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La vena económica del vicepresidente Rajoy

Mariano Rajoy, el vicepresidente primero del Gobierno, forma parte del paisaje de Galicia y desde luego del paisaje de Pontevedra. Rajoy no solo cultiva su imagen de gallego socarrón sino que realmente ha cuidado su circunscripción como casi ningún otro ministro del Gobierno. Durante siete años no ha dejado prácticamente de venir a esta ciudad, o a A Coruña, al menos un día a la semana. Ya no llama la atención verle en la calle y nadie se para especialmente al cruzarse con él por el centro o en el café Blanco y Negro.

Y sin embargo durante algunas semanas, a primeros de año, "tuvo que p...

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Mariano Rajoy, el vicepresidente primero del Gobierno, forma parte del paisaje de Galicia y desde luego del paisaje de Pontevedra. Rajoy no solo cultiva su imagen de gallego socarrón sino que realmente ha cuidado su circunscripción como casi ningún otro ministro del Gobierno. Durante siete años no ha dejado prácticamente de venir a esta ciudad, o a A Coruña, al menos un día a la semana. Ya no llama la atención verle en la calle y nadie se para especialmente al cruzarse con él por el centro o en el café Blanco y Negro.

Y sin embargo durante algunas semanas, a primeros de año, "tuvo que pasar a la clandestinidad", como él mismo dice, como consecuencia de la catástrofe del Prestige y de la enfadada reacción de los gallegos. Fueron, asegura, semanas muy malas personalmente. "El día de Año Viejo, lo pasamos mi padre, mi mujer, mi hijo (Cuco, de cuatro años), un hermano soltero y yo, solos y sin salir". Ayer se cumplieron justo seis meses desde que el petrolero sufriera su terrible accidente y el chapapote empezara a anegar las playas y puertos pesqueros, y ayer precisamente decidió Rajoy comenzar su campaña electoral en Galicia: inauguró una sede provincial, atacada el pasado mes de abril, y dio tres mítines en otros tantos pequeños pueblos de Pontevedra .

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El vicepresidente confía en que las aguas hayan vuelto a su cauce y que las ayudas que ha repartido ampliamente en los pueblos y ciudades de la costa hayan tranquilizado a los afectados. Pero no está absolutamente seguro y algunos de sus acompañantes creen que está más nervioso de lo habitual. Formalmente no lo demuestra. De hecho ha querido que más del 50% de todos los actos electorales previstos en su agenda se desarrollen en esta región y ha aceptado la idea de que la campaña municipal del PP recaiga aquí directamente en sus espaldas. No caben muchas dudas de quién manda dentro del PP gallego y de quién será quien dirija aquí el proceso de sucesión de Manuel Fraga.

La campaña de Rajoy tiene, sin embargo, un toque ambiguo. Por un lado, al enfocarla tanto en Galicia, parece renunciar a alimentar en el resto de España su papel de posible sucesor de José María Aznar y de candidato a presidente del Gobierno. Pero, por otro, si consigue evitar una catástrofe electoral habrá acentuado su habilidad política. Y Rajoy es, antes que nada, un político, un hombre que a los 28 años ya era presidente de Diputación y que tiene perfectamente clara su vocación, y su ambición. Y aunque él no haya dicho absolutamente nada al respecto, no parece muy difícil aventurar que aspira a suceder a Aznar.

Hasta ahora, la ausencia del vicepresidente primero en los principales debates de índole económica parecía perjudicar sus intereses sucesorios. Pese a ser portavoz del Gobierno y actuar como principal interlocutor de la oposición en las sesiones de control parlamentario, jamás un diputado le ha presentado una pregunta de índole económica. Es cierto que Aznar tampoco ha sido nunca un gran especialista en esos temas, pero siempre tuvo buen cuidado, cuando estaba en la oposición, de reservarse el clásico debate anual sobre los Presupuestos del Estado, para ir dando forma a su imagen de posible jefe de Gobierno.

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Lo curioso es que esta campaña electoral le está permitiendo a Mariano Rajoy por primera vez entrar en el territorio hasta ahora acotado por el otro vicepresidente, Rodrigo Rato. Por las circunstancias que sean, quizás porque los técnicos del PP quieren que la campaña tenga en todas partes un importante capítulo económico, lo cierto es que Rajoy se ha lanzado estos días a hablar disciplinadamente y con soltura en todos sus mítines de reducción de impuestos y de creación de empleo. "Toda la campaña está proyectada con un paraguas básico del que cuelgan los otros temas", explicaba ayer en la sede del PP pontevedrés a sus colegas. "Y lo básico son los temas de seguridad y terrorismo, y de economía". Rajoy, como buen gallego, no piensa olvidar el paraguas en los próximos días.

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