Reportaje:

El G-7 acuerda calmar las divisas

El selecto club dice que la volatilidad y los movimientos desordenados son indeseables para el crecimiento

Boca Ratón Resort and Club, propiedad del multimillonario Wayne Huizenga, es uno de los complejos turísticos más lujosos en EE UU. Pero la reunión de los socios del exclusivo club del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia y Japón) no fue precisamente para celebrar una luna de miel. Por primera vez podía echarse por tierra la fama que se ha ganado el "club de los 7" por intervenir conjuntamente ante fluctuaciones excesivas en el mercado de divisas, ante la pasividad aparente de Washington por hacer causa por los demás socios.

Europa presionó por una declarac...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Boca Ratón Resort and Club, propiedad del multimillonario Wayne Huizenga, es uno de los complejos turísticos más lujosos en EE UU. Pero la reunión de los socios del exclusivo club del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia y Japón) no fue precisamente para celebrar una luna de miel. Por primera vez podía echarse por tierra la fama que se ha ganado el "club de los 7" por intervenir conjuntamente ante fluctuaciones excesivas en el mercado de divisas, ante la pasividad aparente de Washington por hacer causa por los demás socios.

Europa presionó por una declaración final que "aclarara" que la "flexibilidad" de las tasas de cambio enunciada en la última reunión del G-7, el 20 de septiembre, se refería a los mercados asiáticos, y no tal y como se interpretó en Dubai que diera luz verde a la depreciación del dólar, con la consiguiente apreciación del euro.

El G-7 afirma que la recuperación económica "se ha consolidado de manera significativa"
Velada crítica a China al pedirse sensibilidad para flexibilizar los tipos de cambio
Más información

Pero el comunicado final pareció contentar a todos, a la espera de que mañana lunes reciba la interpretación de los mercados de divisas. El comisario europeo de Economia, Pedro Solbes, dijo al finalizar la sesión que "no había frustación para nadie y se había logrado matizar la anterior reuníón de Dubai". El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, mostró su satifación por el comunicado y dijo que "ahora es el momento de que los mercados interpreten lo que aquí se ha dicho".

Así, la fórmula de consenso utilizada por el G-7 continúa insistiendo en la "flexibilidad" del régimen de divisas internacional pero introduce aspectos novedosos que buscan evitar la confusión de la anterior reunión que dió alas al euro. Ahora, se hace mención expresa al problema de la volatilidad en los tipos de cambio. "La volatilidad excesiva y los movimientos desordenados son indeseables para el crecimiento económico", afirma.

De esta manera, el mensaje de los países más industrializados del mundo recoge la preocupación expresada por el Ecofin (ministros de finanzas europeos) en sus últimas reuniones contra los vaivenes del euro frente al dólar. Para ello, el G-7 se compromete a "seguir estrechamente las evoluciones en el mercado de cambio y a cooperar de la manera apropiada", señala el documento.

Por otro lado, el G-7 insiste en que "una mayor flexibilidad" en el sistema de cambio también vale para "lo países o las zonas económicas donde se echa en falta", en referencia a China y otras economías asiáticas. De esta manera, señala el comunicado, se "promoverá un ajuste ordenado y compartido del sistema financiero internacional".

Los países más industrializados del mundo también entraron a valorar la situación económica. "Se ha consolidado de manera significativa la recuperación económica" desde la reunión de Dubai y los riesgos "han disminuido". En este sentido, se afirma que se han revisado al alza las previsiones de crecimiento, "las más elevadas después hace tres años". Pero se advierte que "queda mucho por hacer" para conseguir un ritmo de crecimiento equiparable entre las economías, y pide cambios estructurales que aumenten la productividad y el empleo.

Pero EE UU, que ejercía el papel de anfitrión de la cita, tiene claro que un dólar débil ayuda a sus exportaciones y a su economía en un año electoral, a pesar de que la Administración de Bush diga en público que apuesta por una moneda fuerte. Ciertamente le interesa, pero todavía no. Las elevadas tasas de productividad aparcan de momento cualquier riesgo inflacionista adverso ligado a la debilidad de su divisa, que pudieran animar a la Reserva Federal a subir los tipos de interés.

En el frente opuesto, Japón, preocupada por una nueva subida de su divisa, advertía al resto de los socios que seguiría adelante con sus intervenciones unilaterales si no se lograba un consenso. La mención a la flexibilidad en el régimen de cambio acordada en Dubai le permite seguir con esta estrategia. En este sentido, los negociadores europeos buscaban que de Boca Ratón saliera un mensaje de cautela frente a los movimientos extremos en el mercado de divisas. La única que apoyó a EE UU fue Canadá, que se mostró contraria a una intervención en el mercado de divisas.

El secretario del Tesoro de EE UU, John Snow dió, sin embargo, un mensaje muy concreto que contrasta con la realidad de las monedas. "Reafirmo nuestra política de apoyo a un dólar fuerte, un dólar fuerte va con nuestro interés nacional". Y añadió: "El valor relativo de las divisas se fija mejor en un mercado abierto y competitivo". Unas declaraciones que se interpretaron como una crítica velada a China. Sin embargo, Snow, rechazó ser más explícito y afirmó: "no he venido ante ustedes para interpretar el comunicado".

Los encuentros bilaterales que el secretario estadounidense del Tesoro, John Snow, mantuvo con el resto de los ministros estaban encaminados en gran parte a contrarrestar las críticas, y garantizarles que se está actuando para rebajar el elevado déficit público (521.000 millones de dólares) y por cuenta corriente. Snow dijo que el déficit público no crecería más del 2% este año. EE UU justifica la situación explicando que es fruto de la recesión, por el colapso de los mercados, a dos guerras (Afganistán e Irak) y a los escándalos corporativos.

La reunión del G-7 incluyó un "plan de acción para Afganistán" que prevé apoyar al Gobierno afgano en la creación de una economía de mercado dinámica. "Nos pusimos de acuerdo sobre las etapas para respaldar los esfuerzos del Gobierno afgano en la aceleración de la creación de una economía de mercado dinámica y para garantizar el futuro de Afganistán", indica el plan de acción divulgado al mismo tiempo que el comunicado final. Los siete países más industrializados "brindarán una asistencia que producirá resultados visibles y medibles antes de junio, en el marco de nuestro compromiso a largo plazo hacia ese país". También prometieron aumentar su asistencia, tanto de país a país, como a través de las estructuras multilaterales.

El secretario Snow hizo énfasis en la importancia del crecimiento de Irak y Afganistán, uno de los temas que figuraba de antemano en la agenda estadounidense. Tras reunirse, a primeras horas de la mañana, con el misnistro iraquí de Finanzas, Kamil al Gailani, y el gobernador del Banco Central de Irak, Ashraf Ghani, declaró que "en ambos casos han demostrado una gran liderazgo que está dando claros resultados".

Con pancartas con lemas como "Banquete de buitres" y "¿Por qué el secretismo?", entre 35 y 45 manifestantes se congregaron en un ambiente festivo a las puertas altamente vigiladas del hotel donde el sábado y hasta ayer se reúnen los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete (G-7).AP
El presidente de la Fed (derecha) conversa con sus colaboradores y con su homólogo iraquí en Boca Ratón.REUTERS

Archivado En