Reportaje:

Los catálogos y la tele escriben la carta a los Reyes

Los expertos explican las claves de las peticiones de juguetes y critican el descenso de los juegos infantiles

Temporada alta. Carta o catálogo en mano, los Reyes Magos deambulan entre estantes repletos de embalajes llamativos. Una gran oferta de juguetes que se topa con demandas muy concretas. La publicidad, en folletos o anuncios, orienta sobremanera las peticiones navideñas de los niños. La televisión les suministra incluso sus guiones de juego, detallan los expertos al analizar cómo y por qué las cartas infantiles suelen parecer "una lista de compra".

"Queridos Reyes Magos: si me he portado bien, traedme, por favor...". La carta de Beatriz incluye media docena de juguetes. Todos de marca con...

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Temporada alta. Carta o catálogo en mano, los Reyes Magos deambulan entre estantes repletos de embalajes llamativos. Una gran oferta de juguetes que se topa con demandas muy concretas. La publicidad, en folletos o anuncios, orienta sobremanera las peticiones navideñas de los niños. La televisión les suministra incluso sus guiones de juego, detallan los expertos al analizar cómo y por qué las cartas infantiles suelen parecer "una lista de compra".

"Queridos Reyes Magos: si me he portado bien, traedme, por favor...". La carta de Beatriz incluye media docena de juguetes. Todos de marca concreta, excepto un coche teledirigido que puede ser de cualquiera. Un pequeño respiro para los monarcas: los juguetes con nombre y apellido desaparecen deprisa de los anaqueles.

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La carta de esta niña de ocho años demuestra la eficacia de la publicidad juguetera, cuyo vehículo principal son los catálogos y la pantalla de televisión. "Los niños eligen primero sobre el catálogo. Luego se ponen con él delante de la tele. Si ven el anuncio del juguete que han seleccionado previamente, es mucho más problable que lo incluyan definitivamente en la carta. Al final piden todo con nombre y apellido", explica la catedrática Petra María Pérez, directora del Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas de la Universidad de Valencia.

El fuego graneado de la publicidad surte efecto a partir de los cuatro años, afirma María Costa, doctora en Pedagogía y responsable de ese área en el Instituto Tecnológico del Juguete (AIJU), centro dedicado a evaluar la seguridad y valores de los objetos de juego. "Hasta los tres años son los padres quienes deciden. Buscan juguetes educativos, de actividades, de iniciación al ejercicio físico o al juego simbólico, como los peluches", matiza esta experta.

Al cumplir los cuatro ya son los niños quienes eligen. Además de los catálogos y la televisión influyen "el boca a boca con los amigos" y las películas infantiles de éxito, que rápidamente pasan a vídeo o DVD, detalla Costa. Los protagonistas saltan de la pantalla a los juguetes y los videojuegos en un jugoso mercado de licencias. Alguna vez se produce el camino inverso: un juguete de una marca concreta protagoniza una película. Los recientes filmes sobre aventuras marinas explican, por ejemplo, el auge de los barcos en las cartas de esta temporada, detalla José Antonio Pastor, responsable de mercadotecnia de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes.

Todo ello determina que a menudo las cartas de los niños se asemejen a "listas de compra", coinciden Costa y Pérez. Y los reyes preguntan al dependiente con la voz en un hilo:

-¿Éste es el que anuncian en televisión?

Si la respuesta es afirmativa, emiten un suspiro de alivio antes de mirar el precio, si es que lo hacen. En términos generales, "los niños reciben más del 60% de las cosas que piden", detalla Costa. "Si no se cumple la lista, los más frustrados son los padres", añade Pérez, catedrática de Antropología de la Educación.

"El conjunto de juguetes de un niño es una caja de útiles culturales. Es bueno complementarla y diversificarla con sorpresas", señala Costa. Cada edad tiene su juguete, sus juegos. Entre los cuatro y los nueve años priman los simbólicos y los deportivos. "Es el momento en el que los niños construyen su identidad", explica Josetxu Linaza, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Las niñas buscan su referente en las mujeres. Los niños, en los varones.

Ellas suelen preferir muñecas (muñecos sólo si son bebés) y ellos, figuras de acción. Linaza quita hierro al sexismo de los juguetes. "Las diferencias de la sociedad se reflejan en los pequeños. Las niñas reproducen el papel de las mujeres que ven: hacen de madres, de profesoras... A los niños les suele faltar el referente del padre y por eso juegan con personajes ficticios. Sus guiones de juego son mucho más fantásticos. Los de las niñas están muy pegados a la vida cotidiana", añade. A partir de los siete años, cuando cobran auge los juegos colectivos de reglas y deportivos que se consolidan hasta la adolescencia, las diferencias se acortan", afirma Linaza. "Hace 25 años el fútbol no interesaba a las niñas, y ahora juegan a éste y a otros deportes".

Tiempo atrás, Linaza hizo un experimento que refuerza su explicación. Filmó el trabajo en la serrería de Rascafría, un pueblo de montaña madrileño. Pasó las imágenes en la escuela y los niños vieron a sus progenitores en el tajo. "Entonces empezaron a jugar al aserradero", relata el catedrático.

Los guiones de juego también tienen su origen en la televisión. "Muchos niños no salen a la calle para jugar con otros niños y permanecen solos ante el televisor. Por eso sacan sus guiones de lo que ven en la pantalla", detalla Costa.

"Es una paradoja. Los niños no juegan bastante, porque no tienen con quién hacerlo, ni espacios abiertos para ello más allá de los parques. Ni siquiera disponen de tiempo con tanta actividad extraescolar. Sin embargo, les atiborramos de juguetes", asegura Pérez. Los reyes traen juguetes, pero no juego.

Campaña de recogida de juguetes viejos en la cadena SER.CARLES RIBAS

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