Blair insta a las tropas a "ganar la paz" en Irak en una visita por sorpresa a Basora

El primer ministro británico se reunió con Bremer para acelerar la transferencia de poder

El jefe del Gobierno británico, Tony Blair, realizó ayer su segunda visita por sorpresa a Irak. En Basora, ciudad al sur del país mayoritariamente chií, y apaciguada desde el fin del conflicto bélico, el pasado 1 de mayo, el primer ministro arengó a 600 de los 10.000 soldados desplegados en el país. Blair agradeció a sus tropas la contribución a la victoria en la guerra, pero les instó a triunfar ante un nuevo desafío: "Ganar la paz". El mandatario británico se entrevistó con el administrador civil de Irak, el estadounidense Paul Bremer, con quien abordó las iniciativas políticas que deben "ad...

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El jefe del Gobierno británico, Tony Blair, realizó ayer su segunda visita por sorpresa a Irak. En Basora, ciudad al sur del país mayoritariamente chií, y apaciguada desde el fin del conflicto bélico, el pasado 1 de mayo, el primer ministro arengó a 600 de los 10.000 soldados desplegados en el país. Blair agradeció a sus tropas la contribución a la victoria en la guerra, pero les instó a triunfar ante un nuevo desafío: "Ganar la paz". El mandatario británico se entrevistó con el administrador civil de Irak, el estadounidense Paul Bremer, con quien abordó las iniciativas políticas que deben "adoptarse inmediatamente".

Blair despegó en un avión militar de carga desde el balneario egipcio de Sharm el Sheij, donde ha disfrutado de sus vacaciones navideñas junto a su familia, y aterrizó ayer por la mañana en Basora, la segunda ciudad iraquí, en la que instalaron su cuartel general los militares del Reino Unido en Irak. Hoy son 10.000, pero llegaron a ser 50.000 en los días álgidos del conflicto. Semejante despliegue británico no se conocía desde la guerra de Corea (1950-1953). Un total de 54 soldados han perdido la vida desde que estallaron las hostilidades, en la madrugada del pasado 20 de marzo.

La primera visita del gobernante, en el mes de mayo, estuvo marcada por la polémica sobre la supuesta existencia de armas químicas y biológicas en poder del régimen de Sadam Husein, una posesión que jamás ha podido demostrarse. Ayer, Blair también aludió, con una expresión diferente a la habitual, a esas armas "que pueden causar destrucción a escala masiva", aunque sumó a este asunto otros que, a su juicio, también justifican la participación británica en la ocupación del país árabe.

"Sois los nuevos pioneros entre los soldados del siglo XXI defendiendo al mundo del terrorismo y de los regímenes brutales y represivos. La seguridad mundial está amenazada por un virus particular del terrorismo islámico, que supone una perversión del verdadero islam", afirmó Blair. "Si hubiéramos retrocedido", añadió, "no seríamos capaces de enfrentarnos a esta amenaza en los países donde exista". "La reputación del Ejército británico nunca ha sido mayor", enfatizó el primer ministro británico. Ante sí tienen los militares de su país un reto que Blair destacó: "Ganar la paz".

"Sabéis lo apasionadamente que creo en la causa de establecer la estabilidad", dijo el británico. El dirigente laborista visitó la recién inaugurada academia de policía, en la que especialistas británicos entrenan a 340 nuevos agentes iraquíes para formar un cuerpo que emplee métodos propios de las policías de países democráticos.

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Y se congratuló por el hecho de que los ataques contra los uniformados británicos casi han desaparecido y de que la normalización de la vida en las ciudades meridionales mejora día a día. No obstante, Jeremy Geenstock, colaborador de Bremer en la Autoridad Provisional de la Coalición, subrayó que los insurgentes seguirán lanzando ataques utilizando cada vez "métodos más sofisticados por control remoto".

La población del sur de Irak, cuya inmensa mayoría es fiel a la rama musulmana chií, fue duramente reprimida durante el régimen del Partido Baaz. Pero especialmente después de la guerra del Golfo, en la primavera de 1991, cuando se alzaron contra el déspota iraquí a la espera de recibir la ayuda de la coalición internacional de una treintena de países que forjó Estados Unidos. Ese respaldo nunca llegó, y Sadam Husein se sintió con las manos libres para masacrar a decenas de miles de chiíes.

Blair y Bremer almorzaron ayer juntos y, según el primer ministro, no trataron la cuestión de las armas de destrucción masiva porque en una sola hora no disponían de tiempo para ello. El dirigente británico apuntó que únicamente habían tratado las medidas políticas que es indispensable tomar sin más demora, dado el escaso tiempo que resta para avanzar en el proceso de transición que debe desembocar en la transferencia del poder a un Gobierno iraquí antes del 1 de julio de este año.

El primer ministro británico, Tony Blair, se dirige a las tropas británicas en Basora.ASSOCIATED PRESS

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