El Banco de España avisa del riesgo de perder competitividad en la nueva UE

Las exportaciones españolas apenas suponen el 1,8% de los futuros miembros comunitarios

La proyección internacional de la economía española contará en menos de un año con serios competidores: los 10 nuevos países que en mayo de 2004 integrarán la Unión Europea. El Banco de España advierte en su informe anual de 2002 de que el grado de especialización que están logrando estos países y sus bajos costes laborales "comportan algunos elementos de riesgo" sobre España como proveedora de la UE y de zonas extracomunitarias. España, además, aún participa poco en estas economías; sus exportaciones suponen apenas el 1,8% del total de esos países, frente al 24,8% de Alemania.

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La proyección internacional de la economía española contará en menos de un año con serios competidores: los 10 nuevos países que en mayo de 2004 integrarán la Unión Europea. El Banco de España advierte en su informe anual de 2002 de que el grado de especialización que están logrando estos países y sus bajos costes laborales "comportan algunos elementos de riesgo" sobre España como proveedora de la UE y de zonas extracomunitarias. España, además, aún participa poco en estas economías; sus exportaciones suponen apenas el 1,8% del total de esos países, frente al 24,8% de Alemania.

Los países protagonistas de la principal ampliación que ha realizado nunca la Unión Europea llevan años esforzándose en adaptarse a los estándares económicos de la Unión Europea. De momento, el producto interior bruto (PIB) por habitante en esos 10 Estados supone el 47% de la media de la UE, según datos de Eurostat, la oficina estadística comunitaria, y su nivel de paro alcanza el 14,5% de la población activa, frente al 7,2% de la UE. Por tanto, la convergencia aún está lejana. El Banco de España estima que, con un crecimiento del 4% -la media de lo que han avanzado estos países en los últimos siete años-, tardarían casi 30 años en equipararse a la renta española.

Pero esos Estados del Este (Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y República Checa) cuentan con otras ventajas, especialmente para los inversores. Su grado de formación y adaptación a las nuevas tecnologías ha avanzado mucho en los últimos años, de forma que el gasto en tecnologías de la información representaba en el año 2000 el 2,2% del PIB, por encima del 2,1% de España y no tan lejos del 2,7% de la media comunitaria. Sus costes laborales son infinitamente más bajos que los del resto de Europa: un 16% de la media española y un 11,55% de la UE, según datos citados en un estudio de La Caixa sobre la ampliación Europea. La hora de trabajo en los países candidatos cuesta a las empresas 4,2 euros, frente a los 14,2 de España y los 22,7 de la UE, informa Eurostat.

Doble temor

Ante este escenario, España corre un doble peligro: caída de las inversiones que hasta ahora recibía tanto de la UE como de terceros países y pérdida de participación en la tarta de la ampliación. Los flujos de inversión extranjera directa en España y en los países de la ampliación están muy igualados. A partir de 1995, los candidatos comenzaron a ganar la partida a España, incluso en las inversiones procedentes de la Unión Europea. "Los flujos recibidos por España registran una caída durante los años en los que las entradas de capital en forma de inversión directa en los países de la ampliación crecían intensamente", señala La Caixa en su estudio.

El segundo desafío que España debe acometer consiste en no perder el tren inversor en esos nuevos miembros de la UE. El propio presidente del Gobierno, José María Aznar, pidió hace unos días a las empresas españolas que inviertan en el Este. Aznar recomendó que lo hagan "con decisión" para no dejar pasar una oportunidad histórica.

Hasta ahora, España importa sobre todo manufacturas de tecnología media y alta (el 46% del total), con un peso cada vez más creciente de productos de alto contenido tecnológico, que han pasado de representar el 11% de las compras en 1995 al 23% en 2002, según el Banco de España. En las exportaciones, destaca también la rama de tecnología media y alta (60%), en particular en la industria química y los vehículos de motor.

Aunque ninguna de las dos cifras es muy elevada, España exporta más que importa a esos países. El nivel de ventas apenas supera el 8% del comercio extracomunitario español, frente al 12% de la UE. De las compras que realiza en el exterior, las que implican a estos países sólo representan el 4%, seis puntos por debajo de la media comunitaria.

No obstante, las importaciones se han duplicado entre 1992 y 1999, según datos de La Caixa, y y las exportaciones han conseguido crecer el triple. "La proyección comercial y financiera de la economía española en los países del Este de Europa, a pesar de haberse incrementado en los últimos años, aún mantiene cotas muy moderadas, lo que limita su potencial de participación en la expansión de estas economías", concluye el Banco de España.

Tanto este organismo como La Caixa y otras entidades, como UGT, se muestran cautos a la hora de calibrar los efectos de la ampliación en la economía española. Así, optan por señalar la necesidad de afrontar el reto con imaginación antes que atizar el fantasma del miedo. "España también podría beneficiarse de las ventajas que supone la ampliación, pero necesita lleva a cabo políticas mucho más activas para rentabilizar las oportunidades y no aferrarse a posturas inmovilistas", asegura UGT, que subraya una idea en la que todas las partes parecen estar de acuerdo: España no puede quedar al margen de este proceso.

Más falsificación

A medida que se acerca la fecha en la que la Unión Europea contará con 25 miembros, más son las instituciones que se suman a las advertencias de que el panorama cambiará. Las Cámaras de Comercio hicieron ayer público un comunicado en el que ponen el énfasis en que la ampliación puede aumentar el número de productos falsificados que se distribuyen en territorio comunitario. La falta de legislación adecuada, la escasez de medios y la ausencia de una tradición de defensa de las marcas en algunos de esos países, según la organización, aumentan el riesgo de entrada de falsificaciones.

Las Cámaras subrayan que las falsificaciones se han convertido en una "epidemia" en los países de la ampliación y añaden que el volumen de mercancía pirata interceptada en las aduanas de la UE ha crecido un 900% entre 1998 y 2001. Para convencer de su postura, este colectivo aporta un dato económico: la falsificación provoca la pérdida de 17.000 empleos al año en la UE y de millones de ingresos fiscales para los gobiernos.

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