"Por fin se les empieza a hablar claro a esos izquierdosos"

El semestre de presidencia italiana de la UE no ha podido comenzar peor. La réplica del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, al eurodiputado socialdemócrata alemán Martin Schulz, tildándolo burlescamente de "capo nazi", disgustó incluso a sus socios en la coalición.

Por su parte, el Ministerio de Exteriores italiano convocó ayer al embajador alemán en Roma, Klaus Neubert, para expresar su malestar por "la grave e inaceptable ofensa a la dignidad del primer ministro, Silvio Berlusconi, y de las instituciones italianas y europeas" que suponían los reproches de Schulz.

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El semestre de presidencia italiana de la UE no ha podido comenzar peor. La réplica del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, al eurodiputado socialdemócrata alemán Martin Schulz, tildándolo burlescamente de "capo nazi", disgustó incluso a sus socios en la coalición.

Por su parte, el Ministerio de Exteriores italiano convocó ayer al embajador alemán en Roma, Klaus Neubert, para expresar su malestar por "la grave e inaceptable ofensa a la dignidad del primer ministro, Silvio Berlusconi, y de las instituciones italianas y europeas" que suponían los reproches de Schulz.

Sin embargo, los representantes de la Liga Norte le aplaudieron calurosamente. Roberto Maroni, ministro de Trabajo, elogió a Il Cavaliere por su salida, con entusiasmo de hincha futbolístico: "Ha estado grande", dijo. Quizás había en Maroni el deseo inconsciente de agradar al primer ministro, molesto con su ministro de Trabajo por las declaraciones críticas que acababa de hacer a propósito del plan de reestructuración presentado por Fiat con la bendición de Il Cavaliere.

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'Cañonazo'

Más expansivo todavía fue el vicepresidente del Senado, Roberto Calderoli, también de la Liga Norte. "El cañonazo disparado por Berlusconi al señor Schulz me produce enorme placer", comentó, "por fin se les empieza a hablar claro a estos izquierdosos y a sus cajas de resonancia mediáticas". A juicio de estos representantes de la Liga, el primer ministro italiano estuvo a la altura de las circunstancias al comparar a Schulz con un "capo nazi". "Adelante, con el cañón apuntado y recuperaremos aquel respeto que en el pasado ha sido sacrificado en el altar de los negocios", añadió Calderoli.

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La reacción de Berlusconi no encontró tanto apoyo en Gianfranco Fini, líder de Alianza Nacional, y uno de sus aliados más críticos en la última fase de Gobierno. Aun subrayando que el diputado Schulz había "provocado gravemente" al primer ministro italiano, Fini lamentó que éste hubiera caído "en la trampa". "Comprendo su reacción, pero no la comparto", sentenció.

Los partidos de la oposición condenaron de forma unánime el incidente. "No empezamos bien el semestre", resumió Francesco Rutelli, coordinador de La Margarita, minicoalición centrista del Olivo. Pero el más dramático fue el secretario general de los Demócratas de Izquierda, Piero Fassino. "Berlusconi ha propinado un golpe terrible a la credibilidad de nuestro país", dijo en Roma, "un daño que amenaza con comprometer la eficacia de la presidencia italiana".

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