Columna

Chapela

La decisión de la Consejería de Educación del País Vasco de calificar como inmigrantes a cualquier alumno que provenga del resto de las comunidades del Estado ha levantado polvareda. En el fondo se nos quiere hacer ver que se trata de un paso más del plan Ibarretxe. Sin embargo no es éste el tema que va a ocuparme. Lo que me ocupa es el empleo del término inmigrante. De sus consecuencias para los alumnos andaluces. Aquellos alumnos que por cualquier razón tengan que desplazarse a esa comunidad, se integren en su sistema educativo y sean tratados como inmigrantes. Una situación que no se...

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La decisión de la Consejería de Educación del País Vasco de calificar como inmigrantes a cualquier alumno que provenga del resto de las comunidades del Estado ha levantado polvareda. En el fondo se nos quiere hacer ver que se trata de un paso más del plan Ibarretxe. Sin embargo no es éste el tema que va a ocuparme. Lo que me ocupa es el empleo del término inmigrante. De sus consecuencias para los alumnos andaluces. Aquellos alumnos que por cualquier razón tengan que desplazarse a esa comunidad, se integren en su sistema educativo y sean tratados como inmigrantes. Una situación que no se entiende demasiado bien y que puede hacerles daño.

Un daño que no se justifica, como ha pretendido la consejera vasca, aduciendo que el término "inmigrante" es adecuado científica y demográficamente. Además de no serlo dentro del Estado, nada impide pensar que se ha utilizado conscientemente y con ánimo excluyente, puesto que el presidente del PNV en más de una ocasión ya ha hecho saber quiénes son y qué piensa sobre los "inmigrantes".

Una justificación que tampoco cabe pensar que pueda encontrarse en el hecho de superar la cultura única y el monolingüismo que se atribuye a la vieja España. La Administración autonómica ya se encarga de sustituir la vieja cultura centralista por el pluralismo salvo que lo que se pueda querer con esta decisión sea tomar otro espacio centralista. Un lugar en el que sólo existan la cultura y lenguas vascas.

Una situación y un juego de intenciones que son confusos y requieren claridad, de forma que se despeje la suerte educativa de nuestros hijos si estudian en el País Vasco. Tenemos que saber si van a volver con una educación que responda a una cultura integral y plural o si se les va a imponer un sistema de enseñanza monolítico, en el que únicamente exista lo vasco y sin poder comunicarse en nuestra-su lengua.

En fin, en éstas y con estas circunstancias, y sin confiar demasiado en la política del Gobierno central que demoniza al Gobierno vasco sin matices, no estaría de más que nuestra Consejería de Educación dijera si los alumnos andaluces tienen garantizados los derechos a una educación constitucional integradora o, por el contrario, tienen que colocarse obligatoriamente la chapela para estudiar y olvidarse de la cultura andalusí y de Machado.

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