Artur Mas propugna en Quebec la creación de una cartera de Relaciones Exteriores de la Generalitat

El 'conseller en cap' quiere incluir en el Estatuto que Cataluña sea una provincia única

El soberanismo quebequés parece haber contagiado al conseller en cap, Artur Mas, que hoy concluirá su visita a la provincia francófona canadiense. Pero los síntomas de ese contagio no se apreciarán hasta después de las elecciones autonómicas. El delfín de Jordi Pujol anunció ayer mismo en Montreal que CiU propugnará en su programa para los comicios catalanes la creación de un departamento de Relaciones Exteriores, un asunto que levanta ampollas en el Gobierno del PP. Mas, no obstante, considera que la situación "se ha ablandado".

Pero a nadie se le escapa que nada mejor qu...

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El soberanismo quebequés parece haber contagiado al conseller en cap, Artur Mas, que hoy concluirá su visita a la provincia francófona canadiense. Pero los síntomas de ese contagio no se apreciarán hasta después de las elecciones autonómicas. El delfín de Jordi Pujol anunció ayer mismo en Montreal que CiU propugnará en su programa para los comicios catalanes la creación de un departamento de Relaciones Exteriores, un asunto que levanta ampollas en el Gobierno del PP. Mas, no obstante, considera que la situación "se ha ablandado".

Pero a nadie se le escapa que nada mejor que unas elecciones a la vista, unos cuantos miles de kilómetros de por medio con Madrid y el marco incomparable de una nación sin Estado -pero que aspira a él- para que surjan de un político nacionalista propuestas que a buen seguro no dejarán indiferente al Gobierno central. Si todo ello se adereza, además, con el aire soberanista quebequés, no es de extrañar que un pragmático como Artur Mas propugne la creación de un departamento de Relaciones Exteriores y, de propina, que el nuevo Estatut en el que trabaja CiU convierta a Cataluña en provincia única.

Mas se esforzó en diferenciar los modelos de Cataluña y Quebec. "Las razones de fondo de los nacionalismos catalán y quebequés son las mismas, pero no las finalidades", subrayó el conseller en cap, quien situó la expresión "soberanía compartida" en la nebulosa de ese mundo globalizado, cada vez más interdependiente. Quiso así dejar claro que mayor autogobierno, sí, pero independencia, no.

Pero Mas no quiere que ese proyecto dentro de España sea tomado a broma. De ahí la creación de esa nueva cartera de Exteriores, que se produce justo a unas semanas de que el Gobierno central haya rechazado el convenio para que el Ejecutivo catalán abra oficinas de inmigración en el extranjero. "Yo mismo fui testigo de la reticencias de los gobiernos socialistas entre 1982 y 1989; el PP tampoco lo veía bien, pero hay cosas que ahora ya no se nos discuten: la promoción directa de las exportaciones o la captación de inversiones. Cuando pedimos la firma de un convenio con el Gobierno sobre la contratación de inmigrantes lo proponemos dentro del marco español, en diálogo con el Gobierno central. Y para coordinar todo esto, es bueno que haya un departamento", concluyó. Mas tiene presente el jarro de agua fría del Ejecutivo de José María Aznar, contrario a las oficinas de inmigración, pero con todo cree que la situación ha cambiado.

Si la idea de crear una cartera de Exteriores no suscitará entusiasmo en Madrid, tampoco lo hará la propuesta de convertir Cataluña en provincia única con una diputación única, "con los mínimos imprescindibles". Para no entrar en choque con la Constitución, el conseller en cap sugiere que la provincia quede relegada a un papel de elemento residual. Y todo ello en el nuevo Estatuto, ese cuyas líneas generales esbozó ante el Consejo de Relaciones Internacionales, lo más granado de la sociedad civil. Mas les contó quiénes son y de dónde vienen los catalanes, y cómo el catalanismo ha querido históricamente influir sobre el conjunto de España en lo que a renovación y regeneración se refiere. Una trayectoria que ahora se replantea CiU "ante el bloqueo por parte del Gobierno central", subrayó Mas, quien quiso dejar claro que cada uno tiene su modelo y persigue unos fines, a pesar de que los nacionalistas del Partido Quebequés y de CiU vean con simpatía mutua sus proyectos, que el ejercicio cotidiano del poder convierte en ocasiones en un conjunto de buenos propósitos.

Eso fue lo que ha sucedido al alcalde de Montreal, el ex liberal Gérard Tremblay, que ayer recibió a Mas. El edil concurrió a las urnas aupado por un colectivo de ciudadanos contrarios al gran Montreal. Ahora, después de unos años de ejercicio, Tremblay ve las bondades del proyecto de su antecesor. Es que para mantenerse en el poder, muchos optan por limar las aristas a los más intrépidos programas electorales.

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