Reportaje:

Herodes en el belén

Historiadores y expertos en Derecho Eclesiástico califican de decepcionante la educación religiosa

Los jóvenes españoles son "unos ignorantes totales" en religión, según la veintena de historiadores de las religiones y catedráticos de Derecho Eclesiástico reunidos esta pasada semana en Cosgaya (Cantabria) para reflexionar sobre el modelo educativo pactado entre el Gobierno del PP y la Conferencia Episcopal en la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE). "La experiencia es desastrosa porque los obispos han hecho de su capa un sayo y les da igual lo que aprendan los chicos, que nos llegan a la Universidad sin saber nada de religión antigua y nada de historia, pensando que el rey Herodes...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Los jóvenes españoles son "unos ignorantes totales" en religión, según la veintena de historiadores de las religiones y catedráticos de Derecho Eclesiástico reunidos esta pasada semana en Cosgaya (Cantabria) para reflexionar sobre el modelo educativo pactado entre el Gobierno del PP y la Conferencia Episcopal en la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE). "La experiencia es desastrosa porque los obispos han hecho de su capa un sayo y les da igual lo que aprendan los chicos, que nos llegan a la Universidad sin saber nada de religión antigua y nada de historia, pensando que el rey Herodes es ese señor que aparece en los belenes por Navidad", sostiene Ramón Teja Casuso, portavoz del Grupo de Investigación sobre Historia del Cristianismo Antiguo.

En teoría, los estudiantes de catolicismo rozan la excelencia y superan con creces, hasta en cuatro puntos de media, a los que no acuden a esas clases de religión impartidas por docentes escogidos cada año por los obispos, aunque contratados y pagados por el Estado. Hay centros en los que los alumnos reciben sobresaliente general en Religión, aunque no pocos hayan suspendido las demás asignaturas. La explicación es sencilla: la nota confesional, que ahora es evaluable y cuenta para todo, es el cebo que algunas diócesis "regalan para hacer atractivas sus clases frente a una asignatura alternativa en la que la calificación ha de ganarse estudiando".

"Los alumnos, en su mayoría, van a lo fácil, pero estos comportamientos de profesores o autoridades eclesiásticas tienen consecuencias desastrosas cuando los estudiantes llegan a la Universidad y comprueban que no saben nada de religión y nada de su historia", explica Teja. Fernando Amérigo, de la Universidad Complutense, subrayó las razones de ese boquete didáctico con otro dato: a veces son profesores de Matemáticas u otros sin preparación especial los encargados de impartir la asignatura alternativa a la Religión, lo que demuestra la dejadez de la mayoría de las administraciones.

También surgió el debate legal, incluso de inconstitucionalidad, del actual modelo de la enseñanza religiosa confesional. Gustavo Suárez Pertierra, catedrático de Derecho Eclesiástico en la UNED y ex ministro de Educación, sostuvo que los acuerdos concordatarios de 1979 se negociaron al margen de la Constitución, y que el sistema acordado en la LOCE ha tomado "la peor interpretación de aquellos acuerdos, que en ninguna parte dicen que tuviera que haber una asignatura alternativa, ni que la clase de Religión fuera evaluable". "Puntos de inconstitucionalidad los hay, pero sería posible implantar un sistema razonable sin tocar los acuerdos. Si se quieren hacer las cosas bien, se pueden hacer", dijo el ex ministro.

En opinión de Juan José Tamayo, de la Universidad Carlos III de Madrid, este modelo educativo es casi peor que el de la época del nacionalcatolicismo: "Se intenta la cuadratura del círculo: meter espacios confesionales en un Estado que no es confesional". "No es lo mismo enseñar un credo religioso que enseñar la historia de las religiones. No es equiparable", subrayó María Victoria Escribano, de la Universidad de Zaragoza.

Las jornadas concluyeron con un llamado Manifiesto de Cosgaya, por el nombre del pueblo de los Picos de Europa en que se han desarrollado. "Reclamamos de las administraciones que dispongan los medios adecuados para que el estudio del fenómeno religioso se desarrolle conforme a las demandas de una sociedad moderna y avanzada y que asegure el derecho de los ciudadanos a una formación integral", concluye. Además de los ya citados, el texto lleva la firma de los historiadores Montserrat Abumalham, Julio Trebolle, Ana Fernández Coronado, Santiago Montero y Luis Girón (Universidad Complutense), Pablo de la C. Díaz Martínez (Salamanca), José Fernández Ubiña (Granada), Javier Lomas (Cádiz), Mar Marcos, Juana María Torres y Silvia Acerbi (Cantabria) y José Vilella (Universidad de Barcelona).

Archivado En