VISITA DE ESTADO A LONDRES

Bush exige el fin del muro israelí

El presidente de EE UU defiende un mundo democrático y el uso de la fuerza cuando sea necesario

George W. Bush lanzó ayer en Londres su visión de un mundo basado en instituciones multilaterales que funcionen, la expansión de la democracia y el uso de la fuerza cuando sea necesario. También tuvo duras palabras para el Gobierno israelí, al que exigió congelar la construcción de asentamientos, desmantelar los puestos fronterizos ilegales, poner fin a "la humillación diaria del pueblo palestino" y "no levantar muros y cercas" en perjuicio de las negociaciones de paz. Cumplimentado por la reina Isabel en un acto público en el palacio de Buckingham por la mañana, las medidas de seguridad han d...

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George W. Bush lanzó ayer en Londres su visión de un mundo basado en instituciones multilaterales que funcionen, la expansión de la democracia y el uso de la fuerza cuando sea necesario. También tuvo duras palabras para el Gobierno israelí, al que exigió congelar la construcción de asentamientos, desmantelar los puestos fronterizos ilegales, poner fin a "la humillación diaria del pueblo palestino" y "no levantar muros y cercas" en perjuicio de las negociaciones de paz. Cumplimentado por la reina Isabel en un acto público en el palacio de Buckingham por la mañana, las medidas de seguridad han dejado sin calor popular la visita del presidente de EE UU. Bush no salió ayer del perímetro del centro de Londres, en el que se han convocado todos los actos.

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El presidente estadounidense apareció relajado y bromista en el salón de la Banqueting House, en el que a mediodía se dirigió a un público selecto y entregado, entre ellos, los ministros de Exteriores de ambos países. En su intervención, George W. Bush defendió la intervención en Irak, trazó una visión del mundo apoyada en tres grandes pilares, tiró de las orejas a todos los implicados en el conflicto de Oriente Próximo, incluidos Israel y los países europeos, y ensalzó la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido.

"Vamos a estimular la fortaleza y efectividad de las instituciones internacionales. Vamos a usar la fuerza cuando sea necesario en defensa de la libertad. Y vamos a promover un ideal por la democracia en todos los rincones del mundo. En esos tres pilares vamos a construir la paz y la seguridad de todas las naciones libres en una era llena de peligros", sintetizó. "Nuestra primera elección, y nuestra constante práctica, es trabajar con otros gobiernos responsables", aseguró antes. Pero advirtió de que "el éxito del multilateralismo no se mide sólo mediante adhesiones o por la pulcritud de sus procesos, sino con los resultados que consigamos para mantener seguras a nuestras naciones".

"Como los 11 presidentes de EE UU que me han precedido", detalló, "creo en las instituciones internacionales y las alianzas que América ayudó a crear y ayuda a liderar". Pero advirtió de que "la credibilidad de Naciones Unidas depende de su voluntad de mantener su palabra y actuar cuando es necesario". "No basta con afrontar los peligros del mundo con resoluciones; tenemos que afrontar esos peligros con determinación". También tuvo palabras para Europa. "La unión pacífica de Europa es uno de los grandes logros del último medio siglo. Pero como los europeos resuelven ahora sus diferencias mediante la negociación y el consenso, se creen que el mundo funciona de la misma forma", dijo.

Definió la OTAN como "la más efectiva institución multilateral de la historia" y defendió la necesidad de que "tenga la voluntad y la capacidad de actuar más allá de Europa cuando surge una amenaza". "Mi nación da la bienvenida a la creciente unidad de Europa y el mundo necesita que América y la UE trabajen con objetivos comunes para que avance la seguridad y la justicia", afirmó también.

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El segundo pilar de la visión de Bush es "la voluntad de las naciones libres, cuando llega la hora del último resorte, de contener la agresión y el odio con la fuerza". Dijo comprender las buenas intenciones de quienes se oponen al uso de la fuerza, "pero los responsables de la autoridad no serán juzgados sólo por sus buenas intenciones". "La gente nos ha delegado la obligación de defenderles. Y esa obligación requiere a veces reprimir con violencia a los hombres violentos", añadió.

