Editorial:

Libertades en peligro

Las instrucciones del Pentágono para prohibir a los medios fotografiar la llegada de ataúdes de soldados muertos en Irak a la base central de Dover, en Delaware, constituyen una deriva autoritaria que busca seguir alimentando en EE UU el mito de Polyana, la niña buena que sólo quería hacer el bien en su derredor. La autocensura ya impidió la difusión de algunas imágenes escabrosas del 11-S. Pero en la patria de la Primera Enmienda a la Constitución para asegurar la libertad de prensa y de opinión no se pueden esconder las malas noticias durante demasiado tiempo. Y la realidad hoy es que...

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Las instrucciones del Pentágono para prohibir a los medios fotografiar la llegada de ataúdes de soldados muertos en Irak a la base central de Dover, en Delaware, constituyen una deriva autoritaria que busca seguir alimentando en EE UU el mito de Polyana, la niña buena que sólo quería hacer el bien en su derredor. La autocensura ya impidió la difusión de algunas imágenes escabrosas del 11-S. Pero en la patria de la Primera Enmienda a la Constitución para asegurar la libertad de prensa y de opinión no se pueden esconder las malas noticias durante demasiado tiempo. Y la realidad hoy es que esta difícil posguerra de Irak ya ha resultado para los norteamericanos más cruenta que la guerra.

Que una mayoría de estadounidenses creyera, manipulados por los círculos que querían aprovechar la ocasión para invadir Irak, que Sadam Husein estuvo detrás del 11-S indica la insuficiente información en que vive esa sociedad de la información por antonomasia, donde demasiados aspectos de aquel atentado siguen envueltos en una espesa niebla, dada la falta de cooperación de la Administración en el esclarecimiento de los hechos y de sus propias reacciones.

La Administración también pretende fichar con una biometría electrónica, que incluye fotos y huellas dactilares y digitalizadas, a todo extranjero que entre en su territorio. Permitirá contrastar las huellas recogidas con datos de sospechosos de actividades terroristas u otras ilegales. Los primeros, a partir de enero en 115 aeropuertos y 14 puertos, serán los ciudadanos de una lista de 25 países, en su mayoría musulmanes. Hay una moratoria para otros considerados de bajo riesgo (entre ellos España), pero a partir de octubre de 2004, EE UU exigirá que pasen por este registro electrónico los europeos que viajen sin visado o sin el nuevo modelo de pasaporte. La lucha antiterrorista está llevando así a un preocupante sistema de fichaje universal.

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Mientras tanto, en la burbuja de Guantánamo (Cuba), y al margen de todo derecho internacional o nacional, EE UU mantiene aún encarcelados en condiciones infrahumanas a unos 660 presos (no hay cifra oficial) capturados durante la guerra de Afganistán. Cabe esperar y es de desear que se produzca una reacción de la sociedad norteamericana para recuperar sus garantías y preservar las libertades y la capacidad de control de sus gobernantes que constituyen la fuerza vital de su sistema democrático, admirable en tantas otras cuestiones.

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