosas torpezas policiales inexplicables que una comisión de investigación parlamentaria puso de manifiesto en 1998. "Hay información esencial que no se está ofreciendo al jurado", incidió ayer el abogado de Laetitia Delhez.

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La fiscalía pide para Dutroux cadena perpetua por secuestrar y violar a seis niñas y matar a cuatro de ellas entre junio de 1995 y agosto de 1996, entre otros crímenes. Su caso conmocionó al país entero. La policía podía haber ahorrado vidas y sufrimientos infantiles si hubiera actuado contra el principal sospechoso, el propio Dutroux, entonces en libertad condicional por haber violado a otras seis niñas y por haber preparado un zulo para esconder a sus víctimas, como informó puntualmente un confidente policial.

Sabine Dardenne (izquierda) y Laetitia Delhez (derecha), en el tribunal que juzga a Dutroux.ASSOCIATED PRESS

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