En el tercer pilar situó "la expansión de la democracia, la esperanza y el progreso", porque "no podemos depender sólo del poder militar para asegurar nuestra seguridad a largo plazo". Un objetivo particularmente importante en Oriente Próximo, aunque aseguró que "hay que tener paciencia porque esos países tienen aún que recorrer cierta distancia".

Esa estrategia "afecta también al conflicto árabe-israelí", afirmó. Reiteró su apoyo a un Estado palestino y al derecho de Israel a vivir seguro. Y lanzó serias advertencias a todas las partes, incluida Europa. Los palestinos deben "adoptar medios pacíficos para conseguir los derechos de su pueblo" y democratizar sus instituciones y su liderazgo. Israel "debería congelar los asentamientos en construcción, desmantelar los puestos fronterizos no autorizados, acabar con la humillación diaria del pueblo palestino y no prejuzgar el final de las negociaciones erigiendo muros y cercas".

Los Estados árabes deberían "acabar con la incitación en sus propios medios, cortar la financiación a grupos terroristas y establecer relaciones normales con Israel". Los líderes europeos, finalmente, "deberían dejar de apoyar a cualquier líder palestino que falle a su pueblo y traicione su causa". "Todos los líderes deberían oponerse con fuerza al antisemitismo que envenena el debate público sobre el futuro de Oriente Próximo", exigió también Bush.

El presidente de EE UU hizo un canto al vínculo trasatlántico. "Más que una alianza de seguridad y comercio, los pueblos americano y británico tienen una alianza de valores", proclamó. "Estados Unidos y Gran Bretaña comparten una misión en el mundo que va más allá de los equilibrios de poder o la simple persecución del interés. Buscamos el avance de la libertad y de la paz. Ahora mismo nuestras naciones se mantienen juntas y se sacrifican juntas en tierras lejanas para conseguir ese objetivo. Y América quiere honrar el idealismo y la valentía de los hijos y las hijas de Gran Bretaña", agradeció Bush.

George W. Bush pasa revista a una guardia de honor junto al duque de Edimburgo, ayer en el palacio de Buckingham.EFE
Bush conversa con Isabel II en presencia de Blair.AP

Dos líderes unidos por la guerra de Irak

Los divergentes orígenes políticos de George W. Bush y Tony Blair se han cruzado desde el colapso de las Torres Gemelas, cuando el primer ministro británico se comprometió a luchar codo con codo junto a EE UU. Pero la prensa británica, sobre todo la más próxima al laborismo, se resiste a creer que sea oro todo lo que reluce en la amistad entre los dos mandatarios. "Lo único que comparten es un destino ligado a Irak", aseguraba ayer en The Guardian la comentarista Polly Toynbee. "No es más que realpolitick", asegura, por más que Blair se empeñe en decir que "el Bush que conoce no coincide nada con la caricatura que se hace de él". "El presidente es inteligente, reflexivo, bien informado, capaz de escuchar y otro montón de adjetivos increíbles", dice la periodista que opina Blair.

El presidente y el primer ministro hablarán hoy de Irak, y sobre todo de la salida que tiene una posguerra mucho más difícil que la guerra misma. El Reino Unido defiende esta vez la vía civil sobre la militar: el conflicto no se va a ganar si lo único que se hace es intentar acabar con los fieles a Sadam y los terroristas llegados de fuera. A juicio de Londres hay que convencer a la minoría suní de que el futuro también es suyo.

Los desacuerdos son más sonoros en otros terrenos, aunque no es seguro que se pongan hoy sobre la mesa. Pese a sus buenas palabras, Blair quisiera haber visto una actitud más firme de EE UU en Oriente Próximo. El primer ministro está más cerca de la UE que de Washington frente a Irán.

Pese a las reticencias de Bush, Blair ha impulsado la iniciativa de Defensa Europea. Más evidentes son las diferencias en el terreno del comercio o la ecología, donde Londres está inequívocamente alineado con Europa y se opone a los aranceles impuestos por EE UU al acero europeo y a la no ratificación norteamericana del Protocolo de Kyoto y del Tribunal Penal Internacional.

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