De espaldas al recuerdo de la Copa del Mundo

Como presentía el poeta Antonio Machado en España, al parecer también hay una Argentina que muere y otra que bosteza. A las cuatro de la tarde del pasado miércoles, cuando más de 30.000 personas donaban bolsas con útiles escolares y asistían en la histórica plaza de Mayo al concierto de "Solidaridad con Santa Fe", la provincia devastada por las inundaciones, sólo 5.000 espectadores pagaban para ver un amistoso entre dos equipos formados por integrantes actuales de la selección Argentina de fútbol y otros ya retirados en el homenaje a los campeones de 1978, la Copa del Mundo disputada bajo la d...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Como presentía el poeta Antonio Machado en España, al parecer también hay una Argentina que muere y otra que bosteza. A las cuatro de la tarde del pasado miércoles, cuando más de 30.000 personas donaban bolsas con útiles escolares y asistían en la histórica plaza de Mayo al concierto de "Solidaridad con Santa Fe", la provincia devastada por las inundaciones, sólo 5.000 espectadores pagaban para ver un amistoso entre dos equipos formados por integrantes actuales de la selección Argentina de fútbol y otros ya retirados en el homenaje a los campeones de 1978, la Copa del Mundo disputada bajo la dictadura militar.

Nadie parece caer ya en las trampas que tiende el pasado y que salvan los puentes de la memoria. Aquel equipo de fútbol, entrenado por César Menotti y liderado en el campo por Mario Kempes y el capitán Daniel Passarella, merecía el recuerdo a su calidad, entrega y ambición, pero las tribunas del campo del River, colmadas hace 25 años por una multitud, estaban ayer desoladas. Nadie ignora ya que aquel festejo sirvió también para ahogar y acallar las quejas y la desesperación de miles de familiares de ciudadanos asesinados o secuestrados y torturados en las catacumbas de la cercana Escuela de Mecánica de la Armada y en los campos de concentración de prisioneros de todo el país.

El viento helado que llegaba desde el sur y el río apagaban los aislados gritos de las adolescentes cuando Batistuta, Solari o Cambiasso se acercaban a la platea donde daba el sol. Todo transcurrió en silencio a pesar del empeño del presentador del partido para la televisión que intentaba animar a los espectadores. Medalla para Batistuta, réplicas de la Copa del Mundo para los veteranos, abucheos y pitidos para Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino. Eso fue todo. Grondona ocupa el cargo desde entonces y ejerce todavía de dictador civil.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En