MAGNICIDIO EN BELGRADO

Solana considera una tragedia la muerte del "amigo de Europa"

Djindjic fue el aliado de Bruselas en la entrega de Milosevic y en la redacción de la Constitución

Javier Solana, el alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común en Europa (PESC), tensó todos los músculos cuando, mientras almorzaba en Bruselas con media docena de personas, recibió las primeras noticias del atentado contra Zoran Djindjic. "Ayer por la tarde, hacia las siete, hablé con él", comentó. "Éramos amigos; hablábamos mucho; él estaba preocupado por la situación, pero decidido a trabajar para encontrar soluciones estables".

"Es una tragedia", repetía Solana, quien calificó de "amigo de Europa" al primer ministro asesinado, el principal valedor de la UE en l...

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Javier Solana, el alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común en Europa (PESC), tensó todos los músculos cuando, mientras almorzaba en Bruselas con media docena de personas, recibió las primeras noticias del atentado contra Zoran Djindjic. "Ayer por la tarde, hacia las siete, hablé con él", comentó. "Éramos amigos; hablábamos mucho; él estaba preocupado por la situación, pero decidido a trabajar para encontrar soluciones estables".

"Es una tragedia", repetía Solana, quien calificó de "amigo de Europa" al primer ministro asesinado, el principal valedor de la UE en los Balcanes.

En plena crisis de Irak, cuando Europa muestra su grave división interna, el asesinato de Djindjic puso ayer en primer plano el éxito de la PESC en los Balcanes: desde su apoyo a la coalición contra Slobodan Milosevic, a finales de 2000, hasta el nacimiento en marzo del pasado año de Serbia y Montenegro como embrión de un Estado que suponía la desaparición de Yugoslavia. En este proceso y con la vista puesta en la futura incorporación de su país en la UE, Djindjic jugó un papel activo y leal en sus relaciones con Bruselas, difíciles en ocasiones por sus discrepancias con el presidente de Serbia, Vojislav Kostunica, y sus confusas relaciones con Milo Djukanovic, el líder de Montenegro, donde Djindjic se ocultó durante la guerra de Kosovo.

Europa ha tenido que jugar con tacto la carta del maquiavélico Djindjic para no herir a Kostunica, por ejemplo a la hora de supervisar la Constitución para Serbia y Montenegro aprobada el pasado 4 de febrero. Solana agradeció personalmente en Belgrado sus esfuerzos a Djindjic. Además, hace dos años, EE UU y Europa lograron de Djindjic que Milosevic fuera llevado a La Haya ante el Tribunal para la antigua Yugoslavia. "Djindjic [con la entrega de Milosevic] se la jugó pese a las reticencias de Kostunica", recuerdan en Bruselas, "y se ganó la confianza de Europa".

El líder serbio asesinado era consciente de que el futuro de la antigua Yugoslavia pasaba únicamente por su incorporación a la UE. Djindjic se había mostrado encantado de iniciar las negociaciones del Acuerdo de Estabilidad y Asociación entre la UE y Serbia y Montenegro, el paso previo a la futura adhesión.

El actual presidente del Consejo de la UE, el griego Yiorgos Papandreu, quien pidió el apoyo internacional "a las fuerzas democráticas de Serbia y Montenegro", y el comisario de Exteriores, el británico Chris Patten, quien animó a convertir en realidad "los muchos sueños que Djindjic tenía para su país y sus gentes", se sumaron ayer a las condenas del asesinato. También George Robertson, el actual secretario general de la OTAN que sustituyó a Solana en el cargo después de que la Alianza participara en 1999 en los bombardeos contra el Ejército serbio por la limpieza étnica en Kosovo.

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