Columna

Nuevas fricciones en América Latina

¿Cómo se resuelven las tensiones entre la expansión democrática y la economía, entre la libertad y la búsqueda de igualdad, entre el crecimiento y la pobreza, entre las demandas públicas expresadas libremente y las reformas económicas que demandan ajustes y sacrificios? A analizar estas y otras muchas preguntas se dedica el Informe sobre el desarrollo democrático en América Latina, que está siendo preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que se presentará públicamente el próximo otoño. Paralelamente a dicho informe se ha celebrado la pasada sem...

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¿Cómo se resuelven las tensiones entre la expansión democrática y la economía, entre la libertad y la búsqueda de igualdad, entre el crecimiento y la pobreza, entre las demandas públicas expresadas libremente y las reformas económicas que demandan ajustes y sacrificios? A analizar estas y otras muchas preguntas se dedica el Informe sobre el desarrollo democrático en América Latina, que está siendo preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que se presentará públicamente el próximo otoño. Paralelamente a dicho informe se ha celebrado la pasada semana un seminario en Buenos Aires sobre El vaciamiento de la política, organizado por el Círculo de Montevideo, con la presencia de varios ex presidentes españoles y latinoamericanos.

De dicho seminario surgieron varios vectores complementarios. El primero, el de la debilidad de la democracia. América Latina tiene democracia, pero los ciudadanos no se sienten satisfechos con sus logros. Preguntados sobre la misma, un 60% de los sondeados se dicen demócratas, pero un 30% estaría dispuesto a apoyar un golpe militar si ello le arreglase sus problemas económicos cotidianos. El deterioro de la democracia ya no es sinónimo de golpe militar; la primera se puede perder de distintas formas, sin fronteras tan precisas como los antiguos experimentos militares. Es lo que el sociólogo Guillermo O'Donnell ha denominado "la muerte de la democracia a cámara lenta".

Interrogados los ciudadanos acerca de su percepción sobre quién manda realmente en sus países, un alto porcentaje (distinto en cada sitio) opina que las empresas financieras influyen más que el Estado, los partidos y sindicatos, y los militares. Ello llevaría a ese vaciamiento de la política, o más exactamente a un desplazamiento del poder desde los entes electos hacia otros poderes fácticos que tienen intereses distintos de los generales. Hay un renacimiento, a la vista de lo que está sucediendo en los EE UU de George W. Bush (en donde los intereses empresariales están fuertemente imbricados con los políticos), del concepto de complejo industrial-militar, que puso en circulación hace tanto tiempo el presidente Eisenhower. Alguno de los presentes reivindicó el término de plutocracia (recientemente citado también por Krugman): cuando los partidos y los gobiernos se ponen a disposición de los estamentos financieros y de los contratistas. También hubo dos ejemplos que los mandatarios citaron de modo reiterado como un lamento: la ausencia de cualquier tipo de regulación sobre los movimientos de capitales -que deja a las naciones inertes ante la especulación de los capitales golondrina- y la cada vez mayor independencia de unos bancos centrales entre cuyos objetivos está el control de la inflación, pero no del crecimiento ni del empleo. Sobre estos últimos defendieron su autonomía, pero con unos estatutos más parecidos a los de la Reserva Federal norteamericana (Fed) que a los del Banco Central Europeo.

El pesimismo sobre la situación del mundo se asentó en el hecho de que hay dos crisis transversales que se superponen, la económica global y la de seguridad global, acompañadas de un fuerte liderazgo negativo, que ejemplifica EE UU. En este contexto, hay una oportunidad para América Latina: el hecho de que en su territorio no se dé ese conflicto de civilizaciones que ahora está presente en buena parte de Asia. Por ello, esa marginación geográfica y geopolítica que se ha producido en el subcontinente desde los atentados del 11-S puede devenir en todo lo contrario. En ese caso, a la presencia empresarial española le saldría un fuerte competidor en el mundo de los negocios norteamericano, sobre todo teniendo en cuenta que la primera tiene escaso acompañamiento político.

Algún participante español en el seminario podía haber caído en el complejo de superioridad cuando se analizaba la calidad de la democracia de la zona. Complejo alocado si se tiene en cuenta que en medio de la reunión se conoció lo que había ocurrido en la Comunidad de Madrid, que tenía mucho que ver con lo que se estaba discutiendo. Un buen método para volver a la realidad.

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