La bajada de la cresta

El futuro de la promoción inmobiliaria exige diversificación e innovación para ganar nuevas "bolsas de demanda en el futuro", según el arquitecto urbanista Alejandro Escribano, que fuera redactor del plan general de ordenación vigente en la ciudad de Valencia, que permitan amortiguar una brusca caída de la producción en el sector de la construcción. "Estamos en la cresta de un proceso increíble", subrayó Escribano en el debate sobre el mercado de vivienda organizado por el Club de Economía y Dirección que acogió ayer Urbe Desarrollo, donde apuntó su punto de vista sobre la sostenibilidad del s...

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El futuro de la promoción inmobiliaria exige diversificación e innovación para ganar nuevas "bolsas de demanda en el futuro", según el arquitecto urbanista Alejandro Escribano, que fuera redactor del plan general de ordenación vigente en la ciudad de Valencia, que permitan amortiguar una brusca caída de la producción en el sector de la construcción. "Estamos en la cresta de un proceso increíble", subrayó Escribano en el debate sobre el mercado de vivienda organizado por el Club de Economía y Dirección que acogió ayer Urbe Desarrollo, donde apuntó su punto de vista sobre la sostenibilidad del sector.

Escribano lamentó el modelo de urbanización que ha imperado en la costa valenciana, donde las viviendas unifamiliares o los edificios de apartamentos de 12 plantas sólo han generado "entornos agresivos". Cara al futuro, el arquitecto sugirió que para urbanizar la costa "hay que pensar en términos ambiciosos" porque las actuaciones sobre solares de "cien mil metros cuadrados" corresponden a modelos pasados. La promoción de grandes espacios permite "crear el paisaje", explicó.

Más allá de la defensa del valor añadido que representa una adecuada urbanización, Escribano arremetió contra ciertas deficiencias legislativas que calificó de "idiotas".

La densidad de vivienda que requieren los planes de actuación integrada, por ejemplo, repercuten en la obligatoriedad de construir viviendas unifamiliares de un mínimo de 135 metros cuadrados cuando las parejas de abuelos franceses jubilados apenas necesitan viviendas con una habitación para invitados en la que recibir la visita de algún hijo, una necesidad que se cubre con edificaciones de cien metros. O en el contrasentido que supone vender pisos de 160 metros cuadrados en primera línea de playa, donde los compradores asumen los costes de los bajos comerciales, los garajes o otras zonas cubiertas y acaban pagando una edificabilidad de 400 metros cuadrados.

Escribano rompió una lanza en favor del sector promotor cuando lamentó "el ambiente perverso que rodea el ladrillo" debido a las complicaciones para reclasificar suelo. Su propuesta pasa por "normalizar la reclasificación" y evitar la especulación que se genera en torno a las cuadrículas de los planes generales que definen ciertas parcelas como urbanizables. También defendió la figura del agente urbanizador y se preguntó por los precios que habría alcanzado la vivienda en la Comunidad Valenciana si las promociones de los últimos años hubieran tenido que satisfacer a todos los propietarios en juntas de compensación.

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