OFENSIVA TERRORISTA | La amenaza de Al Qaeda

La policía y la Guardia Civil sospechan que Al Qaeda intentará nuevos atentados

Las células 'durmientes' están utilizando la logística e infraestructura que ya tenían en España

España es la principal base de Al Qaeda en Europa y no sólo la retaguardia de los militantes que huían de otros países, como se aseguró durante años. La bomba contra el AVE Madrid-Sevilla a su paso por Toledo cuando se cumplen 21 días del 11-M demuestra la fortaleza y capacidad de reacción que tienen los grupos radicales islamistas en España. Sobre todo, después de una redada en la que acaban de ser detenidas más de 24 personas. ¿Cuántos durmientes hay en España para aguantar un embate policial como el del pasado 11-M? Policía y Guardia Civil esperan nuevos atentados.

El atentad...

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España es la principal base de Al Qaeda en Europa y no sólo la retaguardia de los militantes que huían de otros países, como se aseguró durante años. La bomba contra el AVE Madrid-Sevilla a su paso por Toledo cuando se cumplen 21 días del 11-M demuestra la fortaleza y capacidad de reacción que tienen los grupos radicales islamistas en España. Sobre todo, después de una redada en la que acaban de ser detenidas más de 24 personas. ¿Cuántos durmientes hay en España para aguantar un embate policial como el del pasado 11-M? Policía y Guardia Civil esperan nuevos atentados.

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El atentado del 11-M no obedecía a una estrategia limitada a intentar desestabilizar a un país cuatro días antes de una jornada electoral. Todos los especialistas consultados aseguraron que se trataba de la continuación intermitente de una campaña de terror en Europa iniciada antes del 11-S y auguraron que continuaría. Se ha cumplido el pronóstico y el siguiente golpe, aunque frustrado, ha tenido lugar en el mismo escenario.

La constelación de grupos que integran el enorme puzzle de Al Qaeda ataca donde puede y no lo hace caprichosamente. En España han encontrado un terreno abonado de militantes, logística e infraestructura para desarrollar grandes operaciones terroristas. Los ejemplos de los últimos 21 días lo demuestran. El 11-M no fue el final, sino un nuevo impulso a la yihad en Europa, un continente donde los combatientes árabe afganos habían cosechado numerosos fracasos.

Doscientos durmientes

Los terroristas fracasaron en Francia, donde el tunecino Nizar Trabelsi intentó inmolarse en la Embajada de EE UU, y el comando Meliani quiso volar un mercadillo navideño; fallaron en Milán los horribles planes del comando del tunecino Saber; erraron los marroquíes que proyectaban envenenar las aguas de la calle Veneto en el centro de Roma; el argelino Merouane Benhmed, experto en armas químicas, no logró su objetivo de envenenar el metro de Londres para vengar a un compañero muerto en Chechenia, según confesó al juez.

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Hasta ahora, España servía de refugio para los terroristas que huían de otros países de Europa, como el argelino Mohamed Bensahkria, detenido en Alicante; el tunecino Essid Jami Ben khemais, y una larga lista de activistas que acudieron a este territorio atraídos como un imán.

Se utilizó a centenares de simpatizantes residentes en este país como fuente de financiación hacia ONG saudíes y como base de reclutamiento para enviar muyahidin a los campos de Afganistán, Bosnia y Chechenia. Cuando los combatientes regresaban cansados, los recogían en casas de campo de Aragón y Murcia. España era el puente entre el norte de África y Europa que utilizaban los militantes salafistas para descansar y aprovisionarse.

Pero ahora toda esa logística e infraestructura organizada durante la última década, a espaldas o frente a los imanes de algunas mezquitas rigoristas, la utilizan las células durmientes para desarrollar sus acciones operativas y conmocionar a toda Europa, que se siente un objetivo vulnerable. La policía estima en unas 200 personas el número de sospechosos de colaborar con grupos radicales islamistas.

¿Puede atacar Al Qaeda dos veces en el mismo país en tan breve espacio de tiempo? La última prueba de que las células de Osama Bin Laden pueden hacerlo la dieron el pasado 15 de noviembre en Estambul, la ciudad más poblada de Turquía con 12 millones de habitantes, un país musulmán, laico, aliado de EE UU e Israel. Dos coches bomba estallaron simultáneamente en el momento de la oración del Sabath, frente a dos sinagogas. Murieron 20 personas y más de 300 resultaron heridas.

Seis días después, el 20 de noviembre, un doble atentado suicida extendió el terror en el centro de la ciudad. En esa ocasión los objetivos fueron el Consulado británico y el banco londinense HSBC, la segunda entidad financiera del planeta y todo un símbolo del Reino Unido. El segundo ataque provocó 27 muertos. El grupo integrista turco Frente Islámico de Combatientes del Gran Oriente (IBDA-C) se atribuyó los atentados en nombre de la red Al Qaeda.

El 9 de noviembre, seis días antes del primer ataque contra las sinagogas en Estambul, la red terrorista había arrasado un complejo residencial en Riad (Arabia Saudí). Murieron 17 personas, entre ellas cinco niños. La capital saudí había sufrido un atentado similar seis meses antes.

¿Volverá a atacar Al Qaeda en España? Los especialistas de la Guardia Civil y de la policía, tan escépticos durante las primeras horas del 11-M, creen que sí.

Trenes del AVE en la estación de Atocha después de la suspensión, ayer, del servicio.EFE

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