Dimite el prelado de EE UU que huyó tras un atropello mortal

El obispo de Arizona, Thomas O'Brien, que el sábado atropelló y mató a un peatón y se dio a la fuga, dimitió ayer y fue sustituido de forma provisional por el obispo de Santa Fe (Nuevo México). Meses atrás, O'Brien aceptó su culpa como encubridor de casos de pedofilia y abuso de menores en la Iglesia católica estadounidense, y había renunciado a gran parte de su poder en la diócesis en beneficio de un administrador.

El Vaticano aceptó la dimisión de O'Brien con un comunicado público de dos líneas. El obispo de Nuevo México, Michael Sheehan, de 63 años, ya tiene experiencia en la gestión...

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El obispo de Arizona, Thomas O'Brien, que el sábado atropelló y mató a un peatón y se dio a la fuga, dimitió ayer y fue sustituido de forma provisional por el obispo de Santa Fe (Nuevo México). Meses atrás, O'Brien aceptó su culpa como encubridor de casos de pedofilia y abuso de menores en la Iglesia católica estadounidense, y había renunciado a gran parte de su poder en la diócesis en beneficio de un administrador.

El Vaticano aceptó la dimisión de O'Brien con un comunicado público de dos líneas. El obispo de Nuevo México, Michael Sheehan, de 63 años, ya tiene experiencia en la gestión de diócesis conflictivas. En 1993 fue trasladado de Tejas a Nuevo México para hacer una "limpieza", tras varios escándalos sexuales y financieros. Sheehan resolvió al margen de los tribunales más de 200 demandas contra sacerdotes de la diócesis, con indemnizaciones que alcanzaron la suma global de 25 millones de dólares. "Aparté a más de 20 sacerdotes y los dejé indefinidamente al margen de todo contacto con los feligreses; mi política no incluye el menor margen de tolerancia", dijo en su momento.

La situación del obispo dimisionario se complica. El fiscal del condado de Maricopa (Arizona), Rick Romley, no considera verosímil la versión de O'Brien, quien alegó, al ser detenido, que creía haber atropellado un perro o un gato. Testigos presenciales aseguran que la víctima, Jim Reed, un hombre muy robusto, golpeó contra el parachoques y después contra el parabrisas, rompiéndolo y manchándolo de sangre. El obispo tuvo que ver a su víctima. Al día siguiente, además, intentó cambiar el cristal. La policía sospecha que el obispo, que había oficiado varias confirmaciones antes del accidente y había participado en al menos una fiesta tras las ceremonias, había consumido alcohol. Según el obispo, fueron sólo "unos sorbos de vino". Por el momento, sólo es acusado de no detenerse tras un accidente, un delito penado con hasta cuatro años de cárcel en Arizona. El que la víctima estuviera cruzando por un lugar prohibido exime al sacerdote de responsabilidad. Si se comprobara que el obispo conducía ebrio podría ser acusado de homicidio.

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