Tribuna:

Hay vacuna para la manada

A los periodistas se nos debería exigir (o suministrar) equilibrio astático. Es decir, el equilibrio de un sistema (de valores democráticos) que se mantiene inalterable con independencia de la posición (económica) u orientación (política) que se le dé. Como no suele ser así y hay que sobrevivir, algunos periodistas se han convertido con el paso de los años, o por mor de las alternancias políticas y peripecias personales en cuentacorrentistas/cuenteros. Más o menos como los define Pombo: "...el viejo cuentero de los abultados ojos vinosos".

El hecho de ser cuentacorrentista y cuentero no...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A los periodistas se nos debería exigir (o suministrar) equilibrio astático. Es decir, el equilibrio de un sistema (de valores democráticos) que se mantiene inalterable con independencia de la posición (económica) u orientación (política) que se le dé. Como no suele ser así y hay que sobrevivir, algunos periodistas se han convertido con el paso de los años, o por mor de las alternancias políticas y peripecias personales en cuentacorrentistas/cuenteros. Más o menos como los define Pombo: "...el viejo cuentero de los abultados ojos vinosos".

El hecho de ser cuentacorrentista y cuentero no conlleva imperiosamente la notoriedad de lo avieso y torcido respecto al entramado social. Aunque sí el interés -por otra parte muy animal- de buscarse un avío. Hay numerosos casos de periodistas en los que se da esa deformada bicefalia. Es decir, en el lugar y momento que nos ha tocado vivir, no son pocos los que viven como periodistas nominalmente cuentacorrentistas y estomacalmente cuenteros. Agarrados al avío venga de donde venga; pulcramente democráticos pero torcidamente aviesos. Suelen ser tipos colaboradores de grandes diarios de tirada nacional, en sus ediciones de la Comunidad Valenciana, o delegados/directores; o de radios de ámbito estatal, o responsables de informativos locales de acreditadas y plurales radios estatales; también los hay responsables de algún programa de entrevistas en la televisión publica estatal.

Tipos tan multidisciplinarios y con tamaña capacidad para el desdoble neuronal como para defender en un debate que la salvaguarda de la libertad de pensar exige la total laicidad del estado y afirmar lo contrario en cualquier otro foro. Alguno de ellos es capaz de escribir en su columna habitual de este diario que "RTVV es un medio demasiado poderoso como para dejarlo al albur o en manos privadas", y unas líneas más abajo señalar que "si ese tinglado de Burjassot tiene una expectativa de remedio es privatizándolo con la finalidad de sanear su cuenta de explotación y racionalizar sus métodos de gestión". Un repentino desencajamiento de la mandíbula del lector es más que probable cuando poco después y en la misma columna se puede leer que "de una gestión privada (...) no es esperable que se atiendan las viejas e inéditas reivindicaciones (...) ni siquiera se atisba la fórmula mediante la cual este cambio gestor liquide el déficit económico que asola el medio". Todo esto después -en el caso de este columnista- de haber participado jovialmente en una manifestación de ciudadanos y trabajadores de RTVV contra la intención del PP de privatizar la gestión del Ente. Siendo educados calificaremos de incoherente este zigzagueo que, por otra parte, algunos de estos personajes han convertido en su modus vivendi desde hace años.

Barajan el cinismo con la misma ductilidad que el palmeo en la espalda del político que aún manda en la Comunidad Valenciana, aunque ahora sea ministro. La democracia (informativa) les acoge pero la maltratan. Se automagnifican como demócratas en ciertos ámbitos pero ejercen de apesebrados en aquellas parcelas que interesan al poder político actual y/o sus intereses económicos. Los del poder o los suyos propios. Una buena parte de esta feliz manada acude solícita al alimento de la gran ubre en que el zaplanismo ha convertido RTVV. Solícitos -eso sí en uso de su derecho a la libertad de expresión- desde hace años al maná proporcionado por patéticos "debates" en una televisión (TVV) donde la libertad de expresión y la información libre y apartidista son una quimera. Y donde hay decenas de otros periodistas marginados por no someterse al dictado del PP. Imposibilitados para ejercer su trabajo con el mínimo grado de libertad y decencia. Aquellos hiperbóleos hacedores de opinión -la que le interesa al zaplanismo- suelen compartir una desmesurada pasión por el sector privado. Te acribillan si te descuidas, con aseveraciones del estilo de que la televisión pública es un anacronismo, una falacia al servicio del partido gobernante. Un lago pútrido de apesebrados y holgazanes. Ladran contra la televisión pública pero ¡eso sí¡ el cheque se lo llevan calentito de TVV.

La vergonzosa gestión de RTVV llevada a cabo por el PP en estos ocho años no es una "fatalidad". Es una decisión de gobierno. Luego hay responsables. Es mezquino calificar a parte de la audiencia de TVV como "ese millón de moscas que se atiborra de Tómbola". En primer lugar no son un millón sino bastantes centenares de miles menos, y en segundo lugar son los que pagan el cheque que te llevas calentito, colega... Hombre, alguien programara Tómbola y las otras "porquerías"... Alguien con nombre y apellidos y siglas de partido las mantiene en la rejilla. Si en la actual RTVV se respetasen los principios que emanan de la Ley de Creación y se primase la libertad de expresión, los abajo firmantes serían la inmensa mayoría de trabajadores de TVV. Pero hay miedo porque la represión es moneda de uso corriente. En fin. Cada uno a lo suyo. Nosotros -periodistas y trabajadores de RTVV- continuaremos luchando para impedir la privatización y trabajando para poner a punto la vacuna para la futura RTVV y para la manada de cuentacorrentistas/cuenteros. Ustedes, a engrosar su patrimonio privado a cargo de lo público. De momento.

Josep López es periodista de Canal 9. También firman este artículo: Josep María Galbany, Toni Gómez, Cristina Ordaz, Gabriel Vallés, Oscar Martínez, Julià Alvaro, Luis Moreno, Roberto Ortín, Remei Blasco, Xelo Vicente, Esperança Camps, Isabel Donet, Emilia Bolinches, Toni Reig, Lola Bañón, Onofre Sanmartín, Innocenci Ortín, Manuel Márquez, Nel.lo Pellicer, Maria Josep Poquet y otras 22 firmas más.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En