Crítica:

Mujeres de barro y posguerra

El linaje de Eva, Premio Sial en 2002, recupera las voces poéticas de Gloria Fuertes, Ángela Figuera y Celia Viñas, construidas bajo las ruinas de la posguerra.

Ocultas en los pliegues de la posguerra, las voces de las poetas Ángela Figuera y Celia Viñas afloran desde su silencio en El linaje de Eva, rescatadas por María Payeras, profesora de la Universidad de las islas Baleares. Payeras revisa también la figura excesiva y popular, pero banalizada en ocasiones, de Gloria Fuertes. Las tres construyen sus voces bajo las ruinas de la posguerra, y de una u otra manera quedan ahogadas, en este tiempo de cenizas y épica mediocre, invisibles, como tantas mujeres de su época, entre las poetas de la preguerra civil (Rosa Chacel, en su etapa vanguardista...

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Ocultas en los pliegues de la posguerra, las voces de las poetas Ángela Figuera y Celia Viñas afloran desde su silencio en El linaje de Eva, rescatadas por María Payeras, profesora de la Universidad de las islas Baleares. Payeras revisa también la figura excesiva y popular, pero banalizada en ocasiones, de Gloria Fuertes. Las tres construyen sus voces bajo las ruinas de la posguerra, y de una u otra manera quedan ahogadas, en este tiempo de cenizas y épica mediocre, invisibles, como tantas mujeres de su época, entre las poetas de la preguerra civil (Rosa Chacel, en su etapa vanguardista y ramoniana; Concha Méndez o Ernestina Champurcín) y las de la década de los sesenta y años posteriores, como Clara Janés, María Victoria Atencia o Cristina Rosetti. La más lograda de las voces recobradas en este ensayo es la de Ángela Figuera, que irrumpe en 1948 con Mujer de barro, un canto a la plenitud personal y al goce carnal en pleno franquismo. Y eso que era una voz que emergía no sólo de la madurez de una mujer de 46 años que sabe quién es y lo que espera de la vida misma, sino también del dolor de haber perdido a un hijo y haber vivido una guerra. Su primer hijo nació muerto en 1935, y en 1936 vino al mundo su segundo hijo, criado en medio de las privaciones económicas que deparó la contienda a los perdedores, entre los que se encuadraban muchos de sus familiares. Este punto de partida da paso a una poesía social en la línea de Blas de Otero y Gabriel Celaya, y a un humanismo cristiano y batallador próximo a Dámaso Alonso. Vencida por el ángel, El grito inútil o Belleza cruel son algunos de sus poemas más expresivos. Ella no es mujer de verso, sino de carne y barro, una voz que merece la pena redescubrir. Payeras conduce al lector también a Celia Viñas, nacida en Lérida y afincada después en Almería, marcada por el bilingüismo y por un mundo poético casi secreto en medio de otras actividades literarias o pedagógicas. A Gloria Fuertes, superviviente del postismo y dueña de una vocación poética labrada entre dificultades económicas, le da la vuelta y hace ver bajo sus poemas sin ton ni son, la hondura y la coherencia.

EL LINAJE DE EVA

María Payeras

Sial Ediciones. Madrid, 2003

134 páginas. 12 euros

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