Reportaje:LA HORA DE LA GUERRA | Los países árabes

Jordania se prepara para recibir una oleada de refugiados

Las organizaciones humanitarias trabajan contrarreloj para construir campos en la frontera para 35.000 desplazados

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Las autoridades de Jordania cerraron ayer sus puertas a los ciudadanos iraquíes, mientras una tempestad de viento y arena azotaba la región fronteriza. Las inclemencias climatológicas entorpecieron los trabajos de las organizaciones humanitarias, que intentan acabar de construir en esta región, en pleno desierto, las instalaciones de los tres campos de refugiados, destinados a albergar a unos 35.000 desplazados.

"No podemos continuar trabajando en estas condiciones, aunque soy muy consciente de que el tiempo se nos echa encima y que la cuenta atrás ya ha empezado", aseguraba ayer en med...

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Las autoridades de Jordania cerraron ayer sus puertas a los ciudadanos iraquíes, mientras una tempestad de viento y arena azotaba la región fronteriza. Las inclemencias climatológicas entorpecieron los trabajos de las organizaciones humanitarias, que intentan acabar de construir en esta región, en pleno desierto, las instalaciones de los tres campos de refugiados, destinados a albergar a unos 35.000 desplazados.

"No podemos continuar trabajando en estas condiciones, aunque soy muy consciente de que el tiempo se nos echa encima y que la cuenta atrás ya ha empezado", aseguraba ayer en medio del desierto jordano el presidente de la Media Luna Roja, Mohamad al Hadid, que llegó a la zona acompañado de 140 voluntarios.

Los jordanos han invadido las tiendas para asegurarse la subsistencia
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Mientras el doctor Al Hadid se enfrentaba a la prensa, los obreros plantaban cara a la tormenta de viento y arena. Trataban de poner en pie las infraestructuras de un campo que, en una primera fase, albergará a 5.000 refugiados, repartidos en más de 1.200 tiendas. Después de una mañana de titánicos esfuerzos, los voluntarios sólo habían logrado levantar el esqueleto de tres armaduras de hierro y acero, destinadas en principio a servir de administración, cantina y hospital.

"Estamos dispuestos a acoger refugiados de todas las nacionalidades, sean iraquíes o de otros países. Pero la decisión depende de las autoridades jordanas", recalcó el presidente de la Media Luna Roja jordana, rehuyendo la polémica sobre las trabas impuestas a los refugiados y mientras hacía un gesto con el que señalaba una línea del horizonte, donde se encuentra el paso fronterizo de Karama, que separa Jordania de Irak.

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La decisión es polémica. En plena cuenta atrás, las autoridades jordanas decidieron ayer inesperadamente cerrar los pasos fronterizos a los ciudadanos iraquíes y permitir sólo el paso a aquellos ciudadanos que, provistos de un visado o de un billete de avión, demostraran su intención de viajar hacia un tercer país.

Se desconoce si se trata de una medida provisional o definitiva y si afectará directamente a los refugiados que traten de buscar asilo. En cualquier caso la nueva traba de la Administración jordana se suma a la impuesta días atrás, cuando decretaron la región fronteriza "zona militar cerrada", en un esfuerzo por aislar los campos de refugiados, mantener enclaustrados a los desplazados e impedir el acceso de la prensa.

Los nuevos obstáculos en la frontera provocaron ayer que la carretera nacional 15, que une Bagdad con Ammán, se encontrara prácticamente desierta. Muy pocos vehículos transitaron por esa cinta de asfalto, convertida desde hace 13 años en el cordón umbilical de Irak con el mundo exterior y por donde han estado viajando durante este tiempo ciudadanos y mercancías, pero sobre todo los camiones de petróleo con los que el régimen de Sadam Husein ha venido abasteciendo hasta sus ahora "amigos jordanos".

Jordania tiene la guerra a sus puertas. Se lo recordó ayer un avión de combate de Estados Unidos, que lanzó un misil contra un centro de transmisiones del Ejército iraquí situado a poco menos de 500 metros de las instalaciones fronterizas, al pie de la carretera. El acuartelamiento quedó destruido totalmente y cuatro soldados murieron en el ataque, según aseguraron testigos presenciales.

"Nos estamos preparando para lo peor", anunciaba ayer Marwan Mosher, ministro de Asuntos Exteriores jordano, como si tratara de justificar todas las restricciones adoptadas en los últimos días en la frontera e intentara conjurar los efectos catastróficos que las oleadas de refugiados provocaron durante la primera guerra del Golfo, por las cuales no recibieron ninguna indemnización, como castigo por haber apoyado a Sadam Husein hace 12 años.

A casi 300 kilómetros de la frontera, en Ammán, los jordanos invadieron ayer las tiendas, en una oleada anárquica, como si trataran de comprar cualquier cosa con la que asegurarse la subsistencia de los próximos meses. Arroz, azúcar, agua, harina, aceite, mantequilla y baterías para la radio eran los productos más solicitados. Nadie hizo caso a los llamamientos a la calma emitidos por el Gobierno de Ammán, asegurando que hay provisiones de sobra en los almacenes del Estado.

Nadie cree en Ammán las cifras del Gobierno, que asegura tener previsiones de trigo para los cuatro próximos meses, aceite, arroz y azúcar para seis y gasolina y petróleo al menos para dos desde el momento en que Irak deje de suministrarlo. Tampoco nadie cree las promesas del Gobierno de Arabia Saudí, que dice comprometerse a suministrar petróleo a Jordania a bajo precio, en cuanto el régimen de Bagdad decida cerrarles el grifo.

Siria también ha decidido cerrar su frontera con Irak, obligando a familias enteras a desandar el camino a riesgo de sus vidas ante la inminencia de la guerra. Desde Bagdad a Siria se tardan cuatro horas en coche y ayer había largas colas en las pocas estaciones de gasolina de la carretera para poder cubrir el trayecto.

Voluntarios de la Media Luna Roja retiran piedras en el desierto jordano para construir un campo de refugiados.REUTERS

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