Tribuna:

La Barcelona real

Más allá del acontecimiento del Fòrum 2004, la defensa de los valores de la sostenibilidad, la paz y la multiculturalidad se realizan en la ciudad real. De la misma manera, la mejor arquitectura actual no es la del recinto del Besòs, sino la de la Barcelona real; no son los grandes edificios espectaculares y costosos, sino las nuevas viviendas, centros cívicos, bibliotecas, mercados reformados o parques.

Barcelona es una ciudad referente por los movimientos pacifistas, por las acciones contra la globalización, por la defensa de los derechos humanos, por su masa crítica en favor de la so...

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Más allá del acontecimiento del Fòrum 2004, la defensa de los valores de la sostenibilidad, la paz y la multiculturalidad se realizan en la ciudad real. De la misma manera, la mejor arquitectura actual no es la del recinto del Besòs, sino la de la Barcelona real; no son los grandes edificios espectaculares y costosos, sino las nuevas viviendas, centros cívicos, bibliotecas, mercados reformados o parques.

Barcelona es una ciudad referente por los movimientos pacifistas, por las acciones contra la globalización, por la defensa de los derechos humanos, por su masa crítica en favor de la sostenibilidad. Pero ello no es mérito de la organización del Fòrum 2004, sino que son logros de la ciudad real. La Barcelona solidaria es la que desde la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) y Nou Barris Acull está favoreciendo la integración de los inmigrantes; la de los abogados que atienden a los ancianos desalojados de sus pisos; la de los médicos del mundo que ayudan a los inmigrantes expulsados brutalmente de los cuarteles de Sant Andreu; la de los arquitectos sin fronteras que actúan en el cuarto mundo de las ciudades catalanas; la de tantas ONG como Cáritas, SOS Racismo y la Comunidad de San Egidio que defienden y ayudan a los inmigrantes y a los sin techo; la de los historiadores que defienden la memoria de los barrios y del patrimonio industrial; la de las plataformas contra la guerra y de miles de ciudadanos que no se cansan de clamar contra la guerra en Irak; la que no cesa de reclamar un mundo más sostenible que no apueste por trasvases ni túneles. Esta es la Barcelona real que se ha merecido el prestigio internacional de ciudad solidaria en favor del pacifismo y en contra de las injusticias de la globalización. Por la capacidad de sus movilizaciones, Barcelona ya es la tercera ciudad del mundo, detrás de dos grandes capitales, Roma y Londres, con más masa crítica y mayor capacidad de convocatoria de los movimientos de izquierda y alternativos. Todo ello tiene poco que ver con el Fòrum 2004. Lo mismo sucede con la arquitectura y el urbanismo: el mejor es el que se entreteje en los barrios. El nuevo centro cívico, mercado, guardería y residencia para la tercera edad de Fort Pienc, es el más reciente premio Ciudad de Barcelona en el ámbito de arquitectura, de Josep Llinàs, autor también de las bibliotecas de Gràcia y de Lesseps, y de emblemáticas viviendas en Ciutat Vella, tan capaz de empezar de nuevo en cada obra. También en Fort Pienc, en las calles de Alí Bei, Roger de Flor, Ausiàs Marc y Nàpols, se están terminando las viviendas y el interior de manzana, con el Centro de Servicios Sociales, obra de Carlos Ferrater, otro de los autores que con algunas de sus obras ha caracterizado la Barcelona contemporánea. El mercado de Santa Caterina y el entorno de nuevas viviendas del Patronato Municipal de la Vivienda, una operación encabezada por otro de los equipos representativos de la ciudad, la firma Enric Miralles-Benedetta Tagliabue. El proyecto participativo para resolver la plaza de Lesseps, elaborado por equipos de arquitectos y vecinos coordinados por Albert Viaplana e Itziar González. La reforma del mercado de la Barceloneta de acuerdo con el proyecto de Josep Miàs. Los parques, como el de Nou Barris, alrededor del Fòrum Nord, de Andreu Arriola y Carme Fiol, y el de la antigua fábrica Fabra i Coats, de Ricardo Flores y Eva Prats. Desde el iniciado proyecto de rehabilitación del barrio de La Mina, encargado al equipo Jornet-Llop-Pastor, hasta las viviendas para estudiantes y el edificio de equipamientos en la calle de Villarroel, de Jaume Coll y Judith Leclerc, pasando por algunos de los proyectos en el área del 22@, hay una larga cantidad de ejemplos de buena arquitectura en los barrios de Barcelona.

Aunque parezca paradójico, no es la arquitectura de las firmas internacionales y de las grandes ingenierías, que para cualquier lugar proyectan similares productos urbanos deslocalizados, la que está caracterizando a la mejor Barcelona actual, sino que son los estudios de arquitectura locales, que saben continuar la propia lógica morfológica de la ciudad introduciendo arquitectura moderna.

Incluso el edificio más característico de la ciudad actual, el rascacielos de la torre Agbar, proyectado por Jean Nouvel, no forma parte de las obras del Fòrum.

Por esto es sintomático que haya responsables municipales que, cuando salen a explicar por el mundo el modelo de Barcelona y lo que tiene más calidad entre lo que se está construyendo, no expliquen las obras espectaculares del Fòrum 2004 y se centren en estas arquitecturas de la realidad, mucho más sociales y sostenibles, mucho más enraizadas en la forma y la vida de la ciudad, las que la están completando, mejorando y transformando. Quizá temen que si hablaran de los experimentos de despilfarro, las actuaciones urbanas fragmentadas y los miles de metros cuadrados de especulación en torno al Fòrum 2004 ante un público experto y crítico serían abucheados.

Josep Maria Montaner es catedrático de arquitectura de la ETSAB

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